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Re: Supervivientes de Stalingrado

Dom Mar 22, 2009 12:44 am

grognard escribió:Creo que hay una importante matiz. Se puede "no ver" o "no querer ver". A las alturas de la Guerra del Este que estamos (finales de 1942) no creo que hubiese muchos soldados en la Wehrmacht que no hubiesen visto (no digo cometido) algún acto de barbarie. Los Sonderkommando pululaban en la retaguardia de las líneas alemanas, y la rumorología y el intercambio de chismes entre soldados de distintas unidades es una realidad inmutable como la guerra misma. Aunque no se presenciaran cosas, se tendría noticia de ellas. Otra cosa es que subconscientemente "no quieras ver" aquello que te horroriza o te repugna, o que, simplemente, te niegas a creer porque no se encuentra acorde con tu ética o tu moral. La negación es una mecanismo de defensa útil en esos casos. "No lo he visto personalmente, no ha sucedido, es un rumor, un cuento para asustar a los niños, una exageración, un bulo de la propaganda enemiga". De esa forma, te mantienes "puro" frente a la barbarie. Es posible que muchos soldados alemanes, que nunca participaron en crímenes de guerra, hayan querido salvaguardar su "integridad moral" con esa afirmación de que "nunca supieron, nunca vieron, nunca vivieron" atrocidades.


No caí en ese mátiz antes, estoy totalmente de acuerdo contigo.

Re: Supervivientes de Stalingrado

Jue Nov 12, 2009 5:19 am

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XII).

Traducción: ParadiseLost, bajo el permiso de Konrad Schnitzler.
Prohibida su divulgación total o parcial sin la expresa autorización de su autor original.

Hola a todos.
Os hago llegar una tradución de las memorias de un miembro de la tripulación de un He 111 de la Luftwaffe que tomó parte en los ataques aéreos sobre la ciudad y posteriormente en el abastecimiento aéreo de los soldados cercados. Documento muy interesante, sobre todo la parte que hace referencia a los últimos días del Kessel.

Michael Deiml
Nacido el 28-3-1918, Auerbach/Oberpfalz


Después de mi formación desde diciembre de 1939 hasta marzo de 1940 en la escuela de aviadores de combate 4 en Thor / Prusia occidental y en el destacamento 3 en Cracovia deartillero a bordo y después de mecánico a bordo, estuve desde el 1 de abril de 1940 hasta el 30 de septiembre de 1944 en la Kampfgeschwader 55.

He omitido aquí algunos datos sobre operaciones anteriores a Stalingrado, para centrarnos en el tema que nos interesa.

Lucha en Stalingrado
Finalmente, después del Caucaso y otras acciones en el Mar Negro, empezaron para mí, las operaciones en el área de Stalingrado. El 21-8-1942 realizamos dos acciones a las 6:30 h y a las 13:40 h desde el aeródromo de Kramatorskaia en la zona oeste de Stalingrado, atacando a las tropas rusas. Tras varias operaciones diarias, nos trasladamos el 23-8-1942 al aeródromo de Morosovskaia. El 24-8-1942 comenzó el bombardeo concentrado sobre Stalingrado. Realizamos a las 6:30, 11:30 y 15:15 h desde aeródromo de Morosovskaia tres operaciones ofensivas sobre y Stalingrado y sobre la estación de ferrocarril. Tuvimos que soportar las fuertes defensas antiaéreas. Así, llevé a cabo casi diariamente con mi tripulación hasta el 3-10-1942 operaciones in la zona de Stalingrado y en la ciudad desde los aeródromos de Kramatorskaia, Morosovskaia y Tatsinskaia. Por lo tanto, desde el 21-8-1942 hasta el 3-10-1942 (6 semanas), realizamos 58 vuelos. Nuestra misión el bombardeo objetivos sobre el territorio. En la estepa de los calmucos había muchos barrancos. Uno era especialmente grande. Lo llamábamos “el valle del ski”, al noroeste de Stalingrado. Debíamos atacar reiteradamente tanto a las tropas, como a sus provisiones y suministros. En el valle del ski, los rusos se defendían fuertemente. Como apoyo a nuestras tropas de tierra, se nos empleaba muy a menudo en la lucha contra las tropas rusas. Nuestras operaciones sobre los objetivos en la zona de la ciudad, en la estación de ferrocarril, plantas industriales, y aeródromos al este del Volga, los realizábamos tanto de día como de noche. Fuimos alcanzados varias veces por los cañones antiaéreos, de los que recibimos múltiples impactos en el avión. Por suerte no tuvimos ninguna baja en nuestra rtipulación durante esas misiones.

Quisiera aun mencionar, el último vuelo con mi segunda tripulación (Dietrich). Fue mi vuelo número 196 en total.
Partimos del aeródromo de Klamatorkaia con nuestro He 111 el 2-10-1942 a las 20:45 h Sobre las 11, realizamos nuestro ataque nocturno sobre algunos aeródromos al este de Stalingrado, al otro lado del Volga. Focos de luces nos apuntaron y nos dispararon desde los cañones antiaéreos; pero no nos alcanzaron. Por la caída de nuestro equipo de FT, no podíamos determinar nuestra localización con el receptor de onda corta y larga. El personal de tierra, sin embargo, nos podía oir, porque nuestras dos emisoras aun funcionaban. Como supimos después, pasamos volando por delante mismo de nuestro aeródromo. Sin orientación, nos adentramos en la noche. Tomamos la decisión de volar hacia el Sur, para llegar al mar de Azov (al nordeste del Mar Negro), ya que por la noche se puede diferenciar el agua de la tierra y uno se puede orientar siguiendo la costa. Ya que no sabíamos donde nos encontrábamos, estábamos preocupados por si acabábamos volando sobre una superficie ocupada por los rusos. El observador, el teniente Winkler, le gritó al piloto, Ofw. Dietrich, repetidas veces: "Willi, vuela hacia el Oeste, o acabaremos pronto sobrevolando a Iván". Por aquella época, los rusos eran en general eran temidos. Después de ir y volver pusimos rumbo al Sur, porque la gasolina era cada vez más escasa y en la costa nos podíamos orientar. Sobre las 4:30h llegamos a la costa del Marz de Azov. Cuando nos orientamos en un amanecer aun oscuro, ya no podíamos aterrizar en los aeródromos de Nikolaiev y Mariapol por la escasez de combustible.
Así que por la falta de gasolina debimos hacer un aterrizaje de emergencia de inmediato. Un aterrizaje con la panza del avión en un campo a 15 Km. de Berdiansk. En un aterrizaje con las ruedas, como estaba previsto (ya habíamos desplegado el tren de aterrizaje, y lo volvimos a guardar para aterrizar con la panza) hubiéramos ido a unos 150 Km/h y si hubiéramos topado con un profundo camino en el campo no visible desde arriba, un vuelco del avión y su posteriores consecuencias hubieran significado nuestra muerte.

Volvimos a pie por etapas a nuestro aeródromo, al que llegamos después de unos días.

Imagen
Situación de los diferentes aeródromos que subministraban alimento y munición a los soldados del Kessel.
Imagen: Stalingrad, Anatomie einer Schlacht, de Janusz Piekalkiewicz

En octubre de 1942 nuestro piloto pasó a ser instructor de vuelo del 4.º Grupo (del KG 55) y mi segunda tripulación fue disuelta. Los otros miembros de la tripulación pasamos a formar parte de otras tripulaciones, ya que siempre había pérdidas porque siempre había muchas pérdidas de miembros de otras tripulaciones. Al principio sin tripulación y después de permiso, volví en diciembre de 1942 a mi escuadrilla. Nuestro grupo se encontraba ahora en el aeródromo de Novocherkassk. El 8-1-1943 volé como auxiliar de la tripulación del Uffz. Püschel en un vuelo rasante sobre tropas en el Sur del Don y al Oeste de Novocherkassk.

Después pasé a formar parte de la tripulación del Uffz. Adrian. Esa fue mi tercera tripulación.
Ya que a partir del 22 de noviembre nuestras tropas fueron rodeadas, sólo realizamos vuelos de aprovisionamiento. Lanzamiento de bombas con alimentos, sacos de pan y aterrizajes en el Kessel para recoger heridos, entre ellos un corresponsal de guerra u la tripulación de una avión derribado.
El 12-1-1943 realicé con mi tercera tripulación (Adrian) mi primera misión, el que era mi vuelo 198 en el cómputo total. Con el He 111, partimos a las 7:45 h de Novocherkassk y aterrizamos a las 9:55 h en el aeródromo de Pitomnik, en el Kessel de Stalingrado. Allí se encontraba una gran masa de soldados alemanes heridos. Además, había gente de la organización Todt, casi todos viejos camaradas. Llevaban los uniformes d ecolor verde olivo, que no eran aptos para el frío. Les pregunté por qué también habían quedado cercados en el Kessel, y me explicaron que transitaban diariamente por la carretera de Kalach a Stalingrado (carretera utilizada para el tarnsportre de suministros). Nos ayudaron en la descarga de los bienes de abastecimiento. Después de dejar allí a un cabo primero de una unidad del ejército (tuvo que recoger un repuesto para su unidad desde Alemania y volar con ello al Kessel con nosotros), comenzamos con la descarga. Después de descargar las bombas con provisiones sacamos cerca de 20 sacos llenos de pan y los entregamos allí. Después de subir a ocho soldados heridos y un corresponsal de guerra, rodamos hacia la pista de despegue. A pesar de que nuestro avión durante el vuelo, había sido dañado por el fuego de los cañones antiaéreos. El empenaje y la parte trasera del avión estaba acribillado con cerca de 50 fragmentos de metralla, pero aun era apto para el vuelo. Ya que nuestro aparato era un avión de combate, con compartimentos para bombas, y depósitos en su interior, solo pudimos llevar a ocho heridos. A las 10:50 h partimos de Pitomnik con los soldados heridos y aterrizamos en Novocherkassk a las 12:10 h.

Después de que Pitomnik fuera tomado por los rusos, utilizamos el aeródromo de Gumrak. Allí, debido a las condiciones del lugar (impactos de obuses, vehículos y partes de armas por todas partes...) el aterrizaje estaba era muy peligroso, y únicamente podíamos aterrizar con grandes dificultades. Los pilotos de escuadra empleados recibieron la orden del Führer y del mariscal Milch de que se debía aterrizar. Debido a las pérdidas nuestro destacamento, 3. KG 55, se redujo de 27 a 12 tripulaciones.

El 18-1-1943, tras la orden de aterrizar en Gumrak, de las 12 tripulaciones sólo quedaron 3 en condiciones. Las restantes, muchas por daños en los aparatos, enfermedades, etc. quedaron inutilizadas.

Las tres siguientes tripulaciones
1. Piloto - Leutnant Leipold Georg
Observador - Oberfeldwebel Lochner Johann
Radiotelegrafista - Unteroffizier Jacob Fritz
Macánico - Unteroffizier Potrenik Robert
Artillero - Unteroffizier Schindelarsch Ernst

2. Piloto - Unteroffizier Adrian Peter
Observador - Obergefreiter König Willi
Radiotelegrafista - Obergefreiter Schubert Werner
Mecánico - Unteroffizier Deiml Michael
Artillero - Unteroffizier Deiters Werner

3.Piloto - Obergefreiter Danz Heinz
Observador - Unteroffizier Rinne Heinz
Radiotelegrafista - Unteroffizier Schäfer Eugen
Mecánico - Unteroffizier Malzburg Ewald
Artillero - Gefreiter Schnöter Heinz

Con un pequeño camión viajamos las tres tripulaciones desde nuestro lugar de alojamiento hasta el aeródromo. Reinaba un frío glacial, más de 20º bajo cero; con puntas de 40º bajo cero. Durante el viaje en el camión, el Ofw. Lochner Johann nos dijo que para esa misión tenía un buen presentimiento. Llegamos al aeródromo y los motores de nuestro avión fueron calentados con aparatos de aire cálido por el personal de tierra. Después de frenar los motores y de que se notificó que el aparato estaba listo, subimos y rodamos a la pista de despegue.

Partimos con nuestro He 111, Z. Nr G1+AR el 18-1-1943 a las 20:40 h del aeródromo de Novocherkassk y volvimos de la misión a las 23:35 h.
Sobre las 22 h, nos colocamos sobre el aeródromo de Gumrak para aterrizar. Pero no pudimos hacerlo, sino que debimos elevarnos de nuevo debido a los obstáculos que había en la pista de aterrizaje. Repetimos el proceso 8 ó 10 veces, en los que desplegamos y recogimos el tren de aterrizaje otras tantas veces. Como los obstáculos no fueron retirados. En la tercera lámpara de la pista había un avión (supuestamente dañado) y no podía moverse del lugar, por lo que a pesar de la orden, no pudimos aterrizar. Entonces lanzamos nuestras bombas con el alimento, abrimos la puerta y lanzamos a la corriente de aire los 20 sacos de pan que llevábamos con nosotros. Los cazas rusos en las cercanías no nos pusieron en peligro. A la tripulación Danz le fue exactamente igual que a nosotros y tampoco pudieron aterrizar. La tripulación Leipold no volvió de esa misión y se desde entonces se dio por desaparecida. Si fue derribada por los cazar rusos que se dieron cuenta de su presencia, o si aterrizó no lo supimos. Obstáculos parecidos encontramos en nuestra siguiente misión el 20-1-1943. Igualmente, una misión nocturna. Partimos con el He 111 a la 1:30 h de Novocherkassk y volamos cerca de hora y media sobre el aeródromo de Gumrak sin poder aterrizar. De nuevo lanzamos el alimento y aterrizamos después de cuatro horas de vuelo a las 05:55 h en Novocherkassk. Ya que en contra de la orden, no pudimos aterrizar, informamos mediante un escrito de tal hecho, sobre el que no recibimos respuesta alguna.

Imagen
Las famosas bombas con alimento (Verpflegungsbomben).
Foto: Stalingrad, Anatomie einer Schlacht, de Janusz Piekalkiewicz

Quisiera mencionar, que en una misión diurna, seguramente hubiéramos encontrado una posibilidad de aterrizar con una visión amplia de todo el aeródromo.

Además, quisiera añadir, que de las tres tripulaciones, fui el único que sobrevivió a la guerra.La tripulación Leipold desapareció desde el 19-1-1943. La tripulación Danz fue derribada el 10-8-1943. Mi tripulación, Adrian, fue derribada por cazas rusos el 5-3-1943 (1 mes después de la capitulación de Stalingrado) en el pueblo de Marefa, cerca de Jarkov. A causa de una enfermedad, no estuve presente en esa misión, y fui sustituido por el Ofw. Fritz Ramsberger, que murió en mi lugar. Después de que se perdiera Pitomnik, realizamos misiones desde el 17-1 hasta el 21-1-1943, tanto de día como de noche, con el lanzamiento del alimento y también con ataques de tropas rusas; también en las cercanías de nuestro aeródromo en Novocherkassk y al oeste de Rostov en el Don. El último aeródromo, Gumrak (aproximadamente a 10 Km. al oeste de Stalingrado), cayó el 21-1-43. Ahora sólo se podía aterrizar en el aeródromo de emergencia de Stalingradski, que fue construido más cerca de los límites de la ciudad.

Últimos aterrizajes en el Kessel
El 22-1-43 a las 9:05 h partimos de Novocherkassk con nuestro He 111, y aterrizamos a las 10:45 en el aeródromo de emergencia de Stalingradski (para nosotros conocido en aquella época como "Stalingradskaia" y así registrado en el diario de vuelo).
Vuelo de regreso: Salida de Stalingradski a las 11:25 h y aterrizamos en Novocherkassk a las 12:55 h.
El 23-1-43 a las 7:25 h partimos de Novocherkassk con el mismo avión y aterrizamos a las 9:20 h en Stalingradski.
Vuelo de regreso: Salida de Stalingradski a las 10:45 h y aterrizaje en Novocherkassk a las 12:20 h.

Cuando llegamos a Stalingradski presenciamos una triste escena. Con gélidas temperaturas, a menos de 30º bajo cero, encontramos a nuestro soldados vestidos sólo con finos uniformes, muertos de hambre, congelados y casi inmóviles. De los muchos heridos allí presentes, lamentablemente sólo podíamos llevarnos a algunos. Durante la entrega de alimento y descarga de los sacos con pan, el 22-1, un aun activo capitán de antiaéreos me dijo, que quería entregar al último avión su testamento, que llevaba en el bolsillo de su abrigo. Después de nuestro aterrizaje, al siguiente y último día, el 23-1-43, no vi ya más al capitán. El día 22-1-43, tuvimos que llevar de vuelta en el avión, demás de los heridos, la tripulación de un avión (5 hombres) que había sido derribado en el Kessel. Durante la estancia en el aeródromo, debíamos dejar los motores con la hélice en marcha girando, debido a las bajas temperatura, ya que no estaban disponibles los aparatos de aire caliente para calentar el motor. Además de los alimentos dejamos algo de gasolina de nuestros tanques para los aviones del aeródromo, que ya no tuvieran combustible.

El 23-1-43, durante la descarga de los sacas con pan, empezaron a oírse de repente alrededor nuestro, disparos de aviones de combate rusos. Salté rápidamente dentro del avión y disparé con una MG 15 sobre los aviones que nos atacaban. Por suerte no fueron alcanzados, ni nuestro avión ni la tripulación o los heridos allí presentes. No se sucedió un segundo ataque de los rusos durante nuestra estancia. Con prisas, descargamos nuestros sacos son pan. De repente oímos un golpe sordo y al dirigir la vista hacia allí, vimos como había caído un soldado sin cabeza al lado de las hélices que giraban en el motor izquierdo de nuestro avión. De los restos de la cabeza sólo quedaba un rastro de sangre a la izquierda del tren de aterrizaje. El segundo gendarme se llevó el cuerpo y lo identificó. A pesar de la excitación, tuvimos que descargar lo más rápidamente posible lo que aun quedaba en el avión, ya que era previsible un nuevo ataque aéreo de los rusos.
Rodábamos con ocho heridos a la pista de despegue. Muchos heridos, también los que el día de antes habíamos visto, debían permanecer lamentablemente en el Kessel. Antes de la salida, Adrian me dijo, que debía bajar y enderezar el timón, porque estaba atrancado. Se había deteriorado durante el aterrizaje por el golpe contra los 30 ó 40 cm de nieve congelada. Después de abrir la puerta de entrada, bajé y me dirigí a la parte trasera de nuestro avión y torcí el timón. Mientras tanto, un herido había subido al avión por la puerta abierta del avión. Cuando subí, me miró nervioso, como si luchara por su vida, con el deseo de que le dejáramos subir al avión. Nunca olvidaré esa imagen. A pesar de que estábamos cargados al máximo, le dejé permanecer en el avión y le dije que se quedara en la cabina, al lado del volante donde estaba sentado el piloto Adrian, que al mismo tiempo era el Comandante de la tripulación. Por todos esos acontecimientos, permanecimos hora y media en el aeródromo, así que emprendimos el viaje de vuelta a las 10:45 h Durante nuestra estancia, no vimos ningún avión alemán más. Si después de nosotros alguno aterrizó y cuantos, no lo sé. Es seguro que Stalingradski se perdió el 23-1-1943 y el mismo día el último avión alemán partió de Stalingrado. Esto fue también comunicado por una televisión alemana sobre una emisión sobre Stalingrado que vi.

Imagen
Sistemas de calentamiento para los motores de los He 111.
Foto: Stalingrad, Anatomie einer Schlacht, de Janusz Piekalkiewicz

Las datos que he citado están documentados en mi diario de vuelo, que aun poseo. El personal de vuelo debía llevarlos en todos los vuelos para que los vuelos a través de territorio enemigo también fueran registrados. En medio de los últimos aterrizajes tuvimos que volar a Stalino, donde nuestro avión fue cargado con munición. El mismo día despegamos de Stalino a las 16:30 h y arrojamos en el Kessel esa munición para nuestras tropas. A las 19:50 h aterrizamos de nuevo en Novocherkassk. Después del último aterrizaje (23-1-43) volamos del 24 hasta el 29-1-43 aun siete veces con bombas con alimento, que lanzamos al Kessel.
Las últimas misiones las llevamos a cabo en la noche del 28 al 29 de enero. Con nuestro he 111 salimos y aterrizamos en Novocherkassk.
28-1-43: Salida a las 20:55 h. Aterrizaje a las 23:35 h. lanzamiento en el Kessel sobre las 22:30 h
29-1-43: Salida a las 0:45 h. Aterrizaje a las 3:15 h, lanzamiento en el Kessel sobre las 02:00h lanzamiento sobre la bolsa al sur de la ciudad. Era la mayor. El centro de la ciudad había caído en manos de los rusos y la del norte, era la bolsa más pequeña. Debíamos descender hasta los 300 metros para que el alimento aterrizara realmente en la bolsa. El último lanzamiento fue confirmado desde el Kessel por radiotelégrafo. En el libro Deutsche Kampffliegerasse consta que la última misión se realizó el 27-1-43, pero yo llevé a cabo mis últimas misiones el 28 y el 29-1-43 con los datos que he mencionado anteriormente.

Participé en 81 vuelos en la batalla de Stalingrado. De los cuales, 59 fueron de ataque y 22 de abastecimiento con evacuación de heridos del Kessel entre otros.
56 años después, el 12 de mayo de 1999, volé por 82ª vez hacia Stalingrado (ahora llamada Volgogrado) con la línea aérea Condor, para la inauguración de cementerio militar en Rossoschka, cerca de Stalingrado.
13-5-1999: Tome parte en el día de la Ascensión del Señor, que fue organizado por la Deutschen Kriegsgräberbund.

Resumen
Durante mis 4 años de servicio. De 1940 a 1944, realicé 387 vuelos, de entre ellos:
- 20 sobre Francia
- 9 sobre Inglaterra
- 358 sobre Rusia

Además de las 81 misiones en Stalingrado, cuyas peculiaridades he explicado, tuve que experimentar más vuelos con peligro de muerte.
Era miembro de la cuarta tripulación. Mi primera tripulación (Müller) fue derribada por cazas ingleses, y la tercera (Adrian) por cazas rusos el 5-3-1943, aunque por enfermedad no estaba presente y fui sustituido. En mi cuarta tripulación (después de la de Adrian) Capitán Schmidt, el radiotelegrafista a mi lado en el avión fue alcanzado mortalmente y el observador herido por el ataque de un caza alemán. Sin embargo, después de cuatro años de servicio y de muchos vuelos, pude volver a casa después de la guerra.

Diciembre de 1999


Datos sobre lo acontecido en la batalla de Stalingrado
En agosto de 1942 empezó la marcha y la batalla de Stalingrado. El 22 de noviembre el VI Ejército due rodeado (alrededor de 300.000 soldados alemanes). El 2 de febrero llegó la capitulación y el final de las operaciones militares.

Pérdidas alemanas según los datos históricos
1. Durante la movilización total a partir de agosto de 1942:
300.000 en verano de 1942
145.000 caídos
45.000 heridos y especialistas fueron evacuados
110.000 fueron hechos prisioneros

2. Pérdidas de soldados alemanes después de la creación de la bolsa:
(Volksbund deutscher Kriegsgräber)
195.000 se encontraban en la bolsa
60.000 caídos
25.000 fueron evacuados
110.000 fueron hechos prisioneros

Imagen
H.E. Kalwait y M. Deiml en la inauguaración del cementerio militar de Rossoschka, Mayo de 1999.
Foto: http://feldpost.mzv.net/Zeitzeugen/Zeit ... weit_.html


Fuente: http://feldpost.mzv.net/Zeitzeugen/Zeit ... imel_.html

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Jue Nov 12, 2009 11:16 am

Hola a todos.
Repasando las fuentes originales de estos artículos, me he encontrado con la desagradable notica de la muerte de Arthur Krüger, en la web http://feldpost.mzv.net , al que le hice una entrevista hará un tiempo en el siguiente hilo:
viewtopic.php?f=19&t=460&st=0&sk=t&sd=a#p15988

Arthur Krüger falleció el
+ 13-1-2009
a consecuencia de una grave caída.


Descanse en paz.

Re: Supervivientes de Stalingrado

Vie Nov 13, 2009 10:33 pm

He vuelto a leer la entrevista. Un ser humano sensacional; no hay odio ni rencor en sus palabras. Descanse en Paz.

Re: Supervivientes de Stalingrado

Sab Nov 14, 2009 3:37 am

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XIII).

Hola a todos.
Os amplio y traduzco el testimonio de Otto Schäfer, que apareció nombrado de pasada en este otro post:
viewtopic.php?f=19&t=460&st=0&sk=t&sd=a&start=30#p45163


Artículo: Jens Ostrowski
Fotos: Jens Ostrowski
Traducción: ParadiseLost


Otto Schäfer vivió el infierno de Stalingrado
Hagen, 09-01-2008, Jens Ostrowski


Hagen. "Con la edad, vuelven los recuerdos", dice Otto Schäfer. Lo que tuvo que sufrir de joven, le persigue hoy hasta en sus sueños. A los 19 años luchó en Stalingrado.

Hoy, hace 65 años comenzó la destrucción definitiva del VI Ejército, que había rechazado la capitulación ofrecida por los rusos. Por suerte para Schäfer, fue evacuado por avión un día antes. Pero a esas alturas, ya había presenciado el infierno.

Imagen
El soldado Otto Schäfer.
Foto: http://80.77.216.10/nachrichten/staedte ... etail.html

Durante largo tiempo no habló sobre sus experiencias. Cuando Otto Schäfer leyó el reportaje en la WR sobre la fiesta de Navidad en el Kessel a orillas del Volga, entonces volvieron los recuerdos. "Nuestro padre era demócrata. Nosotros, los niños, éramos todo lo contrario a ser fieles al régimen". No es pudo oponer al llamamiento a filas de la Wehrmacht. Tomó parte en el ataque de Hitler sobre Rusia desde el principio. "El avance hacia el interior del país fue rápido. Creíamos, que la guerra se acabaría rápidamente", recuerda Schäfer. Era cargador de munición en la 76.ª I.D. a finales de 1942, antes de Stalingrado. 250.000 soldados alemanes preveían, lo que se avecinaba. El Ejército Rojo sólo se había retirado ante la Wehrmacht, para aumentar sus fuerzas, golpeó en noviembre con una gran ofensiva. Un millón de soldados rodearon al VI Ejército. En el frente del Kessel: Otto Schäfer. "Claro que teníamos miedo. A la muerte, pero aun más a caer prisioneros de los rusos. La propaganda alemana también era culpable, de describir al enemigo como bestias. Por aquel entonces, me hubiera disparado antes de caer prisionero. Hoy veo las cosas de otra manera", afirma Schäfer.

Imagen
Otto Schäfer fue un soldado en Stalingrado (WR – Foto: Ostrowski).
Foto: http://80.77.216.10/nachrichten/staedte ... etail.html

Muchos soldados alemanes se dieron cuenta pronto, de que el Ejército Rojo no representaba el único peligro. El frío y sobre todo el hambre les hizo agotarse a partir de diciembre. El termómetro cayó hasta los 25º bajo cero. "Cada día morían camaradas de hambre y de frío". El abastecimiento de ropa de invierno y alimentos se realizaba desde el aire, desde el cierre del cerco. Los aviones sólo podían transportar una quinta parte, de lo que los soldados necesitaban. "Comimos cereales durante días. A veces, también tabaco y pasta de dientes, para llevarnos otro sabor a la boca." El correo ayudaba a resistir. "Era el único contacto con el mundo exterior." Schäfer enviaba regularmente cartas a su familia en Hagen. Les explicaba la situación sin rodeos, y firmaba siempre con "El Führer nos sacará de esta situación". Un truco. Sospechaba que las cartas eran leídas por el régimen. Varias veces, Schäfer esquivó por poco a la muerte. Cuando era el cargador de munición de una ametralladora estuvo sentado durante horas en un agujero en la tierra. "Estuvimos envueltos en difíciles combates en diferentes zonas. Una mañana, me había dormido en una trinchera, oí mi nombre y me desperté por el grito. Cuando levanté la cabeza del suelo, sólo yacían a mi alrededor cadáveres. Les habían disparado desde un campo cercano. Poco después me encontré a un camarada, al que una bala le había atravesado el cuello. Estuve tres horas apretándole la herida con mi dedo, hasta que por fin, llegó el sanitario. No sé que le sucedió, pero en cualquier caso nunca olvidaré su nombre: se llamaba Karger."

Imagen
El soldado Otto Schäfer.
Foto: http://80.77.216.10/nachrichten/staedte ... etail.html

"Una granada le arrancó la cabeza"
En otra ocasión, una granada le arrancó la cabeza a un soldado. Schäfer lo tenía que relevar 20 minutos después. "Era padre de seis niños. Lo alejamos algunos metros de nuestra posición y lo dejamos sobre la nieve." El suelo congelado estaba demasiado duro, para enterrarlo allí. "Ya no contábamos con ello, con salir del Kessel", dice Schäfer. "Fue una casualidad". A causa de la suciedad y los piojos sus piernas estaban llagadas. En vez de una pomada, recibió en los días de Navidad el permiso para ir al hospital militar. "El 8 de enero, de repente vino alguien y me dijo que debía preparar para ser evacuado. En realidad mi herida no era tan grave. Debió tratarse sólo de una confusión", piensa Schäfer hoy en día. Pero la guerra no acabó para él. Después de su cuaración volvió al Frente Oriental. Una granada de mano le arrancó una parte del pie. En consecuencia fue licenciado en la Wehrmacht. "Lo que tuve que presenciar, no se lo deseo a nadie. Fue el infierno."

Fuente: http://80.77.216.10/nachrichten/staedte ... etail.html

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Sab Nov 14, 2009 7:24 pm

Gracias por seguir trayéndonos estos increibles testimonios, Paradise.

Me han gustado mucho estos dos últimos (como los anteriores), el primero, el de Michael Deiml con un historial de servicio muy amplio, y una entrevista extensa y muy descriptiva de cada situación, a pesar de ser cosas inolvidables, Deiml tiene mucha memoria por lo visto, no se le pasa ni un detalle. Y algo que noté entre Michael Deiml y Otto Schäfer, sn las situaciones que estuvieron al borde de la muerte, y por algún milagro la eludieron, que suele ser una coincidencia entre todos los supervivientes de una guerra.

No pude evitar ponerme a buscar sobre las condecoraciones o reconocimientos recibidos por parte de Michael Deiml, por su gran cantidad de vuelos efectuados y encontré que fue condecorado con:

- Cruz de Hierro de 2ª Clase.(7/6/1940)
- Cruz de Hierro de 1ª Clase.(27/9/1940)
- Broche de combate de Bombarderos en Bronce.(5/6/1941)
- Broche de combate de Bombarderos en Oro.(17/7/1942)
- Cáliz de Honor de la Luftwaffe.(7/11/1942)
- Cruz Alemana en oro.(26/2/1943)
- Placa de Crimea.(15/3/1943)
- Broche de combate de Bombarderos en Oro con colgante.(25/6/1943)

Sin dudas que tiene que ser él no solo por el nombre, sino porque también dice que perteneció al Kampfgeschwader 55.

Los datos fueron tomados de: http://www.ww2awards.com/person/22466

Saludos.

Re: Supervivientes de Stalingrado

Sab Nov 14, 2009 7:28 pm

Hola Barón.
Estás hecho todo un Sherlock Holmes... debe ser él, sin duda.
Muchas gracias por ampliar la información.

Lo de la memoria, viene dado por que aun posee todos los documentos de la época, como el libro de vuelo.
Aquí están algunas páginas escaneadas:
http://feldpost.mzv.net/Zeitzeugen/Zeit ... eimel.html

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Sab Nov 14, 2009 7:52 pm

Es que al ver su cantidad de misiones, me interesó saber que tal era el tema de las condecoraciones con respecto a él.

Y con razón en la entrevista decía tantos detalles pequeños, me sorprendía más que nada la exactitud de las fechas, horas de vuelo, etc. pero claro, con el libro de vuelo y otros documentos tiene toda la información.

Gracias por la respuesta y el link del libro de vuelo, Paradise.

Saludos.

Re: Supervivientes de Stalingrado

Dom Nov 29, 2009 4:24 am

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XIII).

Hola a todos.
Os hago llegar una traducción de las memorias de un soldado perteneciente a un batallón de zapadores. Esta historia encierra una de esas casualidades, que al final, son decisivas en la vida de una persona.

Johannes Petzold
No mi nombre, sino el suyo.


En el gélido invierno de 1941/1942 nos encontrábamos en la cuenca del Donets. Mi batallón de zapadores pertenecía a una División de Infantería de caballos de tiro. Nuestros caballos acabaron muy debilitados en nuestros cuarteles de invierno. No soportaron el frío en los establos provisionales y debieron ser sacrificados. Después de que en mayo acabase la batalla de Jarkov, rompimos el frente a principios de julio de 1942 hacia el este a lo largo del Donets, atravesamos el poderoso Don hacia el sur y giramos entonces hacia el nordeste en dirección Stalingrado. Aquí empezó la marcha a través de la desoladora estepa de los calmucos, sin árboles, sin arbustos, sin agua. El agua potable fue transportada con tanques de agua y bidones.

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Johannes Petzold, en marzo de 1943.

Los rusos, al principio, sólo ofrecían escasa resistencia. Al final de agosto alcanzamos las primeras construcciones defensivas al sur de Stalingrado. Columnas de tanques interminables nos adelantaron. A finales de septiembre de 1942 nos mudamos a un barranco, en el que nos alojamos. Debía ser probablemente nuestro cuartel de invierno. Recibimos ropa de invierno caliente y mantas. Después de la relajación de por la prohibición de permisos, a finales de octubre se asignaron nuevas plazas para el permiso. Como suboficial, fui ascendido a Hauptfeldwebel en la estepa de los calmucos. A mi jefe, el teniente Schönitz, le hubiera tocado permiso a finales de octubre. Yo mismo, precisamente, podría estar en casa quizás en Navidades. Pero el comandante del batallón no permitió que nuestro teniente viajara.

A principios de noviembre se autorizó el permiso del teniente Schönitz. Eso significaba, que entonces debía haber vuelto antes de Navidades. El prefería estar con su familia en Nochebuena, con su mujer y su hija pequeña, que hubiera visto entonces por primera vez. Por esa razón me preguntó, si podía cambiar su permiso por el mío, porque no podíamos dejar a la tropa los dos a la vez. Como estaba soltero lo aprobé y pocos días después viajé hacia casa. Después de siete días de viaje llegué por sorpresa a casa, porque no había podido avisar de mi permiso. Pero no podía presentir que me había salvado de una muerte segura, porque poco después los rusos irrumpieron y cercaron Stalingrado. En esas fechas el teniente Schönitz se encontraba junto a sus tropas.

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Septiembre de 1942. En la estepa calmuca hacia Stalingrado.

En la patria, al principio no supimos nada de ello. Después del fin del permiso, llegué cargado con mis paquetes de Navidad para los camaradas en la cuenca del Donets, en Schachty. Allí nos enteramos que nuestra División había sido cercada. Solo el Estado Mayor de la División fue evacuado por aire para la creación de las líneas de defensa. A los que teníamos permiso, se nos agrupó en nuevas compañías y fuimos transportados para entrar en acción en la curva del Don. Allí viví las Navidades más triste durante mi época de soldado: sin correo, todos eran camaradas desconocidos, nada que recordase a la Navidad excepto un montón de nieve.

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Noviembre de 1942 en Stalingrado. Un día después de la toma de la foto, Johannes viajó a su Patria de permiso. (2º por la izq.) Propuesto por el teniente Schönitz (en el medio) cambiaron sus permisos.
Erwald Bernhard Schönitz, nacido 3l 7 de noviembre de 1899 en Nieska, fue hecho prisionero y no volvió nunca.


La paz navideña no duró mucho, porque el 28 de diciembre – no olvidaré ese día – los rusos irrumpieron en nuestro sector con cerca de treinta tanques y nos rodearon. No teníamos armamento de defensa, sólo MG’s. Hoy me parece un milagro, que pudiera salir del cerco. Mi compañía fue aniquilada. Tras una reunión de tropas dispersas y un hospital militar llegué finalmente a una fuerza de reemplazo, y de esta a Francia para la nueva formación del VI Ejército. Algunos camaradas, heridos convalecientes, enfermos y soldados con permiso fuimos llegando. Formamos el tronco. A mediados de agosto el batallón ya estaba preparado para entrar en acción y fuimos trasladados a Italia, afortunadamente no a Rusia. En abril de 1945 fui a parara al campo de prisioneros americano en Po y fui liberado finalmente en mayo de 1947 en Dresde, en la zona soviética ocupada.

No volví a oír nada sobre mis camaradas en el Kessel. ¿Cayeron, se congelaron, murieron d e hambre o perecieron en el cautiverio? Lo mismo me hubiera sucedido a mí. A lo largo de toda mi vida me ha pesado psicológicamente la tragedia de Stalingrado y el destino incierto de mis camaradas. Después de mi vuelta al hogar, no fui capaz de visitar a los familiares del teniente Schönitz. El destino quiso que sobreviviera. De lo contrario mi nombre figuraría en uno de los bloques de granito en Rossoschka: Johannes Petzold, nacido en 1918.

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Johannes Petzold en la Frauenkirche de Dresden en el año 2006.


Fuente del texto e imágenes: Namen für Rossoschka, Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge e. V.
Traducción: Paradise Lost

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Mar Dic 01, 2009 4:47 am

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XIV).

Franz Nitmann
Has tenido suerte.


Era jefe de pelotón de una compañía de ametralladoras de primera línea, que marchaba tras los tanques hacia Stalingrado: La 4.ª compañía del Regimiento de Infantería 8, 3.ª División de Infantería. Nuestra unidad fue de Tilsit por Dünaburg, Porscho hasta Luga por las colinas de Waldai hasta el sector central de Moscú, y fue reforzado en la primavera de 1942 en Orscha. Después de la batalla de Voronez, llegamos al sector sur, en dirección a Kalach. Al amanecer rompimos las líneas rusas y al mediodía nos hallábamos en el muro de los tártaros. De ese día ya no me acuerdo, sólo que al principio todo estaba muy tranquilo, y como destruimos una posición con focos y requisamos dos camiones rusos.

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Franz Nitmann con su uniforme de gala.

Por la tarde fui con medio pelotón para apoyar a otro pelotón en labores defensivas fuera del muro. Al amanecer los rusos atacaron con tanques e infantería. Con nuestro fuego pudimos detener a la infantería, pero no a los tanques. A pesar de ello, conseguí llevar a la tropa y sus fusiles tras el muro sin pérdidas. En la lejanía podíamos observar como avanzaban las tropas rusas. Parecía como montones si montones de hormigas llegaran por las colinas.

Días después, tres camiones rusos intentaron llegar a Stalingrado cargados de munición y tropas. Nuestra posición los destruyó. No hubo supervivientes. A la mañana siguiente un tanque ligero se encontraba a cinco metros de nuestra posición. A través de los vehículos quemados, tenía un buen punto de mira. Un informador me comunicó que en la ametralladora más externa el tirador había muerto por una granada de mano. Era mi amigo, el suboficial Horst Fieber. Poco después yo también fui alcanzado por una granada anticarro y herido en el brazo izquierdo. Si hubiera sido una granada explosiva habría muerto. Los sanitarios no estaban disponibles, pero dos de los míos me ayudaron. Bajo fuego, recorrimos de 700 a 800 metros hasta nuestro comandante de batallón, el capitán Nikolaus. Después de informar sobre la situación, me desmayé. Cuando me desperté, alguien me dio algo de beber. Entonces el médico me examinó y me vendó. "Has tenido suerte", me dijo, "no te dejes cortar el brazo". Durante todo el día yací al lado de mi camión. Mi conductor, se ocupó de que siempre estuviera a la sombra. Por la tardé se montó un hospital militar, que se llenó muy rápido. La asistencia médica no era posible. Los médicos y sanitarios debieron salir por una contraofensiva.

Por la mañana, a los heridos graves, nos subieron a un camión lleno de paja. Pero el convoy no pudo avanzar y no consiguió nada. Después del mediodía llegaron tres tanques para apoyarnos, así que llegamos a Kalach a través de las líneas rusas. Fui alojado en una casa de labranza, de nuevo vendado y finalmente transportado al siguiente mayor aeródromo. De aquí seguimos hasta Stalino. Allí me colocaron en una escuela. Pero estaba todo lleno, por lo que tuve que yacer en el pasillo. Aquí me pusieron una escayola en el pecho y una guía para el brazo, una lata de conserva como depósito para la orina, gusanos en la herida y rollo de papel como vendaje.

Después me subieron a un vagón de carga y fui transportado a Cracovia. Estar durante días en aquel vagón fue un infierno. No quiero entrar en detalles. Después de dos días en Cracovia se puso a nuestra disposición un tren hospital y finalmente alcanzamos la frontera alemana. En la primavera de 1944, dejé el hospital militar, pero en otoño debí ser operado de nuevo porque la herido se abrió y supuraba. Completé mi servicio en la defensa del distrito VII de Berlín, y viví la defensa de Berlín. Finalmente fui apresado por los rusos. A pesar de todas mis desgracias, tuve suerte, tal como me dijo el médico en el frente, porque sobreviví.

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Franz Nitmann, nacido en 1916.


Fuente del texto e imágenes: Namen für Rossoschka, Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge e. V.
Traducción: Paradise Lost

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Sab Dic 05, 2009 1:06 am

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XV).

Un soldado desconocido
Por mi vida


El siguiente informe proviene de un soldado desconocido de la 371.ª División de Infantería.
Remitido por Hans-Dieter Larbig (Archivo privado de Stalingrado)

Junto con dos camaradas fui destinado en una columna de munición. Después de cargar los vehículos con munición de artillería y de haber subido toda la columna en un tren de mercancías atravesamos Alemania hacia el este. Lo descargamos en Kramatorskaia, en el sur de Rusia, entre el Dnjepr y el Donets. El ataque hacia el este había comenzado. Fuimos por la zona del Donets, pasando por Woroshgrad, por el Don hacia la estepa de los calmucos. Inicialmente la dirección, pasado Rostov, iba hacia el Caucaso. Pero entonces giró en dirección a Stalingrado.

Tuve suerte al no ser asignado directamente a las tropas de combate. El calor era terrible. Había poco agua, durante varios días solo había trigo para los caballos, y muchos morían. Al final, algunos vehículos eran tirados por bueyes. En la estepa de los calmucos empleamos incluso veinte camellos como animales de tiro. A menudo pensábamos en nuestra casa y en el grito de una mujer al borde del camino. Nuestro pelotón avanzaba. La mujer hizo señas y gritó: "¡Volved todo sanos a casa!" Volvió a gritarlo insistentemente. Poco después nos llegó un tren hospital. Eso nos dio que pensar.

Nuestro cuartel de invierno estaba en una balka en el sur de Stalingrado y Cybenko. Las balkas eran gargantas que llevaban el agua de la nieve al Volga. La nuestra tenía aproximadamente diez metros de profundidad, y a nivel de suelo de dos a tres metros de ancho, con paredes escarpadas. Después de algunos días construimos en esas paredes refugios a modo de búnker. Poco después, cuando el cerco se llevó al cabo, las provisiones se volvieron rápidamente escasas. El 18 de noviembre de 1942, por la tarde, cuando había oscurecido, se propagó la alarma. Los rumanos que huían llegaron con gran agitación. Los rusos atacaban y habían rotos las líneas delante nuestro.

Las raciones alimenticias fueron recortadas continuamente. Pan, horneado de la panadería de campaña, mojado, resbaladizo, 50 gramos al final, era la ración diaria. No se podía distribuir con mucha frecuencia, pues ya no había. También se carecía de ropa adecuada. El correo podía ser enviado a la Patria a intervalos regulares, de igual manera ser recibido. Para iluminar el búnker usábamos faroles de establo, mientras se dispusiese de petróleo. De la unidad sólo había unas pocas velas. También habíamos construido algunas lámparas de gasolina. Para la calefacción del búnker fabricamos la más fabulosa propia construcción. La mayoría de veces faltaba combustible y tiempo para utilizar el bunker.

Por suerte los rusos, al principio, no nos atacaron directamente. Después de Año Nuevo todo cambió. Los rusos atacaron Cybenko. Nos aproximamos a las unidades de alarma, totalmente mezcladas. Nadie conocía a los demás. La munición escaseaba. En la noche de 14 enero de 1943, llevé a un herido a un hospital de sangre provisional. Asimismo, nuestros camaradas caídos habían sido llevados a un búnker. Con una herida en el brazo hice el camino de vuelta. Al principio nos tuvimos que arrastrar por los disparos enemigos. Fuimos avanzando lentamente, y se veían muchos heridos. En la oscuridad llegué a Petschanka, a las afueras de Stalingrado. Conseguí un sitio en una casita rusa. El hambre, el frío y el miedo me hacían avanzar. El dolor de mis pies congelados era tan intenso que un camarada me rajó las botas. En esos días de horror, decidí arrastrarme en dirección a Jelschanka con la esperanza de llegar a un hospital de sangre en funcionamiento. Algunos compañeros que podían caminar me ayudaron. Allá donde mirase, solo había soldados arrastrándose o caminando sobre su rodillas. Por la tarde encontré en Jelschanka el hospital de sangre.

Los que morían por la noche eran separados al día siguiente. No era posible enterrarlos. Habíamos depositados a nuestros caídos en un bunker en nuestro barranco. A última hora de a tarde llegó un médico a nuestro cuarto y seleccionó a 16 hombres, que debían ser trasladados al hospital militar de Gumrak. Yo era uno de ellos. Nuestro Opel-Blitz-Allrad avanzaba bien por la nieve. El hospital, del que tanto habíamos esperado, estaba compuesto de vagones de ferrocarril. Un médico nos denegó la entrada por el siguiente motivo: "No hay sitio, no hay vendas, no hay alimento". Los vagones se habían preparado para 600 hombres. Ahora yacían más de 4.000 hombres sin cuidados. Estábamos un poco asustados. ¿Qué debíamos hacer?

De repente, uno de nosotros obligó al conductor sosteniendo una pistola, a llevarnos al aeródromo de Gumrak que se encontraba cerca de allí. No teníamos papeles, no obstante llegamos a la pista de despegue y nos encerramos en un iglú. Poco después aterrizó el primer avión. Focos solitarios iluminaban la pista de aterrizaje. El avión fue descargado, cargado con soldados y rápidamente subió al cielo.

Lo que alcanzaba la vista, se veían hombres que querían volver a casa. Gran inquietud en la masa: ruegos, empujones, gritos... una situación espantosa. De nuevo aterrizaban y despegaban aviones. De rodillas me arrastré hacia delante. Me acerqué a un avión, pero no bastaba para subir. Avancé de rodillas por la nieve, entonces se acercó un soldado, me sostuvo y finalmente me ayudó a subir al avión. La máquina se puso en marcha. La tripulación me arrastró hacia delante y cerró la escotilla. Por encima del habían había estrellas en el cielo azul de la noche, bajo nosotros explotaba la artillería antiaérea. Después de dos horas aproximadamente aterrizamos cerca de Salsk, al este de Rostov. Después del aterrizaje nos retiraron inmediatamente del avión y nos examinaron en una espaciosa habitación de un médico. Estaba en condiciones de ser trasladado y me colocaron de lado en una camilla.

Por todas partes se notaban las prisas. Sobre mi pregunta de que significaba todo aquello, me enteré de que los tanques rusos estaban aproximándose. Entonces nos trajeron un vaso con té y una rebanada de pan con mermelada. ¡Algo que comer desde hacía días! Poco después nos evacuaron por aire hacia Neu-Saparoschi. Allí nos quitaron los viejos vendajes en un hospital de reserva. La carne se había desprendido parcialmente del hueso. Había que despiojar la ropa. El hospital estaba repleto. Estaba tirado en un pasillo. Allí pude hablar con un camarada, que me escribió una carta a mis padres con saludos y noticias de que me hallaba en un hospital de reserva. Después de dos días llegué a Lemberg con un JU. Hospital de reserva 4 – Berg sanatorio. Durante el día 26 de enero de 1943 me amputaron. Me desperté en una habitación con tres hombres. Un médico me dijo, que las puntas de los dedos y la parte delantera del pie debieron ser extraídos.

Durante días tuve fiebre alta. Lo poco que podíamos comer no permanecía en el cuerpo. Nuestra hermana de la cruz roja, Lieselotte, me dedicaba mucho tiempo. Le estoy muy agradecido. Incluso me escribió algunas cartas para mis padres. El 3 de enero oí por la radio de la habitación la capitulación del VI Ejército en Stalingrado. Ahora ya sabía en qué gran embrollo estuve metido y la suerte que tuve. Pensaba en los camaradas que debieron permanecer allí. Todos esperaban ser liberados, pero muy pocos lo consiguieron. En Lemberg también me quedó claro, que mi liberación del Kessel no se la debía sólo a la suerte o a la fuerza de mi voluntad. También estaban las oraciones de mis padres, la intercesión de la Madre de Dios y la providencia eficaz de Dios. Aun hoy le estoy agradecido a Dios.


Fuente del texto e imágenes: Namen für Rossoschka, Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge e. V.
Traducción: Paradise Lost

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Sab Dic 05, 2009 1:40 am

Excelentes testimonios.
El mapa sobre la situación de los aeródromos es excelente. Nunca lo había visto.
Excelente aporte Paradise.
Te saludo.

Re: Supervivientes de Stalingrado

Mié Ene 13, 2010 12:57 am

Muy buen aporte la verdad es muy fuerte algunas cosas que dicen,y esta es la verdadera guerra contada por las personas que estuvieron ahi

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Mié Feb 03, 2010 12:45 am

Cada vez que ingreso al foro y reviso los mensajes quedo sorprendido de la cantidad y calidad de los articulos.

Felicitaciones ParadiseLost

Huno2000

Re: Supervivientes de Stalingrado

Jue Abr 15, 2010 10:33 pm

Y que habrá pasado con los supervivientes de las waffen ss......¿.? :?

Re: Supervivientes de Stalingrado

Jue Abr 15, 2010 10:52 pm

Hola Marko.
En Stalingrado no hubo unidades de las SS.

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Mié May 09, 2012 11:31 pm

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XVI).

Heinz Kreutz
La máquina de coser


En nuestro puesto de observación había un joven cabo. Era una persona alegre, y querida en general. Se llamaba Metzler o algo parecido. Tenía un defecto de dicción y por ello le tomaban el pelo. Su padre fue compañero de escuela de Hermann Göring. Éste dispuso que Metzler debia ser trasladado lejos del peligroso frente. Debía llevarse a cabo al día siguiente. No resultó extraño que se alegrase. Se le notaba en su cara radiante.

Esa noche los rusos enviaron como era habitual un avión sobre nuestra posición. Era un aparato lento con un ruido de motor que petardeaba. Lo llamábamos "la máquina de coser". Por aquel entonces corría el rumor de que los pilotos eran mujeres (fue confirmado por los rusos después de la guerra). Una máquina de coser llegó por la noche, cuando Metzler me sustituyó en la guardia. Esos inofensivos aviones son de temer, me aclaró. Los pilotos lanzan pequeñas bombas con metralla, que no se pueden oir cuando caen. "Apresúrate y entra en el búnker", me recordó. Apenas había puesto mi cabeza a cubierto, cuando una de esas bombas pequeñas explotó al lado mismo. Encontramos el cuerpo de Metzler sin vida, alcanzado por incontables esquirlas. La bomba había caído justamente a su lado. Fue el primer muerto que vi en el frente, y aun no sabía que pronto iban a ser miles.

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Foto: Scaner del libro: Erinnerungen an Stalingrad
Heinz Kreutz.

Fuente: Erinnerungen an Stalingrad, de Heinz Kreutz

Saludos

Re: Supervivientes de Stalingrado

Dom Sep 09, 2018 8:56 pm

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XVI).

Helmut Walz
Combate cercano en la fábrica de tractores


Nos dirigimos al interior de la fábrica de tractores, ocupada por soldados alemanes. Allí los combates se habían vuelto muy violentos y despiadados. En el interior de las barricadas había habido una vez un punto de reunión para los "plebeyos" y los suboficiales, donde podíamos beber con cierta regularidad por las tardes siempre que era posible. Ese punto de encuentro rara vez era ahora visitado Las bajas eran enormes. Muchos de mis camaradas habían caído o estaban heridos, siempre en una diabólica lucha cuerpo a cuerpo; ¡pero el 17 de octubre fue el infierno! Observé a un teniente junto a una MG indicar un nuevo blanco. Luego se estremeció y cayó. Los intensos sonidos de la batalla, los gritos y el pánico generalizado evitaron que los servidores de la MG entendieran lo que había sucedido; todos perdieron la cabeza y salieron corriendo, pisándole con las suelas la cabeza y el cuerpo. la lucha desesperada continuó sin descanso. Yo era miembro de una dotación de MG y tuvimos que abrirnos paso luchando al interior de la fábrica. Mi camarada Schappel iba a mi lado y llevaba la MG. Entonces vi un par de impactos y rebotes de proyectil en las inmediaciones, me tiré al suelo y grité: "¡a cubierto, Schappel!", pero él continuó y se cayó al interior de un enorme cráter de bomba. Allí estaba, herido, con la nariz y la boca llenas de tierra. Le limpié la cara y busqué la herida. Cuando abrí su guerrera y vi su tamaño dudé que pudiera sobrevivir. Salía sangre y burbujas de aire de un enorme orificio. Una bala que había entrado cerca de la columna vertebral le atravesó el omoplato izquierdo el pulmón y salió por la parte derecha del torso. Parecía como si sus entrañas se mantuviesen en su sitio por la mera presión del uniforme. Lo vendé lo mejor que pude: de hecho, lo envolví completamente en vendas, algunas por el exterior del uniforme.
"la guerra ha terminado, ¿verdad Helmut?", gimió Schappel.
"Sí, Schappel, la guerra ha terminado. Te prometo que te sacaré de aquí, quédate tranquilo y descansa. Voy a buscar a un médico, estás gravemente herido. ¿Puedes oír el aire?".
Me respondió: "Sí".
Acomodé mejor su vendaje y lo puse más cómodo. entonces el sonido de la batalla se intensificó y escuché voces en otro idioma procedentes de un búnker que había a unos cinco metros delante de mí. ¡Rusos! Me refugié detrás de un muro y los conminé a rendirse. Nada sucedió. Cebé una granada de mano y la arrojé al interior por la entrada del búnker, que era un agujero en la tierra. Hubo una explosión sorda y luego salió un soldado ruso sangrando por nariz, orejas y boca. Ningún doctor hubiese albergado la más mínima duda de que esos síntomas apuntaban a una grave herida interna. Así que pensé que estaba a salvo, que no había peligro, y abandoné mi refugio.Entonces el hombre herido sacó una pistola y me apuntó.
Solo nos separaban unos metros de distancia. "¡No quería matarte!", grité, aunque me di cuenta de que todo lo que importaba en ese momento era quién iba a ser el más rápido. En el mismo momento en que me dispuse a sacar mi pistola de reglamento vi súbitamente las estrellas; rígido y confundido sobre lo que estaba sucediendo. Traté de gritar auxilio pero no podía hablar. Sentí un borbotón de sangre en mi boca y algunos dientes rotos. La bala soviética me había aplastado la barbilla y las mandíbulas inferior y superior. El soldado me había disparado en el rostro. Cuando uno de mis colegas lo vio se puso tan furioso que lanzó todo su peso sobre el soldado soviético, lo derribó y lo pisoteó hasta que dejó de moverse.
El teniente Hennes me improvisó un vendaje y me tumbó en el cráter de la bomba. Cuando salía vio a un soldado ruso armado que avanzaba. De repente, salió volando el caso de acero de Hennes; un francotirador le había volado la cabeza desde otra dirección. Mi teniente miró hacia abajo buscándome, se puso la mano en la cara, se tambaleó hacia atrás y rodó al interior del cráter. ¡Muerto! Vi horrorizado como la masa encefálica salía de su cráneo aplastado. Se trataba de un líquido claro, no era sangre.

Fuente: Supervivientes de Stalingrado, de Reinhold Busch

Saludos
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