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Hemingway en la alemania de entreguerras

Mié Nov 29, 2006 10:55 am

emingway, famoso escritor trabajo para un periodico canadiense y fue enviado como corresponsal a la alemania de Weimar. Allí observó la brutal crisis económica que vivían sus habitantes. (Hasta tuvieron que hacer una nueva unidad monetaria basada en un milion de marcos, debido a la hiperinflación.

Ernest Hemingway, periodista del Toronto Daily Star, relataba el año 1922 algunas consecuencias inmediatas de la hiperinflación en Alemania en el siguiente texto:

No había ninguna forma de lograr marcos en Estrasburgo: el negocio del cambio de moneda hacia días que ya no lo realizaban los banqueros abiertamente. Por lo tanto, cambiamos un poco de dinero francés en la estación de Kehl. Por diez francos nos dieron 670 marcos.
Nuestra primera compra fue en una parada de frutas… Cogimos 5 magníficas manzanas y le dimos a la señora un billete de 50 marcos. Nos devolvió 38. Un viejo caballero de barba blanca y de buena presencia, en vernos comprar las manzanas, nos saludó alzando su sombrero, y se dirigió a nosotros.
- Perdone señor - dijo en un alemán bastante tímido - ¿Cuánto le han costado las manzanas?
Conté el cambio, y le dije: 12 marcos.

Sonrió y movió la cabeza significativamente: No puedo pagar esto, es demasiado.

Los franceses no podían pasar por la aduana para comprar la cantidad de cosas baratas que había, pero si que podían pasar y comer (…) El milagro del cambio permitía ver un espectáculo furtivo de la juventud de Estrasburgo invadiendo las pastelerías alemanas, y hartarse de comer pasteles rellenos de crema hasta ponerse enfermos a 5 marcos la ración. Todas las existencias de las pastelerías eran liquidadas en media hora.

A pesar de todo, el pastelero y los dependientes, después de haber vendido todo, no estaban seguros de haber hecho un buen negocio. Probablemente el marco estaría bajando tan deprisa de lo que ellos tardarían en volver a calentar el horno.

Mientras tanto, por la calle un curioso tranvía dejaba a los obreros que volvían a los suburbios con sus carteras vacías. (…) Dentro de las pastelerías, avasallantes niños franceses se tragaban los últimos pasteles, y las madres francesas limpiaban las bocas de sus hijos.
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