Publicado: Vie Ago 21, 2009 6:25 pm
por grognard
Aquí traigo más datos acerca de Kaputt:

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Fuente de ambas imágenes: http://www.ellibroviejo.com/guerrasmundialesb.htm
La portada de la izquierda es la original de Plaza y Janés; la de la derecha es de una edición en Latinoamérica.

Título: Kaputt
Autor: Curzio Malaparte
Traducción: R. Coll Robert
Editorial: Plaza & Janes. Colección Arca de Papel
Año de publicación: 1978
ISBN: 84-01-41054-4-1
Páginas: 510
Encuadernación: Rústica.
Tamaño: 18 x 10.5 cms
Precio: Indeterminado. Libro descatalogado

Sinopsis (contraportada del libro)

“Kaputt” –la obra de uno de los mejores periodistas del mundo- es el reportaje más crudo y descarnado que se haya escrito de puertas adentro de la extinguidas fortaleza europea inventada por los nazis. El adjetivo “sensacional” es pálido para aplicarlo a este libro. Como afirma Maurice Nadeau en “Combat”, “Kaputt” “es el velo de Verónica en el cual se han grabado indeleblemente la sangre y el fango de los tiempos vergonzosos que hemos vivido”. Es la descripción escueta del Apocalipsis al que hubo de asistir a diario su autor


De “Kaputt” otros han dicho:

Su notable conocimiento de Europa y sus líderes se basa sobre su experiencia como corresponsal y como parte del cuerpo diplomático italiano. En 1941 fue enviado a cubrir la guerra en Rusia como corresponsal para el Corriere della Sera. Los artículos que envió desde el frente ucraniano, muchos de los cuales fueron suprimidos, fueron recopilados en 1943 y publicados bajo el título Il Volga nasce in Europa (El Volga nace en Europa). Esta experiencia le proporcionó la base para sus dos libros más famosos, Kaputt (1944) y La pelle (La piel, 1949).
Como para una nota editorial, en Kaputt, su descripción novelada de la guerra, subrepticiamente escrita, presenta el conflicto desde la perspectiva de aquellos que estaban condenados a perderla. La descripción de Malaparte queda marcada por sus reflexiones líricas, como cuando encuentra un destacamento de soldados huyendo de un campo de batalla ucraniano:
"Cuando los alemanes se asustan, cuando ese misterioso miedo alemán comienza a moverse lentamente bajo sus huesos, siempre despiertan especial horror y compasión. Su apariencia es miserable, su crueldad es triste, su coraje silencioso y desesperado."

http://es.wikipedia.org/wiki/Curzio_Malaparte


Curzio Malaparte era un desalentado partidario de Mussolini con gusto por el peligro y la buena vida. Corresponsal de un periódico italiano durante la Segunda Guerra Mundial para cubrir los combates en el Frente Oriental, Malaparte escribió en secreto este informe aterrador del abismo, que se convirtió en un best-seller internacional cuando fue publicado después de la guerra. Hablando del sitio de Leningrado, de brillantes cenas con dirigentes nazis, y de los trenes atestados de cuerpos en la Rumanía devastada por la guerra, Malaparte pinta un panorama de la humanidad en su más profunda depravación.
Kaputt es una crónica privilegiada desde el interior del mundo del enemigo, que es tan hipnóticamente fascinante como preocupante.

Comentarios
... un trascendente trabajo acerca de la mezcla de la alta cultura, la depravación bestial y el sadismo humano. Parte autobiografía y parte ficción, presenta historias aparentemente increíbles. Ningún trabajo había más acerca de la mezcla de celo asesino y la indiferencia que es el fanatismo. Al mismo tiempo mítico y humano en su totalidad, Kaputt atormenta al lector para siempre.
- Wall Street Journal

¿Un periodista escrupuloso? Probablemente no. ¿Uno de los escritores más notables del siglo 20? Ciertamente.
- Ian Buruma

Kaputt es un triste, sorprendente, horrible y lírico libro. Nos muestra los resultados del fanatismo ideológico y el racismo, valores retorcidos enmascarados como pureza espiritual, y el odio de la vida, en la mayoría de sus aspectos más personales y vergonzosos. Es esencial para cualquier comprensión humana de la Segunda Guerra Mundial.
- Margaret Atwood

Un sorprendente y fascinante libro ... brillantemente escrito, repleto de historias increíbles y aterradoras.
- Orville Prescott, The New York Times

[Kaputt] es como un informe desde el interior de Chernobyl. Malaparte había llegado muy cerca del núcleo radiactivo de las Potencias del Eje y de alguna manera emerge para contar la historia, simultáneamente humanizando algunas cosas y al mismo tiempo que haciéndolas aún más escalofriantes... Lectura obligada para todos los ciudadanos del siglo XX.
- Walter Murch

http://www.nybooks.com/shop/product?usc ... ct_id=4554


"KAPUTT", considerado con justicia por la crítica mundial, como uno de las obras más sensacionales de los últimos años, es una de las mejores producciones del notable autor de "La Piel". Y fue precisamente esta obra la que cimentó y expandió el prestigio literario de Curzio Malaparte. Cuando se tratan temas tan crudos, cuando se narran episodios tan crueles y reales como los que narra Malaparte en KAPUTT, es necesario poseer un talento indiscutible para no caer en lo vanamente grosero, para no sumergirse en el lugar común de lo meramente repugnante. De ahí el gran mérito de este libro; en él no hay sólo realidad desnuda, sino también ironía, estilo brillante, sinceridad humana, poesía... En esta obra, Malaparte se nos aparece con todo su incomparable talento. Porque es difícil compendiar en un solo volumen todo lo que Malaparte dice en "KAPUTT"; sus maravillosas descripciones, su amarga ironía, la crudeza y realidad de su terrible experiencia. KAPUTT es un libro que perdurará a través del tiempo, no sólo por su incontrastable valor de documento histórico, de una época que nunca podrá olvidarse —la segunda guerra mundial—, sino y sobre todo por su valor indiscutible de excepcional obra de arte

http://www.puertolibros.com/detalle_lib ... bro=506429


Aunque quizás nadie mejor que el propio autor para hablar de la génesis de su libro.

HISTORIA DE UN MANUSCRITO

Kaputt (del hebreo Koppároth, sacrificio, o bien del francés Capot, lucha, combate): hundido, deshecho, roto
(Meyer. Conversation lexicon, 1860)


El original de KAPUTT tiene una historia inaudita y atrayente. que considero será el mejor prólogo para esta libro,
Empecé a escribir KAPUTT en la aldea de Pastscianka (Ucrania) en el verano de 1941, en casa del campesino Roman Suchéna, al comenzar las hostilidades alemanas contra Rusia. Cada mañana me sentaba en el huerto, debajo de una acacia, y me ponía a trabajar, mientras Suchéna, sentado en el suelo junto a la porqueriza, afilaba las hoces, o cosechaba remolachas y coles para sus cerdos. El huerto lindaba con el de la Casa de los Soviets, ocupada entonces por un destacamento de las «SS». Si alguno de sus soldados se acercaba a la empalizada, frontera de ambos huertos, el campesino tosía para advertirme de su presencia.

La casa, con el techo de rastrojos y las paredes hechas de tierra y paja triturada amasadas con estiércol de buey, ara pequeña y estaba muy limpia. No albergaba más riquezas que una radio, un gramófono y una pequeña biblioteca con todas las obras de Puchskin y de Gogol. Era la casa de un antiguo murik a quien los tres planes quinquenales y las haciendas colectivas habían liberado de la esclavitud y de la miseria, de la ignorancia y de la suciedad. El hijo de Román Suchéna, afiliado al Partido Comunista, trabajó como mecánico en el koljoz (1) Worochilov de Pastscianka, habiendo seguido con su tractor la retirada del Ejército Rojo. En el mismo koljoz que el hijo de Suchéna, trabajaba también su mujer, una muchacha taciturna y gentil, que al caer la tarde y una vez acabadas las faenas del campo y del huerto, se sentaba a la sombra de un árbol para leer una edición del Estado del Eugenio Oniégin de Puschkin, publicada en Charkov con motivo del centenario del gran poeta. (Siempre me recordaba a Elena y Alda, las dos hijas mayores de Benedetto Croce, que en el jardín de Meana, su casa de campo del Piamonte, leían a Herodoto en su texto griego, sentadas debajo de un manzano cargado de frutos.)

Siempre que tenía que ir al frente, separado de Pastscianka sólo por un par de millas, confiaba las cuartillas de KAPUTT a mi amigo Suchéna, quien se cuidaba de esconderlas en una grieta del muro de la porqueriza. Cuando la Gestapo vino a detenerme y me expulsó del frente ucraniano, debido al escándalo que suscitaron mis artículos de guerra, publicados en el Corriere della Sera, la nuera de Román Suchéna cosió el original bajo el forro de mi uniforme. Siempre agradeceré a aquel campesino ruso y a la gentil muchacha el haberme ayudado a salvar mi peligroso manuscrito de las garras de la Gestapo.

Proseguí la escritura de KAPUTT durante mi estancia en Polonia, y más tarde —enero y febrero de 1942 —en el frente de Smolensko. Cuando abandoné Polonia para trasladarme a Finlandia, llevé conmigo, escondidas bajo el forro de mi capote de piel de cabra, las páginas del manuscrito. Terminé el libro, a excepción del último capítulo, durante los dos años transcurridos en Finlandia. En el Otoño de 1942 volví a Italia con licencia de convaleciente, tras soportar una grave dolencia contraída en el frente de Petsamo (Laponia). Por cierto que en el campo de aviación de Tempelhof, próximo a Berlín, todos los pasajeros del avión fuimos registrados por la Gestapo. Por fortuna, no llevaba encima ni una sola página de KAPUTT, pues antes de abandonar Finlandia dividí el manuscrito en tres partes, confiándolas, respectivamente, al ministro de España en Helsinki, Conde de Foxá, que abandonaba su puesto para regresar a Madrid, destinado al Ministerio de Asuntos Exteriores; al Secretario de la Legación de Rumania en Helsinki, príncipe Dinu Cantemir, que iba a ocupar un alto puesto en la Legación rumana de Lisboa, y al agregado de Prensa de la Legación de Rumania en Finlandia, Titu Michailesco, que se dirigía a Bucarest. Tras larga odisea, las tres partes del manuscrito llegaron finalmente a Italia, en donde yo mismo las escondí en el agujero de una de las rocas que hay en el bosque que rodea mi casa de Capri, enclavada en las Faragglioni. Mis amigos Agustín de Foxá, Cantemir y Michailesco saben lo honda y sincera que es mi gratitud hacia ellos. Y espero poder volver pronto a Berlín para dar también las gracias a los amigos alemanes, cuyo nombre me vi obligado a silenciar, que me guardaron durante varios meses, corriendo con ello gravísimo riesgo, los capítulos de KAPUTT que había escrito en Berlín.

El mes de julio de 1943 me sorprendió en Finlandia. Apenas supe la caída de Mussolini, volví a Italia en avión, escondiendo el manuscrito de los últimos capítulos entre la doble suela de mis zapatos. Pero el 31 de julio, a las cuarenta y ocho horas de mi llegada a Roma, era detenido por haber declarado sin recato alguno que era inminente el putsch germano contra Italia, y también por haber acusado a Badoglio de no tomar medida ni precaución alguna para sortear y enfrentarse con aquel peligro.

Fui conducido, sin darme siquiera tiempo para cambiarme de calzado, a la cárcel de Regina Coeli, de la que fui asiduo cliente en aquellos últimos años. Gracias a la rápida intervención del embajador Rocco, ministro por aquel entonces de Cultura Popular y más tarde embajador en Ankara, del general Castellano, el mismo que pactó más tarde con los Aliados las condiciones del Armisticio; del ministro Pietromarchi y del consejero de legación Rulli, director en aquella época de Stampa Estera, los últimos capítulos de este libro fueron libertados conmigo de la odiosa prisión.

Apenas fui puesto en libertad, abandoné Roma para refugiarme en Capri y esperar allí el desembarco de los Aliados. Y en Capri, en setiembre de 1943, terminé el último capitulo de KAPUTT.

KAPUTT es un libro terriblemente alegre y cruel. Su cruel alegría es la más extraordinaria experiencia que ha obtenido del panorama de Europa en estos años de guerra. Sin embargo, entre los protagonistas de mi obra, la guerra no es sino un personajes secundario. Podría decirse que se trata sólo de un pretexto, si los pretextos inevitables no perteneciesen al orden de la fatalidad. En KAPUTT, la guerra cuenta, pues, como una fatalidad. No juega otro papel. Incluso diría que figura no como protagonista, sino como espectadora, en el mismo sentido en que es espectador un paisaje. La guerra es el paisaje objetivo de este libro.

El personaje principal es KAPUTT, es decir, este monstruo alegre y cruel. Ninguna palabra mejor que la que titula este volumen ― vocablo alemán, que literalmente significa “roto, acabado, deshecho. destruido...” —podría dar a entender lo que es ahora Europa, y, por consiguiente, nosotros; un montón de escombros. Pero quede bien claro que yo prefiero esta Europa kaputt a la Europa de ayer y a la de hace veinte o treinta años. Es mucho mejor que esté todo por hacer, a tener que aceptarlo como era, cual inevitable herencia.

Confiemos que estos nuevos tiempos lo sean auténticamente, pródigos en_respeto y libertad para los escritores, ya que la literatura italiana tiene tanta necesidad de respeto como de libertad. He dicho “confiemos”, no porque dude de la libertad y de sus beneficios (permítanme recordar que formo parte de aquellos que han pagado con la cárcel y el destierro en la isla de Lípari su amplitud de espíritu y su colaboración en la causa de la libertad), sino precisamente porque sé ―como sabe todo el mundo —lo difícil que es que se respete en Italia, y en un parte de Europa, la condición humana, y los peligros que lleva consigo la condición de escritor.

Que los nuevos tiempos sean, por lo tanto, de libertad y de respeto para todos, hasta para los escritores. Ya que únicamente la libertad y el respeto podrán salvar a Italia y a Europa de aquellos crueles días de los que Montesquieu nos habla en el Esprit des Lois (Libro XXIII, Cap XXIII):
“Ainsi, dans les temps des fables, après les innodations et les déluges. il sortit de la terre des hommes armés, qui s'exterminérent” (2).

(1) Koljoz: Palabra rusa, abreviatura de kollektivnoe foziasvo, con la que se indican, en el régimen soviético, las haciendas rurales colectivizadas
(2) Así, en fabulosos tiempos, después de las inundaciones y los diluvios, surgieron de la tierra hombres armados, y se exterminaron


Kaputt. Prólogo de Curzio Malaparte



En viewtopic.php?f=77&t=4869 se puede encontrar la reseña de otra obra de Curzio Malaparte: La Piel