Publicado: Mar Jul 07, 2009 6:37 pm
por grognard
Me gustaría abrir este hilo para que fuésemos aportando aquellas historias o testimonios en las cuales los combatientes dejan a un lado su obligación por un momento y tienen comportamientos humanitarios para con el enemigo. Ya en un hilo del Foro se habló sobre el piloto alemán que escoltó a un B 17 que estaba seriamente dañado, y de seguro todos podemos encontrar historias similares.

Comenzaré con algo sucedido durante la batalla de Narvik, en los enfrentamientos en el sector norte entre los cazadores austríacos del general Dietl y la Brigada de Alta Montaña Francesa del general Béthouart.

Reina una extraña calma. Los cazadores de la 2ª y la 3ª compañías cavan pozos de tirador en la nieve. Temen un contraataque alemán. Los heridos esperan la llegada de los camilleros. Los tenientes Morel y Duployé, sentados en la nieve, hacen balance con voz cansada. La escaramuza ha terminado.
El cabo enfermero Fredo Blanc se dedica junto a sus compañeros a curar y reconfortar a los numerosos heridos que yacen en la ladera de la cota 333. Sólo la 3ª Compañía cuenta con más de veinte cazadores fuera de combate.
Acurrucado en el cráter provocado por la explosión de un proyectil de mortero, Blanc está curando a un cazador alcanzado por la metralla cuando oye los gemidos que proceden de un agujero cercano. Una vez que el último herido es recogido por los camilleros, el cabo enfermero, que lleva brazalete con la cruz roja en su guerrera blanca manchada con la sangre de sus compañeros, se arrastra por la nieve hasta el agujero de donde proceden los lamentos. Allí descubre a un soldado austríaco herido. El francés le muestra la cruz roja para tranquilizarlo y empieza a curarlo. Descubre que está herido en el muslo. Con su cuchillo corta el pantalón del austríaco, aplica desinfectantes sobre la herida y decide poner un apósito, pero ya no le quedan más en morral. Entonces el enemigo herido le señala su mochila. Blanc encuentra una venda, que empieza a enrollar alrededor del muslo atravesado por una bala.
Entonces aparecen tres soldados alemanes armados. El cabo enfermero prosigue con su trabajo, creyendo que va a ser capturado. Oye al herido hablar con sus compatriotas, pero no entiende nada de lo que dicen. Cuando termina sus curas, los tres enemigos cogen a su camarada herido y se alejan reptando por la nieve.
Blanc piensa que ha escapado por poco, pero en ese mismo instante regresa uno de los soldados alemanes. Esta vez Blanc está convencido de que será hecho prisionero y que ya no volverá a ver su localidad natal. Pero el alemán le estrecha la mano y luego lo abraza.
El soldado enemigo se gira, sale del agujero y desaparece. Estupefacto ante esta insólita situación, el cabo la contará poco después a su jefe el teniente médico Dumond, que se mostrará absolutamente sorprendido.


Fuente: La Batalla de Narvik. 1940, de Jean Mabire