Publicado: Dom May 30, 2010 12:54 pm
por ParadiseLost
Hola a todos.
Añado un capítulo más a la lista de mis (t)errores favoritos, capítulo que merece figurar en este recorrido por los errores de documentación histórica, que películas, documentales y medios de información vienen cometiendo.
Esta vez le toca el turno al programa Cuarto Milenio, concretamente en el capítulo 4 de esta temporada en el que se hablaba sobre las pruebas de ADN que Nick Bellantoni había realizado en la calavera de Hitler, y que como resultado apuntaban que el trozo de cráneo pertenecía a una mujer.
Sobre este supuesto, no se tardó en anunciar en el programa, que ello era una prueba de que Hitler pudo escapar de Berlín, como algunos historiadores sostenían desde hacía tiempo (en referencia a Abel Basti). El propio Bellantoni, en alguna entrevista, ha afirmado que el hecho de que el cráneo pertenezca a una mujer no es una prueba de que Hitler escapara, sino que simplemente el trabajo forense soviético no se realizó de forma correcta y para él, la dentadura era hasta el momento, una prueba válida para poder decir que Hitler murió en el búnker, no así el cráneo.

A partir de este hecho se empezaron a afirmar una serie de datos que convienen comentar.

Santiago Camacho: La versión heterodoxa dice que Hitler pudo escapar en el último momento, tomar un avión de transporte Junkers que aterrizaría en Barcelona, donde pasaría algunos días hasta coger clandestinamente el submarino famoso que le hubiese llevado a Patagonia.
Volvemos al famoso viaje respaldado con el supuesto documento donde el Gruppenführer de las SS Müller, daba una lista de pasajeros de un avión que partiendo del aeropuerto de Hörching llevaría a Hitler y a su séquito hasta Barcelona. Ya he dejado claro que ese documento es muy sospechoso, y apunta a ser una falsificación y en cosa contrario, cosa muy poco probable, tampoco prueba que nadie viajara en ese avión, pues se escribió 6 días antes del viaje.
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La sombra de Basti y del Gruppenführer Antochef es muy larga.

Más tarde se afirma lo siguiente:
Santiago Camacho: El propio Martin Bormann despareció, como Mengele, Eichmann...
Y a continuación se muestra una especie de dossier realizado por el programa donde figuran los nombres de los países a los que supuestamente huyó Bormann: Italia, Argentina, Paraguay y Gran Bretaña.
¿Pero como se puede afirmar en el año 2010 que Bormann huyó de Berlín? El 7 u 8 de diciembre de 1972, en las inmediaciones de una estación de Berlín, se encontraron dos esqueletos durante unas obras, que tras análisis forenses resultaron ser los restos de Martin Bormann y Ludwig Stumpfegger. En 1998 después de un análisis de ADN realizado por Wolfgang Eisenmenger se pudo demostrar con total seguridad que los restos hallados pertenecían a Martin Bormann. Las cenizas de Bormann fueron arrojadas en 1999 al Mar Báltico. Fin de la historia. Afirmar que Bormann escapó de Berlín es un bulo desmentido desde hace tiempo.

Seguimos con más afirmaciones:
Iker Jiménez: No hay ni una sola prueba de la muerte de Adolf Hitler, ni una cosa física, que se identifique con Hitler.
Eric Frattini: No, porque los únicos dos testimonios eran los de su secretaria y el del ayudante de campo de Hitler, que incluso ellos dicen que ni siquiera llegaron a entrar en la habitación. El ayudante de Hitler cierra la puerta, deja en el interior a Hitler y Eva Braun para que se suiciden y cuando él escucha el disparo es cuando entran a coger los cadáveres, llevarlos a fuera del bunker.


Si vamos a una de las fuentes que cita Eric Frattini, la de la secretaria de Hitler, Traudl Junge, en su libro Hasta el último momento, cita lo siguiente de palabras de Otto Günsche:
Saludamos al Führer una vez más y se fue con Eva a su habitación. Cerró la puerta. Goebbels, Bormann, Axmann, Hewel, kempka y yo esperábamos fuera, en el corredor. Pasaron tal vez diez minutos, pero a nosotros nos pareció una eternidad, hasta que el disparo rompió el silencio. Unos segundos después, Goebbels abrió la puerta y todos entramos. El Führer se había disparado en la boca y además había mordido una ampolla. El cráneo estaba destrozado, era algo horrible. Eva Braun no utilizó su pistola, sino que solo tomó el veneno. Cubrimos la cabeza del Führer con una manta; Goebbels, Axmann y Kempka sacaron el cadáver por la escalera del parque. Yo saqué el cuerpo de Eva Braun.

Joachim Fest en su libro El hundimiento, varía su versión en algunos detalles. Según él, en la habitación donde Hitler se suicidó, entraron en un primer momento Günsche, Bormann y Linge.
Hitler estaba sentado en el sofá de tela floreada, con los ojos abiertos, el cuerpo desplomado y la cabeza inclinada hacia delante. La sien izquierda estaba perforada por un orificio del tamaño de una moneda, por el que había salido un hilo de sangre que después le cayó por la mejilla. En el suelo había una pistola Walther del calibre 7,65 mm. Junto a ella se había formado un charco, y la pared posterior estaba cubierta de salpicaduras de sangre. Sentada a su lado estaba su mujer, con un vestido azul, con las piernas encogidas y los labios, que habían tomado un color azulado, apretados. Su pistola estaba sobre la mesa, delante de ella, sin utilizar.

Günsche se dirigió a dar la noticia de la muerte de Hitler a los que le esperaban en la sala de conferencias. Le siguieron Goebbels, Krebs, Burgdorf. Linge y Högl llevaron el cadáver de Hitler al a sala grande conferencias, mientras que Bormann hacía lo propio con el cadáver de Eva Braun. Una vez Kempka, hubo conseguido los bidones de gasolina a petición de Günsche, se unió a los que subían el cadáver de Hitler por las escaleras para ser incinerado, y Günsche transportó el de Eva Braun.

Beevor en su libro Berlín, la caída: 1945, afirma, que Heinz Linge, Günsche, Goebbels, Bormann y Axmann fueron los que entraron en la sala de estar de Hitler y que otros miraron la trágica escena desde fuera.

Después de leer esto cuesta creer como dice Eric Frattini, que el suicidio de Hitler, se sustenta sólo por dos testimonios.
Por un lado tenemos el de Traudl Junge, que aunque no vio el cadáver, fue informada por Otto Günsche en todo momento, tal como he explicado anteriormente.
En segundo lugar, tenemos el testimonio de Heinz Linge, que fue el ordenanza de Hitler entre los años 1935 y1945. En una entrevista en 1955, perteneciente a los archivos del FBI afirma lo siguiente:
"HL: Fui el último en despedirme de él. Y el primero después de su suicidio en entrar en la cámara del búnker.
Interrogador: ¿Y como se suicidó Hitler, señor Linge?
HL: Se disparó una bala, y Eva Braun se envenenó.
Interrogador: ¿Y qué hicieron con los cuerpos, señor Linge?
HL: Los quemamos en el jardín.
Interrogador: ¿Sabía que Hitler se quería suicidar?
HL: Me dio la orden, cinco horas antes, de buscar gasolina para quemar los cuerpos."




Otro de los testigos fue Otto Günsche. A pesar de que nunca quiso hablar de lo sucedido después del fin de la IIGM, después de la caída de la URSS, que llevó a la apertura de parte de sus archivos secretos, se tuvo acceso a los interrogatorios a los que fue sometido:
"A las 15:15 horas dejé la habitación y en otra encontré al jefe de la guardia de Hitler Sturmbannführer Sthelde y al conductor de Hitler Obersturmbannführer Kempka. Les informé de lo que nos había dicho el Führer a Rattenhuber, a Baur y a mí. Después de esto, me quedé en ese cuarto por algún tiempo. La puerta del lobby estaba entreabierta y pude oír al mayordomo del Führer, Sturmbannführer Linge decir: “el Führer ha muerto”. A pesar de ello, no oí ningún disparo. Inmediatamente atravesé el lobby hacia la habitación donde se celebraban las conferencias y les dije a los lideres lo siguiente: 'El Führer ha muerto'. Se levantaron y vinieron conmigo hacia el lobby donde vimos que sacaban dos cuerpos. Uno de ellos estaba envuelto en una alfombra, mientras que el otro también se encontraba envuelto en otra pero no totalmente. Los cuerpos eran cargados por el Sturmbannführer Linge, Hauptscharführer Kruge y el obersturmführer Lindloff y otro oficial de las SS que no conseguí reconocer. Entonces el obersturmbanführer Kempka y el sturmbanführer Medle se unieron a ellos. De una de las alfombras las piernas del Führer eran visibles. Le reconocí por los botines y los calcetines que siempre llevaba. Fuera de la otra alfombra sobresalía el pie y la cabeza de la mujer de Adolf Hitler.
Ambos cuerpos se llevaron a la salida de emergencia del bunker, hacia el jardín. Allí fueron rociados con gasolina preparada por Martin Bormann y se les prendió fuego. Todo esto ocurrió sobre las 16:00 horas. Ambos cuerpos fueron quemados en presencia de Bormann, el general Burgdorf, en general Krebs, el líder de la juventud hitleriana Axmann, el doctor Goebbels y yo mismo. Primero se quemó el del Führer y después yo mismo ayudé a cargar el cuerpo de Eva Braun. No estoy seguro si Rattenhuber y Baur estaban presentes, pero es muy posible que así fuera puesto que estaba todo muy concurrido y la visibilidad no era buena."


Como vemos, los detalles sobre quienes movieron los cuerpos varían entre los testigos, pero es algo que no debe extrañar, debido al paso del tiempo y la confusión reinante en el búnker.

Kempka, el chófer de Hitler, también relata la muerte de Adolf Hitler en sus memorias, Yo quemé a Hitler:
"El 30 de abril a las 14:30, el SS-Sturmbarmführer Günsche le ordenó a Kempka que se acercara a la cancillería llevando 5 bidones de gasolina de 40 litros cada uno. Para Kempka no fue fácil recolectar la gasolina con cinco hombres, pues las disponibilidades eran mínimas y había que tomarlas de cuanto vehículo se pudiera tener cerca. A lo más pudo recolectar 160 litros. Günsche mandó llevar la gasolina a la puerta posterior en los jardines de la cancillería. Luego en la cancillería Günsche le informó a Kempka que el Führer había muerto, sin darle detalles. Ese día, varias veces le pidieron a Kempka bidones de gasolina para quemar documentos importantes, que los fue llevando, mientras fue posible, en pequeñas cantidades.
Poco después Kempka vio al SS-Sturmbarmführer Linge, ayudante personal del Führer, que sacó un cuerpo envuelto en una manta militar de color gris. Kempka tuvo que suponer que se trataba del Führer, pero sólo vio el pantalón y los zapatos, ambos negros que solía usar el Führer. Kempka entró a la habitación donde estaba el cuerpo de Eva Braun y lo llevó a través de varias habitaciones al pie de la escalinata que conduce al exterior donde lo recibió el SS-Sturmbannführer Günsche, sacando el cuerpo de Eva Braun al exterior. Eva Braun estaba vestida de negro, con zapatos de tacó alto, tal vez con suela de corcho. Detrás de Bormann aparecieron, el Reichsminister Dr. Goebbels y el SS-Sturmbannführer Linge y Kempka. Luego de poner el cuerpo de Eva Braun junto al de Hitler, el SS-Sturmbannführer Günsche roció los cuerpos con la gasolina de los cinco bidones y les prendió fuego. Todos los presentes el Reichsleiter Martin Bormann, Reichsminister Dr. Goebbels, SS-Sturmbannführer Günsche, SS-Sturmbannführer Linge y Kempka miraron los cuerpos y saludaron con el brazo en alto."


Uno de los testigos que pudo observar la trágica escena sin llegar a entrar en la sala donde se habían suicidado Eva Braun y Hitler, tal como indica Beevor, es Rochus Misch, que en sus memorias, Yo fui guardaespaldas de Hitler, afirma lo siguiente:
"Al fondo, en aquella celda que llamábamos el salón, vi el cuerpo inerte de Hitler. No entré. Estaba a seis metros, quizá a ocho. Hitler estaba sentado en el pequeño sofá, doblado sobre sí mismo, cerca de la mesa. Eva estaba a su lado, acurrucada en el sofá, con el pecho tocando casi las rodillas. Llevada un vestido azul marino con apliques blancos en forma de pequeñas flores".
"Los cuatro hombres transportaron al Führer por la salida de emergencia. Todavía veo sus zapatos sobresaliendo de la manta". De la incineración se enteró con una frase sobria: "El jefe está ardiendo. ¡Ve, sube a verlo!".


Después de recopilar los relatos de unos cuantos testigos que sobrevivieron a la guerra, y de los que seguramente hay más testimonios directos que prueban el suicidio de Hitler (Arthur Axmann, Hans Baur...), ¿cómo Eric Frattini puede asegurar que sólo hay dos testigos directos de la muerte de Hitler y que ninguno de los dos vio los cadáveres? Aquí podemos contar con cinco testigos directos del final del máximo mandatario de la Alemania nacionalsocialista.

Seguimos con otras afirmaciones en el programa televisivo:
Iker Jiménez: No hay ni una sola prueba de la muerte de Adolf Hitler, ni una cosa física, que se identifique con Hitler.
Esta afirmación se realiza después de que Nick Bellantoni, tras realizar una prueba de ADN sobre los restos del cráneo de Hitler, asegurase que pertenecen a una mujer.
Evidentemente, en el programa se obvian los restos del puente dental que se hallan en poder de los rusos.
En el año 2002, el médico forense Mark Benecke, gracias a la financiación de National Geographic, pudo examinar en Moscú, la supuesta mandíbula de Hitler, en poder del archivo estatal ruso. Allí comparó una radiografía de la dentadura de Hitler con el trozo de mandíbula, y llegó a la conclusión de que coincidía al 100% con la del famoso dictador, y la pieza clave era el gran puente que había en esa mandíbula, que era exactamente igual al de la placa. Ya en 1945, Katchen Heusermann, asistente del dentista de Hitler, y Fritz Echtmann, su técnico, tras ser localizados por los soviéticos, confirmaron que las coronas de oro y los puentes coincidían con los de Hitler.

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Imágenes: Capturas del documental Muerte en el bunker, el declive de Hitler


Y una última afirmación:
Iker Jiménez: ¿Orificio de salida? O sea que él, en algún momento, se disparó en la boca o en la propia cabeza, y le había salido la bala por esta zona.
Miguel Botella: Claro, ese es el orificio de salida, de él o de ella, porque también ella se suicidó. Entonces si hablamos de que era una mujer, es probable que fuese Eva Braun.


En caso de tratarse del cráneo de una mujer, como apuntan las pruebas realizadas por Nick Bellantoni, es muy poco probable que se tratase de los restos de Eva Braun, pues ninguno de los presentes en el búnker y que vieron directamente los cadáveres, atestiguó que Eva Braun se disparase en la cabeza, sino que sólo llegó a tomar el veneno y nunca utilizó su pistola.
Aquí hay que añadir que Miguel Botella, al menos, era uno de los más coherentes al afirmar que la posible huída de Hitler a Argentina es una invención, pues conociendo al dictador alemán, no es lógico ni coherente con su personalidad que hubiera abandonado Berlín para fugarse a la Patagonia.


En definitiva, un montón de errores históricos en un breve reportaje sobre los últimos momentos de Hitler en el búnker, que podrían haberse subsanado fácilmente, profundizando sólo un poco en los libros de historia que todo buen periodista tienen a su disposición, para alejarse del típico sensacionalismo que envuelve estos casos, utilizado habitualmente para vender más libros y conseguir más audiencias.
Flaco favor se hace al periodismo y a la historia.

Fuentes:
http://www.spiegel.de/spiegel/print/d-7883014.html
http://www.spiegel.de/spiegel/vorab/0,1 ... 44,00.html
Revista de historia militar Ares Nº0
Berlín, la caída: 1945, de Anthony Beevor
El hundimiento, de Joachim Fest.
Hasta el último momento, de Traudl Junge
Yo quemé a Hitler, de Erich Kempka
Yo fui guardaespaldas de Hitler, de Rochus Milch


Saludos