Publicado: Mar Nov 14, 2006 2:20 am
por Philippe Leclerc
Echo en falta esta superproducción que relata la mayor operación aerotransportada de la Historia (Operación Market-Garden) y que, pese a las muestras de valor y heroicidad de británicos y norteamericanos, terminó en fracaso (pese a la opinión de Montgomery).
Basada en el libro homónimo de Cornelius Ryan, la película narra la planificación de la operación y su desenlace final. Filmada con medios más que decentes, el reparto de actores es estelar, a destacar un joven A. Hopkins y unos soberbios Michael Caine, Sean Connery y Robert Redford.

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TITULO ORIGINAL A Bridge Too Far
AÑO 1977

DURACIÓN 175 min.
PAÍS
DIRECTOR Richard Attenborough
GUIÓN William Goldman (Novela: Cornelius Ryan)
MUSICA John Addison
FOTOGRAFÍA Geoffrey Unsworth
REPARTO Sean Connery, Edward Fox, James Caan, Dirk Bogarde, Michael Caine, Robert Redford, Anthony Hopkins, Liv Ullmann, Maximilian Schell, Gene Hackman, Ryan O'Neal, Laurence Olivier, Elliott Gould
PRODUCTORA United Artists

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Acabo de leerme el libro de C. Ryan y os lo recomiendo. Ahí van algunas líneas:

Caballeros -dijo fríamente Mendez-, mis oficiales conocen de memoria este mapa de Holanda y las zonas de lanzamiento, y estamos listos para partir. Cuando, antes de Normandía, impartí las instrucciones a mi batallón, yo tenía la mejor fuerza combativa de sus dimensiones que jamás he conocido. Para cuando logré reunirlos en Normandía, la mitad había desaparecido. Una cosa les digo: Déjennos en Holanda o dejénnos en el infierno, pero déjennos a todos en un solo lugar".
Teniente coronel Louis Mendez, comandante del 508ú Regimiento de la 82ª dirigiéndose a los pilotos de C-47.

Los soldados de Gavin, veteranos de Normandía, no habían olvidado la matanza sufrida en Ste. Mère Église. Habiendo caído por accidente en aquel pueblo, los hombres habían sido ametrallados por los alemanes durante su descenso; muchos murieron cuando colgaban indefensos de sus paracaídas, enganchados en los cables telefónicos y los árboles que rodeaban la plaza del pueblo. Los paracaidistas muertos no fueron descolgados y enterrados hasta que el teniente coronel Ben Vanderboot conquistó finalmente Ste. Mère Église. Ahora, mientras la 82.ª se preparaba para saltar sobre Holanda, algunos hombres recordaban a los que les seguían en la fila: "Acordaos de Ste. Mère Église". Aunque era un proceder arriesgado, muchos paracaidistas saltaron disparando sus armas.

Poco después de aterrizar y recoger su equipo, el sargento jefe Russell O´Neal vio un caza P-51 descender en picado y ametrallar una posición alemana oculta cerca del campo donde él se encontraba. Tras realizar dos pasadas sobre el nido de ametralladoras, resultó alcanzado, pero el piloto conseguió describir un círculo y realizar un aterrizaje de emergencia. Según O´Neal, "el tipo bajó de un salto y corrió hacia mí gritando: ¡dame una pistola, rápido¡ sé dónde está ese boche hijo de perra y me lo voy a cargar". Mientras O´Neal le miraba, el piloto cogió la pistola y echó a correr hacia el bosque.

Muchos Guardias Irlandeses creen que el sargento Bartie Cowan cambió el sesgo de la batalla. Al mando de un Sherman de 17 libras, Cowan había localizado una posición antitanque alemana y la destruyó de un solo disparo. Durante la lucha, el comandante Edgard G. Tyler, que obstantaba el mando del escuadrón, quedó atónito al ver que había un alemán sobre el carro de Cowan dirigiendo las operaciones. Vio al blindado cruzar la carretera y abrir fuego; luego, demasiado ocupado con sus propios problemas, Tyler olvidó el incidente. Más tarde, Tyler se enteró de que Cowan había destruido tres cañones alemanes. "Cuando encontré un momento, fui a felicitarle -explicó Tyler-. Cowan me dijo que el boche de su blindado era el jefe de la primera posición tomada por él y que se había rendido". Había sido interrogado por el capitán Fitzgerald y luego, devuelto a Cowan, con quien se había mostrado "sumamente cooperativo".

Entre el fragor de la batalla, se podían oír los aullidos de guerra: "Whoa Mohammed" que los Diablos Rojos habían utilizado por primera vez en las resecas colinas del Norte de África en 1942*.

* En esa campaña, los soldados observaron que los árabes al gritarse mensajes unos a otros, parecían empezar cada comunicación con esas palabras. En Arnhem, el grito de guerra adquiriría un significado especial. Permitía a los soldados de ambos lados de la rampa norte determinar quién era amigo o enemigo en las diversas posiciones y edificios, ya que los alemanes parecían incapaces de pronunciar las palabras. Según Hilary St. George Saunders, en By Air To Battle, el grito de guerra "parecía enardecer al máximo a los hombres".