Publicado: Lun Oct 19, 2009 1:25 pm
por Bitxo
Por fin he encontrado un hueco para hablar de este libro que me regaló un amigo: Cherniakovski. El General T34, de Akram Sharipov.

Como es habitual en este tipo de libros, más que de biografía cabría hablar de hagiografía. Hay que tener en cuenta que el autor también combatió en la SGM –siendo multicondecorado y tres veces herido- y que el libro se escribió en 1971. Así pues, el heroísmo, el patriotismo y la exaltación ideológica aparecen por doquier en sus páginas, incluso hasta el punto de hacer sospechar de la veracidad de algunos hechos.

Pese a ello el libro tiene un gran valor para el estudioso de la guerra. Lo tiene porque se muestra, a nivel de campo de batalla, el por qué del desastre de 1941; la evolución del arte militar soviético; y el por qué de las victorias del RKKA tras esta evolución. Pero ello no es todo. En sus páginas no sólo podemos encontrar las vivencias de Cherniakovski, si no también de un sinfín de personajes secundarios, desde el ayudante, desde el General hasta el simple soldado. Ciertamente Sharipov no se olvidó de la tropa, y gracias a él no hay soldado desconocido. Las vivencias de este abultado número de personajes logran dar un aire de novela de aventuras al libro, donde no sólo el biografiado es el héroe. Así pues, la lectura resulta muy amena, y tampoco está de más recordar el valor de muchos ivanes incluso en los tiempos de zozobra.

Este es el segundo libro que leo escrito por un militar soviético del momento (aún tengo uno pendiente, todo sea dicho). El primero fueron las memorias de Zhukov y el cambio ha resultado, pese a que no se abandona el estilo farragoso característico de la literatura rusa del régimen, muy agradable. Y lo ha sido precisamente porque Sharipov te traslada al campo de batalla y logra con una narración simple y eficaz, meterte dentro de un T26 o de una trinchera. Zhukov, correspondiendo a su papel en la jerarquía, relata la contienda desde un punto mucho más estratégico y frío.

Aquí, respecto a la literatura occidental, sea alemana, británica o estadounidense, los papeles están intercambiados. No es Wittman el que irrumpe en una columna para apisonarla con su Tiger, sino Popov o Karlo, los cuales logran introducir sus máquinas en las formaciones enemigas y darles la del pulpo. No son paracaidistas especialmente entrenados los que toman un puente, sino un grupo de soldados normales liderados por el Capitán Kotov los que lo asaltan pasando por cuchillo a sus vigilantes. Y los que flaquean, los que huyen, los que cometen torpezas, y los que pierden carros a mansalva son, por supuesto, los alemanes. Sin duda, para quien esté harto ya de la prepotencia habitual en la literatura bélica que conocemos todos, este libro le supondrá toda una novedad al narrarlo todo desde el otro punto de vista. También rompe moldes en otros aspectos, como el hecho de que Cherniakovski se preocupara sobremanera por las pérdidas humanas y se esforzara por pulir su plan de ataque hasta el punto de no dormir ni un minuto. La entrevista entre Eisenhower y Zhukov permitió el asentamiento de este tópico. Pero los tópicos son lo que son y no todos los comandantes soviéticos se llamaban Zhukov.

Otro detalle que se puede encontrar en el libro es a un Stalin muy presente, especialmente conforme Cherniakovski va escalando la jerarquía. Pero Stalin está presente como interferencia, como poderosa presión añadida a la que ya sufre de por sí un Comandante de Frente, dada la responsabilidad la cual, por cierto, está magníficamente plasmada por Sharipov.

Como punto final a este análisis, insistir en que el libro merece la pena tenerlo en la biblioteca. Puede que algunas vivencias personales resulten hasta inverosímiles pero, aparte de que esto es un mal común en este tipo de libros, sea cual sea la nacionalidad, ofrece una imagen poco conocida de la guerra al ofrecer el punto de vista soviético de las operaciones y batallas acontecidas. Otra visión que resulta necesaria para alcanzar una comprensión más profunda de estos capítulos de la historia. Y es que Cherniakovski, el Comandante de Frente más joven del RKKA, de los que mejor comprendían el arte moderno de la guerra, resulta casi desconocido para la mayoría de aficcionados. Tras leer esta biografía, uno se da cuenta de que era una especie de Rommel soviético, siempre en la vanguardia con sus tropas para animarlas y comprobar qué sucedía realmente en la batalla.