Publicado: Mié Ago 29, 2018 11:38 am
por grognard
Mafalda de Saboya, la princesa italiana que murió en un campo de concentración nazi
En la barraca 15 de Buchenwald pasó sus últimos días la segunda hija de Víctor Manuel III, penúltimo rey de Italia. Así fue su ascenso y caída en la Alemania de Hitler
E.Bárcena - MADRID
Actualizado: 27/08/2018 12:49h


Cuando Elena de Montenegro dio a luz a su segunda hija, eligió para ella el nombre de Mafalda, sin saber que miles de italianas nacidas en la segunda mitad del siglo XX se llamarían así en honor a la trágica vida de la princesa.

Mafalda de Saboya nació el 19 de noviembre de 1902 en Roma. De fuertes convicciones católicas, a los 23 años contrajo matrimonio con Felipe de Hesse-Kassel, sobrino de Guillermo II de Alemania. Era el año 1925, habían pasado tres desde la Marcha sobre Roma que había alzado a Benito Mussolini al poder con el beneplácito del rey italiano.

El marido de la princesa Mafalda era un gran admirador del dictador italiano y de sus ideas fascistas. Por eso, cuando Adolf Hitler se hizo con el poder en Alemania, no dudó en alistarse en el partido. En 1934, Felipe de Hesse-Kassel era nombrado gobernador de la provincia de Hesse-Nassau y la familia al completo se trasladaba a Alemania: Felipe, Mafalda y sus cuatro hijos (Moritz, Heinrich, Otoo y Elizabetta).

De Mafalda a Frau von Weber

En 1943, apellidarse Saboya dejó de ser un privilegio para convertirse en una condena. Cuando Víctor Manuel III sustituyó a Mussolini para declarar un armisticio, Hitler se sintió traicionado y puso en marcha la «Operación Abeba» para capturar a los miembros de la familia real.

Mafalda de Saboya fue detenida en Roma por la Gestapo y llevada a Berlín con la promesa de que allí vería a su marido, quien se encontraba ya en el campo de concentración de Flossenburg, acusado de traición. La princesa fue llevada al campo de Buchenwald, donde la encerraron en la barraca 15 bajo el nombre de Frau von Weber.

Se calcula que en Buchenwald murieron 56.000 personas. Las condiciones no eran diferentes a las de otros campos de concentración -frío, escasez, hambre, humillaciones-, pero la princesa italiana todavía disfrutaba de algunos privilegios en comparación con los presos judíos. Mafalda comía pan negro, mantequilla y sopa, además tenía una cuidadora, María Ruhnau, una testigo de Jehová a quién, según la escritora Cristian Siccardi, autora de la biografía «Mafalda di Savoia» (Paoline Editoriale Libri, 1999), la princesa le regaló su última posesión de valor: su reloj.

Tortura médica

Un año después de su llegada al campo, los aliados bombardearon la barraca de Mafalda de Saboya. Ella había corrido a esconderse en las trincheras, pero no fue suficiente para evitar heridas en todo el cuerpo. María Ruhnau ayudó a la princesa a trasladarse a la enfermería, donde comenzó una tortura médica de cuatro días que terminó en su muerte.

Primero, el médico retrasó a propósito la operación que podría haber salvado la vida de Mafalda. Cuatro días de dolor después, la gangrena obligó a la amputación de su brazo izquierdo en una cirugía negligente. La devolvieron al barracón sin más atenciones ni ayuda, y allí fallecía el 28 de agosto a los 42 años. Fue enterrada en una fosa común, en un ataúd en el que podía leerse «262. Una mujer desconocida».

No fue hasta un año después, tras la rendición de Alemania en 1945, cuando su familia era notificada del fallecimiento de Mafalda de Saboya. Tras recuperar sus restos, fue sepultada en el castillo de Kronberg.

Fuente: https://www.abc.es/estilo/gente/abci-ma ... ticia.html


INFORMACION COMPLEMENTARIA

Frau Von Weber o la princesa Mafalda de Saboya
La Landgravina de Hesse adoptó su alias en un campo de concentración.
Los miembros de la SS la llamaban de forma despectiva «Frau Abeba», es decir, «Señora Flor».
Por Amadeo-Martín Rey y Cabieses/ Doctor en Historia.
27 de agosto de 2018. 09:34h


La princesa Mafalda de Saboya fue deportada durante la Segunda Guerra Mundial al campo de concentración alemán de Buchenwald. Allí fue registrada con su verdadero nombre. Sin embargo, fue pronto rebautizada por razones políticas con un anónimo «Frau von Weber».

Allí murió el 28 de agosto de 1944 tras un bombardeo de la aviación estadounidense realizado cuatro días antes y en el que sufrió una fuerte hemorragia en un brazo a la altura del hombro, con el hueso expuesto, que le fue amputado con demasiado y premeditado retraso, lo que le costó la vida. De su muerte fue informado el Reichführer Heinrich Himmler, que había firmado la orden de internamiento. En su tumba, en un ángulo del campo de Buchenwald, pusieron «262-eine umbekannte Frau», mujer desconocida. Goebbels la llamaba «animal intrigante» y en su enterramiento se le negó hasta el nombre ficticio con el que vivió en el campo de concentración.

En realidad, en Buchenwald no murió ni había sido jamás internada ninguna mujer llamada Frau von Weber. Diez meses antes, hacia mediados de octubre de 1943, dos oficiales de la Gestapo de Berlín habían trasladado al lager, a bordo de un Daimler negro, a una de unos cuarenta años para la cual exhibieron una orden de internamiento firmada personalmente por Himmler. En el documento la prisionera era llamada «Prinzessin Mafalda von Hessen, geborene Prinzessin von Savoyen», y como tal fue registrada en Buchenwald por el Sturmcharführer Hans Pardhuhn.

Interna especial

Pocos días más tarde, éste hubo de anular precipitadamente en sus registros los datos identificativos de la nueva prisionera, asignada para entonces al sector de «internados especiales», el «barracón de aislamiento nº 15», habitación 9, fuera del campo y oculto en medio del bosque, donde compartía prisión con personalidades como Edouard Daladier, el ex primer ministro francés Léon Blum, el general Gamelin, Paul Reynaud, Georges Mandel, el expresidente del Partido Socialdemócrata Alemán Rudolf Breitscheid, el industrial Fritz Thyssen o la familia del coronel conde Claus von Stauffenberg, ya ejecutado por haber intentado asesinar a Hitler. Órdenes superiores venidas directamente del cuartel general del Führer en Rastenburg impusieron que se ocultase a todos su verdadera identidad, rango y procedencia. Mafalda de Saboya, princesa de Hesse-Kassel, hija del rey de Italia Víctor Manuel III, se convirtió así en Frau Emy von Weber. Las SS habían preferido llamarla despreciativamente «Frau Abeba». Abeba en realidad significa «flor» en amhárico, la lengua de Etiopía, uno de los reinos que estuvieron bajo la corona de su padre. Y fue elegido por los nazis para recordar el desprecio que el periclitado imperio de la Italia de Mussolini inspiraba a los alemanes al final de la Segunda Guerra Mundial. Éstos denominaron «Operación Abeba» a la caza de la familia real italiana después de la invasión aliada de Sicilia y de que Víctor Manuel III depusiera a Mussolini, lo que había enfurecido a Hitler.

Por otra parte, muchos piensan que el apodo de la princesa Mafalda era Muti, Mutty o Mutti. Y están en lo cierto. Así la llamaban sus padres. Curiosamente, Mutti es el diminutivo cariñoso de «mamá» en alemán, por lo que continuó siendo llamada así por sus hijos y también por su marido el landgrave Felipe de Hesse -convertido en 1968 en Jefe de la Casa de Hesse-, que también la llamaba Mauve. Esto se debía al color malva o lila que ella prefería sobre ningún otro y que se adaptaba tan bien a su piel clara y a sus cabellos castaños así como a la delicadeza de sus sentimientos.

LA FECHA

22 de septiembre de 1943. Ese día, Mafalda fue hecha prisionera por los alemanes en su Villa Polisena, acusada de traición. De allí fue trasladada al campo de concentración de Buchenwald, en Turingia, donde se alimentaría de pan negro, mantequilla, un sustituto del café sin azúcar y sopa de carne y cebada. Su valentía y penurias fueron llevadas a la televisión en 2005 en la película «Mafalda de Saboya, el coraje de una princesa».

SU CARÁCTER

Mafalda no comulgaba con las ideas fascistas de su marido. En efecto, Felipe se afilió al Partido Nacional socialista Alemán y a las SA y en 1934 fue nombrado gobernador de Hesse-Nassau, pero Mafalda rechazaba la idea de instalarse en una Alemania como la de Hitler. Era una apasionada de la música y el arte y enormemente caritativa. Durante la guerra no dejó de visitar a los soldados heridos como hacía su madre, la reina Elena. Y en el campo de concentración compartía la poca comida que le daban con quienes tenían más necesidad de ella. Hoy reposa en el cementerio del castillo de Kronberg, de los Hesse, cerca de Frankfurt, y su memoria sigue viva en el corazón de muchos italianos.

Fuente: https://www.larazon.es/lifestyle/la-raz ... GK19643072