Publicado: Sab Oct 11, 2014 9:13 pm
por Ramcke
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Fuente Imagen: "Colditz: Oflag IV-C", de Michael McNally, editado por Osprey Publishing.





Título: "Colditz: Oflag IV-C"
Autor: Michael McNally
Ilustraciones: Peter Dennis
Editorial: Osprey Publishing Ltd (Colección Fortress)
Páginas: 64
Idioma: Inglés
Año de Edición: 2010 (1ª Edición)
ISBN: 9781846035838



Sinopsis:

"Inmortalizado por el cine y la literatura, el Castillo de Colditz construido en el siglo XIV, es recordado no tanto por resistir grandes asedios y por antiguas leyendas medievales de caballería, como por su más oscuro pasado, cuando fue convertido por los nazis en campo de prisioneros de guerra, denominado Oflag IV-C. Como campo de prisioneros ya había sido utilizado durante la Primera Guerra Mundial, ganándose una merecida fama de prisión de máxima seguridad, de donde era imposible evadirse. Pero esa fama iba a ser destrozada por el ingenio de los oficiales prisioneros internados allí. Este libro repasa la historia de Colditz, los métodos que los alemanes utilizaron para mantener encerrados dentro de sus impresionantes muros a los prisioneros y las técnicas de evasión que éstos emplearon para escapar."





Comentario personal:

Se trata de un libro ameno, interesante con multitud de datos de lo más curioso, que hace un repaso bastante completo, de la historia del Castillo de Colditz durante la Segunda Guerra Mundial. Se hace un bosquejo histórico de la fortaleza, desde sus orígenes en la Edad Media, hasta su utilización como baluarte de los teutónicos frente a los pueblos eslavos, residencia real, sanatorio mental, campo de prisioneros de guerra durante la Primera Guerra Mundial, campo de reeducación nacional socialista, prisión de máxima seguridad para oficiales prisioneros aliados y una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, sería usada por los soviéticos como campo de tránsito para personas desplazadas hasta 1949, donde Colditz sería administrado por las autoridades de la República Democrática Alemana y transformado en un hospital y escuela de enfermería. Más recientemente, en sus instalaciones, hay un hotel, un museo de la fuga que enseña a los visitantes todo lo relacionado con el castillo como prisión para oficiales aliados durante la SGM, además de un centro cultural donde la Academia de Música de Sajonia tiene su sede.

El libro obviamente se centra y explaya en el período comprendido entre 1939 y 1945, en donde obtuvo toda su fama que posteriormente, se vio reflejada en libros, películas y hasta en juegos de mesa. Además de los aspectos históricos, también se hace hincapié, en los detalles arquitectónicos y sucesivas reformas del Castillo, que llevaron a convertirlo en un lugar realmente impresionante, con muros en algunos sectores de hasta 4 metros de espesor, los edificios de unos 12 metros de alto que rodean los dos patios interiores, ventanas enrejadas por doquier, reflectores en los tejados, doble recinto amurallado protegido con un foso, y por fuera de la muralla, una valla de alambre de espino de unos 3.6 metros de alto.

Muy interesante, es la descripción que se hace de las disposiciones alemanas de seguridad dentro del campo, como las rutinas de las patrullas, horarios de recuento de prisioneros, despliegue de centinelas en los tejados y garitas, patrullas con perros pastores alsacianos a lo largo del perímetro, registros en dependencias de los prisioneros, etc...También es de interés la compleja trama burocrática que hacía funcionar el campo, con intérpretes y traductores, oficiales jurídicos, oficiales médicos y ayudantes sanitarios, personal militar administrativo, oficiales auditores, personal de cocina y hasta había un fotógrafo local en nómina, que era el encargado de llevar un archivo fotográfico del campo.

Más adelante, se nos describe la llegada de los primeros prisioneros al campo en noviembre de 1940, siendo éstos los oficiales polacos, a los que pronto se les unirían franceses, británicos (además de canadienses, australianos, neozelandeses y hasta un indio), holandeses, belgas y yugoslavos. La mayoría de ellos, habían sido trasladados a Colditz, porque ya se habían fugado de otros campos con anterioridad. Y a partir de aquí, hasta el final del libro, se nos va explicando las distintas técnicas para evadirse que los prisioneros utilizaron, desde túneles, disfraces, descolgamientos por la muralla, fingimiento de enfermedades para ser evacuados y poder fugarse durante el traslado, fingimiento de enfermedades mentales, ocultamiento en sacos de ropa sucia y en camiones de suministro, evasiones a través de las alcantarillas, entre otras.

También se relata cómo los prisioneros se organizaban en “Comités de fugas”, para obtener documentación falsa, brújulas, alimentos, ropa de civil, horarios de trenes, mapas, herramientas para la fuga, dinero, y cualquier objeto útil para la evasión. Las autoridades alemanas del campo, llegaron a montar un pequeño "museo de la evasión", recopilando todo tipo de objetos, herramientas y útiles que confiscaban en registros a los prisioneros y que les servían para adiestrar a los guardianes y centinelas alemanes recién llegados a Colditz.

Como era de esperar no todas las fugas tenían éxito, y muchas de ellas fueron abortadas a las pocas horas de haberse producido, siendo sometidos los prisioneros capturados a un régimen de aislamiento entre 15 y 30 días en celdas de castigo. Y por supuesto, se cuentan la mayoría de fugas exitosas que tuvieron lugar a lo largo de toda la guerra, alguna de ellas realmente increíble, casi rozando lo fantástico, ya que los prisioneros fugados acababan llegando a Suiza, España e incluso Suecia por sus propios medios. Algo asombroso.

Al ir finalizando la guerra, y Alemania retirándose de todos los frentes, las condiciones en el campo empeoran, y gracias al comportamiento del comandante alemán del campo, se evita que éste quede bajo la administración de las SS y que éstas pudieran saltarse la Convención de Ginebra y asesinar libremente a los prisioneros. Al final, en abril de 1945, el Castillo de Colditz es liberado por el Ejército de EEUU, poniendo fin al infierno que los hombres encerrados en él vivieron durante años.


En definitiva, es un libro entretenido, lleno de datos curiosos, salpicado de anécdotas de uno y otro bando, con una buena colección de fotografías del Castillo, de los oficiales prisioneros que allí “residieron”, y de los guardianes alemanes, que se lee con facilidad y que inevitablemente nos retrotrae a la mítica serie de TV “La Fuga de Colditz”.





Saludos