Publicado: Vie Ago 28, 2009 2:56 pm
por Anibal clar
Hola a todos.
Para mis acólitos el


CAPITULO 6

Ulrich se sentó en la mesa junto a Hans.
- ¿pero qué haces aquí?
- Eso tendría que preguntarte yo, que llevas muerto varios años.
- No había más remedio. Mi desaparición y supuesta muerte en el oasis de Msus con el 8º de ametralladores, en los albores del Afrika Korps, no era sinó un plan estudiado del abwehr. Caí prisionero de los ingleses y enseguida me ofrecí a colaborar con ellos, supuestamente, ya que en realidad yo era un agente alemán. Así estuve, pasando informes a los ingleses de movimientos del Afrika Korps, movimientos sin importancia y otras cosas menores, pero a su vez dando información a mis contactos alemanes de la composición de unidades británicas en el norte de Africa y cosas así. Fui un agente doble. ¿y tú?
Hans Wiesse se olía algo extraño y decidió ser prudente. Mintió deliberadamente.
- Yo me vi implicado en el atentado del 20 de julio y desde entonces estoy implicado, con la gestapo detrás de mi.
Intento llegar a Sudáfrica, desde donde mis contactos me enviarán a Estados Unidos.
Ulrich Böhmme le miró compadeciéndolo. De repente dijo:
- El verdadero motivo de mi presencia junto a los británicos en El Cairo era preparar un complot para asesinar a Hitler. Los británicos me ayudaron. Los explosivos del maletín de Stauffenberg los conseguí yo. Como sabes Canaris está implicado, y yo, como agente del Abwehr, también.
- Increible, exclamó Wiesse (pensaba para si cómo acabar con aquel traidor)
- Hans, creo que podré ayudarte a llegar a Sudáfrica. Yo estoy aquí, en El Aaiun esperando a una legación australiana. En cuanto comamos te llevaré al lugar que tenemos aquí como tapadera.
Comieron en silencio. Al terminar salieron de aquel lugar.
Caminaron por aquella población de casas blancas y bajas, donde siempre hacía sol.
Llegaron a una casita casi al límite de la ciudad.
Era una peña de un equipo de fútbol, el Real Madrid.
- Ésto es lo que usamos como tapadera, pasa.
Ambos individuos entraron al local. Había allí varios árabes, autóctonos de la zona. Toda aquella decoración sorprendió a Wiesse (que por otro lado era simpatizante del Bayern Munich).
Ulrich estuvo hablando con los árabes, y al concluir, se dirigió a Hans.
- Fíjate que estraordinaria casualidad, ha habido un cambio de planes y debo recibir a esos australianos en Durban, Sudáfrica. Debo ir hasta allí. Cuando regrese la semana que viene, serás entonces tú el que vuele allá. Ya lo he preparado todo. Mientras, te hospedarás en una fonda que te indicarán los compañeros. Yo salgo de viaje esta tarde en un avión de Su Majestad con valija diplomática. Con 2 escalas, pronto estaré en Durban.
- Perfecto Ulrich, te acompañaré al aeródromo.
- Bien.
Ulrich preparó el equipaje, recogió a Hans y se encaminaron al aeródromo. Al llegar allí, pasaron a una pequeña habitación y esperaron sentados a que el avión estuviese listo. Había al lado una pocilga llena de cerdos, parecían hambrientos.
Ambos estaban solos.
- Ulrich.
- Dime.
- Cuando llegue a Sudáfrica, conseguiré que Alemania gane la guerra.
- ¿cómo?
Esa fue la última pregunta del sorprendido Ulrich Böhmme. Recibió de su compañero un certero golpe en la nuez que le partió la traquea y se ahogó en su propia sangre.
A toda prisa, Hans cogió el cadaver y lo llevó donde estaban los cerdos. Lo dejó caer allí y aquella bestias hambrientas se abalanzaron como un rayo, empezando a devorar al muerto.
Pronto no quedarían ni los huesos.
El avión aterrizaba e hizo el relleno de combustible.
Un oficial inglés bajó del mismo y se dirigió a donde estaba Hans Wiesse.
- Good Afternoon Sir, pleased to meet you.
Wiesse respondió muy caballerosamente.
-Supongo que es usted...
- Si, soy Ulrich Böhmme (Hans esbozó una sonrisa)
- Perfecto Sir, no tenemos tiempo que perder, subamos al avión.
- Desde luego, no tenemos tiempo que perder.
Hans Wiesse había suplantado la personalidad de su otrora amigo, y acompañado del inglés, subió al avión que les esperaba. Quien le iba a decir a él que el enemigo le iba a llevar a Sudáfrica.
La puerta del aparato se cerró tras ellos y el artilugio comenzó a rodar por la pista del aeródromo.
Hans Wiesse estaba bastante satisfecho.

Continuará