Publicado: Lun Ago 24, 2009 10:43 pm
por Bitxo
II.

Baranov era un buen soldado. Iliá ya se había fijado en él cuando daba sus charlas pues siempre prestaba gran atención a cuanto decía. Cuando oía dudas o quejas de sus compañeros, reafirmaba cuanto había dicho el politruk. Pero no sólo era un buen soldado porque estuviese convencido de su causa, sino que además poseía buenas habilidades para el manejo de armas y explosivos. Y un valor increíble. Cuando Iliá se interesó por él, los soldados le contaron historias de decisión y destreza. En una salida para colocar minas, Baganov no se quedó contento con el trabajo realizado y ordenó a sus hombres adentrarse en territorio hostil para sabotear la línea férrea. Colocando la mina bajo el raíl, se acercó un tren cargado de alemanes. Los dos soldados que acompañaban a Baranov se escondieron de inmediato en un bosquecillo de abedules, pero él se quedó junto a la vía terminando de colocar la mina y sólo salió corriendo cuando el tren estaba ya muy cerca. Los alemanes comenzaron a disparar pero de inmediato la locomotora sufrió una sacudida e inició la frenada. El primer vagón descarriló por efecto de la brusca frenada y el hueco que la explosión había hecho en el raíl. El segundo vagón también descarriló mientras aplastaba al primero. Para cuando los alemanes se rehicieron, el grupo de Baranov corría como perseguidos por el diablo hacia el campo donde habían colocado las minas. Avdeev, quien le contaba esta historia, se emocionaba y abría sobremanera los ojos al recordar cómo las balas segaban el aire a su alrededor. Entonces giraron dejando el campo minado entre los alemanes y ellos, y los alemanes sintieron la lógica fatal de continuar recto hacia ellos para atajarles. Avdeev confesó que el miedo ante la seguridad de la muerte aflojó de tal manera sus piernas que más que correr levitaba. Cuando un alemán pisó una mina y explotó se detuvieron y ellos pudieron oír sus gritos de advertencia del peligro ya internándose en el bosque. Baranov es muy duro, afirmaba Avdeev más bien molesto. Iliá estaba contento de poder contar con Baranov. Además, pensó, así podría conocer mejor a aquel hombre. Afortunadamente sería él quien comandase la salida y podría limitar su excesivo ardor.

- Hola Baranov, ¿quieres un papirosi?

Baranov se tensó e Iliá se arripintió de haberle ofrecido tabaco. Hacía un momento Vasili le había ofrecido vodka como preámbulo a una posible muerte.

- Gracias, camarada politruk. ¿Qué desea usted de mí?

Baranov no era tonto. Era un partisano veterano, otro superviviente de la matanza del cerco, tal y como la recordaban todos aquellos soldados que un día pertenecieron al 56º o al 48º de Rifles.

- Vasili me ha encomendado una visita a Potapov.
- ¿Sólo eso?

Iliá se preguntó si a Baranov le parecía poco o si es que sospechaba que había algo más.

- Tenemos que pedirle comida y preguntarle por los alemanes y por Rogov.
- Ese maldito Rogov…

Hubo mucho odio en las palabras de Baranov. Rogov era un comerciante de Baranavichy que se había vendido a los alemanes. Según contaba Kuchma, el hijo de un granjero de Lokhozva, Rogov llegó con sus hombres para registrar, interrogar y llevarse cuanto pudiesen. Bondarchuk, el padre de Kuchma, había tratado de contentarles con vodka, como de costumbre. Pero ese día Rogov ya venía muy borracho de otras granjas y quería algo más que aguardiente. Bondarchuk ya había dado cuanto había podido a los partisanos de Vasili y apenas le quedaba para él y su familia. Rogov se enfureció tanto que golpeó a Bondarchuk y ordenó a sus hombres que arrestaran a Nadia, la hermana de Kuchma. Entonces este se rebeló y trató de ensartar con la horca a uno de los milicianos. Lo único que logró fue recibir una paliza y ser conducido afuera del villorrio para ser ejecutado. Sacando fuerzas de la desesperación, logró zafarse de sus captores y huir en una alocada carrera entre bosquecillos de abedules y trigales. Rogov tuvo que contentarse con Nadia, a quien se llevaron a Baranavichy.

- Escoge a tres hombres. Diles que saldremos antes del anochecer.

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