Publicado: Sab Jul 11, 2009 3:06 pm
por Anibal clar
Vamos con la continuación.

Capítulo 1

En una oficina de los servicios de seguridad del Reich, un coronel y un general discutían sobre la elección de una persona.
El asunto de la búsqueda del mineral Erz Janssen Glacis era alto secreto, incluso dentro de la propia Alemania. Se trataba de encontrar a la persona adecuada para enviarla a buscarlo. Los científicos habían dicho que con sólo 3 kilos del dichoso mineral podrían arreglarse, porque las cantidades que se necesitaban para fabricar el Tritón 85 eran mínimas.
Sin embargo alguien tendría que desplazarse fuera de Alemania a buscarlas, sin levantar sospechas de los servicios de inteligencia enemigos, coger el mineral y regresar a la patria, burlando todos los bloqueos imaginables, porque el pais estaba prácticamente rodeado por todas sus fronteras.
Ese alguien debería ser una persona altamente cualificada, rápido, escurridizo, que supiera manejarse en multitud de entornos diferentes.
El coronel sacó una foto de su cartera y se la mostró al general.
- Éste es nuestro hombre. El Hauptmann Hans Wiesse.
- ¿y cuales son los méritos de éste hombre? respondió el general
- Pertenece a la división Brandemburg, es un especialista en operaciones especiales, valga la redundancia. Domina a la perfección 3 idiomas, el alemán, inglés y francés, los habla sin acento. Conoce bien la ideosincrasia de los ingleses, estudió 4 años en Cambridge, además estuvo en el equipo de relevos en las olimpiadas de Berlín, por lo que se trata de una persona físicamente perfecta. Maneja el cuchillo con gran habilidad, podrá hacerse pasar por quien quiera, le tenemos preparados pasaportes falsos con varias identidades de 7 países distintos. Es la persona indicada para que nos traiga el Erz Janssen Glacis.
- ¿cree usted, herr oberst, que nuestro hombre conseguirá llegar al objetivo, hacerse con el mineral, y llegar con él sin novedad a Alemania?
- No me cabe la menor duda, herr general.
- ¿Dónde se encuentra exáctamente el objetivo?
- En Pietersburg, en el interior de Sudáfrica.
- Es una auténtica locura mandar a un hombre sólo hasta allí. El futuro de toda una nación no puede quedar a tal albur.
- Sin embargo, no tenemos otros medios, herr general. Pero Hans Wiesse lo conseguirá. Traerá el mineral.
El general dudó. Paseó por la habitación mesándose el cabello y pasándose la mano por la barbilla. Así estuvo unos minutos, dando vueltas sin parar por la estancia.
Al fin se detuvo y miró fijamente al coronel. Le espetó muy secamente:
- Que hagan venir a Hans Wiesse.
El coronel esbozó una sonrisa y salió apresuradamente de la estancia.

Continuará