Publicado: Dom May 20, 2018 2:11 pm
por Domper
Ya que hubo el otro día problemas con el foro, hoy ración doble.

Que la Central ya no siguiese a los agentes rusos liberaba recursos para mantener bajo control al resto de los espías. Gerard, siguiendo aparentemente las instrucciones de Schellenberg, ordenó que las operaciones debían seguir con cautela aun mayor de la habitual y evitando cuidadosamente cualquier incidente. No habría detenciones ni siquiera de los pillados in fraganti; en tales casos los agentes de la Central tenían que mirar hacia otro lado. Si los rusos mandaban más hombres, se les observaría desde lejos sin interferir. Podía ser un problema si intentaban contactar con las redes que la Central ya controlaba; en ese caso los dobles agentes sufrirían oportunos accidentes; que fuesen reales o figurados dependería de su colaboración.

De todas maneras Gerard ordenó que se siguiese controlando los envíos de «muebles» pues era la manera de conocer los grupos que se preparaban para la insurrección. Asimismo mandó que Joli sustrajese otro de los carretes que circulaban por sus manos y que lo sustituyese por otro indistinguible. Para asegurarse de evitar cualquier trampa, tuvo a un orfebre trabajando durante horas reproduciendo los arañazos que tenía el cartucho de película que se pretendía reemplazar. Luego el rollo de película velado siguió el curso habitual, mientras el sustraído pasaba a los laboratorios de la Central. De nuevo, solo contenía fotografías anodinas de calles. Tan solo en una se veía el perfil de las torres de un gran edificio religioso, seguramente una catedral. Pero los limitados conocimientos de arte de Gerard no le permitían identificarlo. La Central iba a precisar ayuda de la Universidad de Berlín.

Las máquinas del sótano seguían con sus tareas, pero de vez en cuando efectuaban las búsquedas que les encomendaban los agentes —mejor dicho, las agentes pues eran casi todas mujeres— que la Sección había infiltrado en la Central. Especial atención recibieron los adinerados empresarios que se relacionaban con Schellenberg; estudiando el flujo de dinero tal vez se pudiera saber si además de los «carteros» el general controlaba a más hombres. La sección también confeccionaba listados de los nuevos subordinados del general. Muchos eran matones. A otros Gerard ya los conocía, pues se trataba de esos antiguos agentes de inteligencia que la Central había admitido gracias a las «recomendaciones» de Schellenberg. Entre los carteros también había bastantes soplones y demás gentuzas de los bajos fondos. Las listas no estaban completas pues esos elementos preferían el dinero contante y sonante y no resultaban fáciles de detectar, pero tampoco importaba demasiado: los más peligrosos eran los de la Central y Gerard ya los tenía fichados. El lumpen podía ser brutal pero no tenía acceso al poder.

Gerard iba a seguir comprobando que no hubiese más agencias secretas aparte de la suya, de la Sección y de los carteros. No había encontrado indicios tras una búsqueda exhaustiva, lo que casi había despejado sus dudas. Pero el estado normal de un agente secreto es la paranoia y, como buen paranoico, sospechaba de todo y buscaba conspiraciones en todos los rincones. La confianza es una cualidad deseable en las relaciones humanas, pero era un vicio letal en el mundo del espionaje.

En cualquier caso, Gerard echaba en falta cada vez más un enlace directo con los miembros del Gabinete; depender de Schellenberg no contribuía a su tranquilidad de espíritu. Había descartado el abordarlos directamente pues ¿Qué podría decirles? ¿Qué dirigía una agencia secreta organizada por Schellenberg y que sospechaba de su jefe? No le creerían; lo tomarían por loco o por un envidioso que quería desplazar al general. Además los infiltrados de Schellenberg en la Central no le perdían ojo, y si sospechaban algo, serían Nicole y Marcel quienes pagasen las consecuencias. La Sección tenía recursos, y había preparado una operación para ponerlos a salvo, pero llevaría horas y no podría adelantarse a una llamada telefónica.

Gerard no estaba en su puesto por carecer de recursos. Ya estaba preparando un canal de comunicación. Aun no estaba listo pero sería el más seguro.