Publicado: Dom Abr 29, 2018 5:52 pm
por Domper
No hubo avisos de que la flota combinada iba a salir; simplemente, un buen día no se permitió que los francos de servicio descendiesen a tierra. Los marineros que iban llegando desde Algeciras, fuese descansados o con ojeras, iban directamente a sus puestos de combate. Salvo los que presentaban excesiva inestabilidad producto de la cata de caldos finos y licores, que pasaban al sollado para dormir la mona. A mediodía empezaron a salir los barcos al mar: primero las divisiones de cruceros —si había minas que fuesen ellos los primeros en catarlas—, luego los acorazados italianos, finalmente los alemanes. Desde mi puesto en la dirección de tiro el espectáculo era impresionante. Después de salir del puerto militar recorrimos la preciosa bahía de Algeciras mientras mirábamos con aprensión al Peñón. Ya sabíamos que había sido el chivatazo de un observador lo que había propiciado el revés de Larache y la pérdida del Scharnhorst. Tal vez no quedasen más ojos vigilantes en la Roca, pero seguro que la costa bullía de espías pagados por los ingleses. Por si había alguna duda los sistemas del Tirpitz detectaron las emisiones de varias radios de baja potencia. No se pasó el aviso a la costa pues seguramente ya estaban a la caza de los espías; pero todo indicaba que los ingleses sabrían de nuestra salida.

Los barcos se adentraron en el golfo de Cádiz, alejándose de la costa. Pero en cuanto se hizo de noche una tras otra las divisiones viraron para dirigirse de nuevo al Estrecho, que cruzamos en medio de la oscuridad. Al amanecer estábamos cerca del islote de Alborán, una roca deshabitada situada entre Málaga y Melilla. Ahí nos dispusimos a esperar.