Publicado: Lun Mar 12, 2018 1:11 am
por Domper
Estas reflexiones me preocupaban pero solo los pocos minutos que mi apretada agenda me dejaba libres. Seguía asistiendo a las reuniones del Gabinete como delegado del regente, aunque sin voz ni voto; solo actuaba como testigo de las deliberaciones. Pero con la celebración de Metz aproximándose eran cada vez más frecuentes. En ellas Von Papen relataba las últimas nuevas que llegaban de París, donde Adenauer seguía discutiendo con los franceses. Speer le miraba arrobado —se había convertido en un firme defensor de la unidad— pero Von Manstein mantenía un semblante serio y Schellenberg hacía observaciones burlonas.

Lo cierto era que las conversaciones avanzaban a buen ritmo. Ya se había llegado a un consenso sobre los principales puntos del tratado de paz, según el cual Francia decía ser una potencia engañada por las tramas británicas —eso no se lo creían ni ellos pero si les satisfacía escribirlo, mejor— y ahora se convertía en aliada del Reich; a fin de cuentas, los ingleses se lo habían ganado a pulso atacando a traición a la flota francesa. También había acuerdo en el espinoso asunto de Alsacia, Lorena y la soberanía compartida, ya que el premio que iban a recibir, comerse toda Valonia, hacía que el sapo que se iban a tragar fuese menos indigesto. Otra cuestión problemática era la de las colonias: Romier quería que Alemania asegurase que tras la victoria se les serían restituidas íntegramente, y que Alemania colaboraría en la reconquista de las que se habían unido al rebelde De Gaulle o de las tomadas por los angloamericanos. Sobre la segunda cuestión no teníamos ningún inconveniente, aunque señalábamos lo complejo que sería intervenir en África Ecuatorial o Tahití, pero sobre el primer punto teníamos nuestras reservas, ya que otro de nuestros aliados, el Generalmínimo —la ocurrencia era de Von Manstein y siempre despertaba carcajadas— ambicionaba con quedarse media África. Algo habría que darle, y Von Papen recomendaba que se quedasen con Fez en Marruecos y Orán en Argelia, pero se trataba de posesiones francesas. No era fácil compaginar las dos exigencias, pero al final Romier aceptó que Francia tendría la palabra final en cualquier acuerdo, y que en caso de tener que hacer cesiones serían adecuadamente compensadas con las colonias británicas. Me imagino que a la memoria del francés llegó el incidente de Fachoda cuando Lord Kitchener expulsó del Nilo a una expedición francesa.