Publicado: Mar Mar 06, 2018 1:55 pm
por Domper
El traslado de las escuelas de vuelo

Una seria dificultad experimentada por los franceses y sobre todo los alemanes fue la crudeza de los inviernos de los primeros años de la guerra. El de 1939-1940 fue uno de los más fríos del siglo, y el del 40-41 no resultó mucho mejor. Gran parte de Europa se vio sometida a nevadas y heladas que supusieron la casi interrupción de las operaciones aéreas y por consiguiente, de la formación de pilotos. Francia al menos disponía de la Provenza donde el tiempo era más clemente, pero Alemania tenía pocas alternativas. Sin embargo había zonas del sur de Europa con un tiempo casi primaveral que permitía más horas de vuelo y disminuía la tasa de accidentes.

La decisión obvia fue trasladar las escuelas de vuelo a dichas regiones, especialmente cuando el fin de las operaciones en el Mediterráneo dejó decenas de aeródromos disponibles. Italia llevó sus escuelas a la Campania y a Sicilia. Las francesas ya estaban en el sur del país, pero el clima en el montañoso sur de Alemania no era mucho mejor que en el norte. El invierno también era inclemente en Rumania o Hungría, y pésimo en Finlandia. Sin embargo en España, tras su guerra civil, había decenas de aeródromos que habían quedado en desuso. Tras las correspondientes negociaciones se decidió trasladar las escuelas de vuelo alemanas a los alrededores del Mar Menor, cerca de Cartagena y de Murcia, en la costa mediterránea española. La base principal fue la de San Javier, que ya había albergado una escuela de vuelo de la aviación republicana durante la guerra civil española, pero también emplearon otros aeródromos cercanos como los de Los Alcázares, Elche y El Carmolí. El empleo fue tan intenso que para evitar accidentes se necesitó distribuirlas en una extensión mayor, y a los aeródromos del Mar Menor se añadieron los cercanos a Murcia (Alcantarilla, Totana y El Palmar) y Valencia (Manises, Chivas, Solana) en lo que llegó a ser el grupo de escuelas aéreas del Levante. También la Academia del Aire española se trasladó a San Javier, y al poco lo hicieron también escuadrillas de enseñanza rumanas y finesas. Hungría, enfrentada con Rumania por Transilvania, prefirió emplear bases italianas.

Más adelante fue también la Kriegsmarine la que llevó a la región su ala de formación. Inicialmente se había emplazado en Travemunde, en el Báltico, alegando que los portaaviones estaban en ese mar. Pero se enfrentó al mal tiempo de la región y finalmente se tomó una decisión parecida a la de la Luftwaffe: la escuela se trasladó al aeródromo de Benloch, cerca de Castellón de la Plana, también en la costa mediterránea, y solo se realizó en Travemunde el cursillo de operaciones embarcadas, hasta que la Kriegsmarine adquirió dos transatlánticos españoles de la naviera Ybarra, los Cabo de Hornos y Cabo de Buena Esperanza, antiguos President Wilson y President Lincoln. Fueron transformados en portaaviones auxiliares con una conversión espartana, ya que no llevaban hangar sino tan solo cubierta de vuelo y sistema de frenado de aeronaves. Con los nombres de Kurisches Haff y Flensburger Förde, sirvieron como buques escuela para pilotos hasta el final de la guerra, cuando fueron devueltos a su propietaria.