Publicado: Mié Ene 31, 2018 10:04 pm
por Domper
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Cañoneros antisubmarinos clase Noya

Los cañoneros de la clase Noya fueron construidos por encargo de la Armada Española durante la Guerra de Supremacía, al apreciarse la necesidad de una numerosa fuerza de buques de escolta que protegiese la navegación costera. Llevaron el nombre de pequeñas poblaciones portuarias españolas.

Historia

Durante la Guerra Civil Española los nacionales habían utilizado con buenos resultados gran número de «bous», es decir, barcos de pesca de altura, muchos de ellos bacaladeros diseñados para navegar por el duro Atlántico Norte. Al finalizar la guerra fueron devueltos a sus armadores, pero fueron de nuevo militarizados cuando España entró en la Guerra de Supremacía. Fueron destinados a proteger las costas españolas y especialmente la navegación costera en el Cantábrico, de gran importancia para el transporte del carbón asturiano que necesitaba la industria siderúrgica vizcaína.

Aun siendo unidades de circunstancias, se esperaba que diesen tan buen servicio como en la guerra civil, pero en el nuevo conflicto su rendimiento fue malo. Por una parte, se trataba de un grupo de barcos muy heterogéneo, conllevando dificultades de mantenimiento. Aunque los mayores contaban con un armamento de superficie poderoso, eran malas plataformas de tiro. Además carecían casi por completo de armamento antiaéreo, siendo presa fácil de los bombarderos británicos. Su velocidad limitada (que no superaba los 11 nudos) y la carencia de sistemas de detección modernos les impedían dar caza a los submarinos enemigos, y su armamento no podía compararse al de los destructores. En pocos meses se perdieron varios sin que consiguiesen causar daños al enemigo. Sin embargo la Armada Española solo disponía de unos pocos cañoneros que tampoco eran adecuados para la lucha antisubmarina, como demostró la pérdida del Eolo en el Golfo de Cádiz. Fue preciso mantener las flotillas de bous en el Cantábrico hasta que pudiesen ser sustituidos por buques especializados.

La Armada, conocedora de las deficiencias de los citados buques auxiliares, solicitó a la industria nacional la construcción de unidades especializadas en la lucha antisubmarina y en la protección del tráfico mercante. Por exigencia del Ministerio de Industria, Comercio y Armamentos los nuevos escoltas no debían ser construidos en astilleros militares, que se reservarían para barcos de mayor porte, sino por la industria civil, que ya tenía alguna experiencia en ese campo tras la construcción de cañoneros y guardacostas para México. Los nuevos buques debían basarse en los bacaladeros, no solo por su proverbial buen comportamiento con mala mar, sino por su facilidad de construcción, en ser unidades conocidas, y pensando en transformación en pesqueros tras la guerra. La Armada exigió una velocidad superior a 16 nudos, la mínima para poder luchar contra los submarinos enemigos.

Los astilleros Echevarrieta y Larrinaga presentaron el proyecto de un buque de escolta de sesenta metros de eslora y mil toneladas de propulsión diésel aunque podía admitir otras plantas motrices. Aunque inicialmente se dijo que se basaba en un bacaladero, posteriormente se supo que estaba inspirado en las corbetas antisubmarinas inglesas de la clase Flower, algunas de las cuales estaban siendo construidas en Francia y a cuyos planos había tenido acceso Horacio Echevarrieta, que buscaba congraciarse con el nuevo régimen tras sus relaciones con partidos de izquierdas. Incluso el armamento era similar a las Flower. Las principales diferencias estaban en el tamaño, algo mayor (mejorando ostensiblemente su comportamiento), en la superestructura y en la propulsión, ya que debían estar movidas por motores diésel más compactos, en lugar de llevar las plantas de vapor de las corbetas Flower. Sin embargo, las dificultades en el suministro de los motores hicieron que parte de los cañoneros construidos fuesen movidos por máquinas de vapor de triple expansión. Dependiendo del tipo de propulsión y del estado de los motores la velocidad variaba entre 15 y 17 nudos. También sufrió modificaciones el armamento según la disponibilidad, y algunas unidades llevaron cañones de 10,2 cm recuperados de otras unidades de la flota, incluyendo el acorazado Jaime I. Los nuevos buques fueron construidos en un plazo muy breve, y el Noya fue entregado a la Armada el 11 de agosto de 1941, siendo destinado a las fuerzas de vigilancia del Estrecho de Gibraltar.

Los Noya, al contrario que las corbetas Flower, resultaron ser barcos cómodos y marineros, apreciados por sus dotaciones. Su llegada al Estrecho de Gibraltar se acompañó de repetidos éxitos: el 17 de noviembre de 1941 los cañoneros Noya y Villajoyosa hundieron al submarino inglés P32 frente a Tarifa. En el Cantábrico, su pesado armamento les permitió combatir a las lanchas cañoneras británicas o a los aviones del Mando Costero. A medida que entraban en servicio nuevas unidades, fueron empleados en otras misiones, como lucha contra minas (hasta que fueron sustituidos por los dragaminas de las clases Guadiaro y Muga) o la vigilancia costera. A partir de 1943 se sustituyó el armamento en las unidades nuevas y en algunas de las antiguas para aumentar la capacidad antiaérea y antisubmarina. Se reemplazó el cañón de 10,5 cm por un montaje doble de 3,7 cm y se instalaron lanzacohetes antisubmarinos del tipo «Alicante». También fueron equipadas con radiotelémetros y con equipos mejorados de detección submarina.

Aunque las características de estas unidades fuesen modestas su construcción acabó siendo el programa más ambicioso al que se había enfrentado la industria nacional y requirió un gran esfuerzo organizativo, similar al que en otro campo llevó a la creación de la Industria Nacional Santa Bárbara. Se creó la Empresa Nacional de Astilleros Españoles, de capital mixto, en la que se agruparon empresas como astilleros González-Llanos, Echevarrieta, Armada, Euskalduna, Vulcano y otros. Se procedió a la construcción de nuevas gradas y a la ampliación de las existentes, así como a la formación de personal técnico. La dirección de la nueva compañía fue encomendada a Don José Luis Aznar y Zavala, miembro de una familia de navieros y constructores navales. Las medidas de reorganización permitieron aumentar el ritmo de construcción que paso de seis unidades en 1941 a treinta y cuatro en 1944, además de los torpederos de la segunda serie de la clase García de los Reyes. Tal actividad constructiva excedió las capacidades de la industria siderúrgica española siendo preciso importar grandes cantidades de acero y metales no férricos de Francia y Alemania.

El buen resultado de los cañoneros de la clase Noya llevó a que la Kriegsmarine solicitase un lote de veinticuatro unidades, que fueron entregadas a lo largo de 1943 y 1944 a cambio de ocho submarinos oceánicos. Las unidades alemanas llevaban motores diésel y fueron empleadas en la costa atlántica y en el Mar del Norte. La Kriegsmarine quedó más satisfecha de los Kanonenboot 42 (como fueron conocidos los Noya en Alemania) que de los PA-1, las corbetas francesas de la clase Flower (constituyeron inicialmente la clase Arquebuse) que habían sido intercambiadas por submarinos del tipo VII. En 1944 la Kriegsmarine adquirió doce unidades adicionales directamente a la Armada Española, canjeándolas por el crucero antiaéreo Emden, que fue bautizado Blas de Lezo. Tras la guerra los barcos alemanes que quedaban fueron empleados como guardacostas hasta mediados de los años cincuenta. Ocho fueron transferidos a la marina finesa.

Al finalizar la guerra sobrevivían cuarenta y cuatro unidades. La Armada conservó las dieciocho en mejor estado, usándolas como patrulleros. El resto fueron vendidas a armadores civiles, que las utilizaron como buques de recreo, pequeños cargueros o incluso para el contrabando. Muy pocas fueron convertidas en pesqueros, a pesar de lo inicialmente planeado, porque su potente maquinaria las hacía antieconómicas en este papel.

Características

Longitud: 60 m (en la flotación).

Manga: 9,4 m.

Calado: 2,7 m.

Desplazamiento: 1.025 Tn a plena carga.

Propulsión: 1 motor diésel MAN, 2.500 HP, una hélice.

Velocidad: 16 nudos.

Autonomía: 4.000 millas náuticas a 12 nudos.

Dotación: 57 hombres.

Armamento: Original: Un cañón de 10,5 cm, 6 de 2 cm. Dos varaderos de cargas de profundidad con 20 cargas. Modificado: Dos cañones de 3,7 cm, cuatro cañones de 2 cm. Un lanzacohetes antisubmarino. Dos varaderos de cargas de profundidad con 24 cargas.