Publicado: Jue Ene 18, 2018 11:02 am
por Domper
Fricis Smite, antes Savely Serguéyevich Tretyakov, estableció su ru-tina como trabajador inmigrante. Se acercó a la factoría de BMW de Pankow y mostró unos papeles según los cuales se le había ofrecido trabajo como tornero. En la fábrica necesitaban mano de obra tan desesperadamente que apenas miraron los documentos; poco hubiese importado pues eran tan buenos como los originales. El mejor certificado que podía aportar era su técnica, y para comprobarla le pidieron a Savely que reprodujese una pieza en el torno; el agente lo hizo a la perfección, pues no en vano había trabajado en la fábrica número 183 de Járkov antes de unirse a las fuerzas especiales. Satisfechos, lo presentaron al encargado del taller que le asignó una máquina.

—¿Fricis Smite? ¿Me enseñas tu permiso?

—No tenero, herr encargado. Deber que salir Letonia. Rusos matar.

—Pero es que sin papeles no te puedo contratar.

—¿Conseguir papeles? ¿Usted podrás hacer?

—Tal vez, pero hasta entonces solo te podré pagar la mitad.

—Parecer bien, herr.

El encargado le dio un puñado de marcos y algunos cupones para poder subsistir. Los dos sabían que el resto del salario se lo quedaría. Savely supo imitarla expresión de un pobre refugiado humillado y resignado, aunque en su interior sonreía: ese rufián no lo daría de alta y la policía no llegaría a saber de su existencia. Con la cartilla y los marcos en el bolsillo buscó un figón donde ingerir un comistrajo que pretendía ser gulasch pero que parecía hecho con serrín. Con malos modos el mesero le pidió un cupón de la cartilla; Savely se encogió de hombros y se lo entregó. No le importaba porque entre los documentos que había recibido se incluían vales suficientes para calmar el hambre de un regimiento.

Ya era noche cerrada cuando volvió al piso. Annelie le esperaba para cenar: una clara sopa de col y un embutido hecho con cartílagos y pellejo a partes iguales. Savely le entregó la cartilla reservándose solo unos pocos cupones para comer, y se retiró, sin dejar de notar como la mujer lo miraba de reojo.