Publicado: Mar Ene 09, 2018 5:57 pm
por Domper
Nicole, muero por volver a veros, por tener a Marcel en mis brazos, por lanzarlo al aire mientras el chiquillo da gritos de alegría y temor a la vez. Pero lo que realmente adoro es volver a tenerte entre mis brazos. Quiero besarte, quiero fundirme en ti.

Quiero estar contigo y cada vez te siento más próxima porque estoy logrando abrir las puertas que nos separan. Pero todavía queda una, la más fuerte, la más impenetrable: la del deber.

Nicole, algo se va a desencadenar. Los rusos, corriendo riesgos inauditos, están enviando más agentes a Alemania y todavía no he conseguido atraparlos. Son hombres ladinos que evitan el contacto con las redes que ya controlo y cuando lo hacen, toman las máximas precauciones. Hasta ahora mi herramienta había sido la paciencia. He estado preparando operaciones minuciosamente planificadas para que los enemigos caigan en mis redes sin que sus jefes lleguen a saberlo. Pero actuando tan deprisa, tan alocadamente, los soviéticos han conseguido burlarme. Quiero creer que es por un cambio de sus tácticas y no porque hayan descubierto mis manejos, pero resulta que el método que han empleado me resulta dificilísimo de impedir. Los agentes contactan entre ellos a toda prisa, arriesgando a los de menos valor para que no pueda seguir al principal. Voy a probar otros sistemas contra ellos, pero ¿recuerdas cuándo te hablaba del suplicio de Sísifo? Pues ahora estoy de nuevo al pie de la montaña, intentando subir una roca en un Berlín infestado de espías enemigos.

No solo en la capital hay espías. Me estaban preocupando los agentes enemigos que se mueven por el Reich y por Europa con total libertad. Fíjate que sigo diciendo «enemigos» pues estoy seguro de que desean la destrucción de nuestra Patria. Gracias a tremendos esfuerzos estoy consiguiendo destramar algunas redes, pero cada vez que descubro una surge otra. Acabo de descubrir indicios de la existencia de una que parece muy peligrosa, pues no está interesada ni en ejércitos ni en industrias, sino en una ciudad del norte de Francia ¿o debiera decir Alemania? Te sonará el nombre porque se celebró con alegría su reconquista. Me refiero a Metz.

¿Qué se les habrá perdido a los rusos en esa ciudad de Alsacia, pensarás? Tú no sabes la razón porque no se ha publicitado, ya que a nuestros cordiales enemigos ingleses nada les agradaría más que mandar sus bombarderos en el momento oportuno. Momento oportuno que se producirá enseguida. Te voy a contar un secreto: dentro de unos días se firmará en esa ciudad el tratado de paz y alianza entre Francia y Alemania.

Te habrás preocupado tanto como yo. Si los soviéticos están interesados en Metz justo cuando se va a celebrar una importantísima reunión, no será para enviar ramos de flores. No sé si se encargarán ellos o sus lacayos británicos, que han mostrado una desmedida afición por el magnicidio. Aunque no quiero que te alarmes en demasía: los asesinos no lo van a tener nada fácil. Tras los crímenes de Jerusalén y de Verdún, nuestros diligentes guardias duermen con la mano en la pistola, y cientos de cazas y de cañones antiaéreos protegerán los cielos de Metz. Sin embargo, las fotos que he capturado no auguran un ataque desde el aire. Un piloto no necesita conocer el trazado de las calles y la disposición de las tribunas. Un terrorista, sí.

Me he apresurado a informar al general Schellenberg, que se ha alarmado tanto como yo al inspeccionar las imágenes. Me ha felicitado por mi esfuerzo y me ha dicho que correrá a reforzar la vigilancia en la amenazada ciudad. Con los guardias alerta, el ladrón no lo tiene fácil, y he podido dormir tranquilo. Ahora volveré a mi interminable labor, a escudriñar los rincones del Reich buscando a esos espías y terroristas que Moscú nos envía.

Con todo mi amor, con toda mi pasión, te quiero, Nicole.