Publicado: Dom Ago 06, 2017 4:49 pm
por Domper
El general Guderian ofreció al regente presenciar un combate simulado. Von Lettow aceptó encantado, y casi se disgustó al saber que iba a ser sin fuego real. Es decir, peligro no habría. Comodidad tampoco, porque los árbitros empleaban semiorugas SdKfz 251, estrechos, con duros banquillos de madera y que se sacudían como batidoras. Para evitar confusiones estaban pintados con bandas rojas y negras, como los avispones; lógicamente eran apodados Hornisse. Normalmente un par de semiorugas iban con cada batallón, y algunos más se distribuían por el terreno de las maniobras. El general Von Senger invitó a Von Lettow al suyo. Guderian también subió, y como quedaba un puesto libre, el regente me hizo un gesto, explicando a Von Senger que yo también era un veterano de Egipto.

Íbamos a acompañar al batallón 501. Su misión iba a ser romper las líneas «enemigas» y luego avanzar hacia Bromberg. Era terreno casi llano salvo algunas ondulaciones, y estaba cubierto por pequeños bosquecillos y campos de cultivo abandonados. Desde el primer momento el batallón de Koertig adoptó una formación muy poco habitual: dividió sus Tiger en secciones de cuatro tanques —no de cinco como era habitual—, acompañándolos con infantería e ingenieros montados en semiorugas; pues el teniente coronel había dicho que su batallón estaba ideado para operar siempre en conjunto con otras armas, e insistió hasta que le proporcionaron un par de compañías de infantería. Estas procedían de otro regimiento que venía a Bromberg a pasar por la piedra. Delante se movían los vehículos de reconocimiento, que eran motocicletas y semiorugas, siempre cuidando con no distanciarse más de mil metros. Detrás de la línea principal estaban los vehículos antiaéreos, los auxiliares y otra sección de Tiger, para cubrir las espaldas. La compañía de Panzer III estaba dividida en secciones intercaladas con las de Tiger. Lo realmente llamativo era la gran separación entre los grupos, nada menos que doscientos cincuenta metros.

Se movían a saltos: primero las patrullas de reconocimiento se aseguraban de que el terreno estuviese libre y que podía soportar el peso de los tanques. Si era necesario, empleaban un curioso truco: un soldado subía encima de otro que se paseaba por el suelo dudoso. Si no se hundía indicaba que era apto para tanques pesados. Luego dos secciones de Tiger y otra de Panzer III se adelantaban, precedidas por los infantes y protegidas por cañones antitanques; las otras secciones se mantenían a cubierto tras alguna ondulación o bosquetes, prestas para intervenir y apoyar a las que avanzaban con sus cañones de largo alcance. Una vez «tomado» el punto —algún otro lugar donde cubrirse— se repetía el proceso. El avance, lógicamente, era lento, pero los Tiger no estaban diseñados para echar carreras.

Durante un par de horas el ejercicio fue de lo más monótono, y hasta fatigaba ver como Koertig tomaba grandes precauciones contra un enemigo que seguía sin verse. Hasta que sus patrullas encontraron a las avanzadas de Von Peter. Entonces las secciones de Tiger se mantuvieron ocultas. Se incluían las cuatro de la línea y la de reserva, que estaba detrás, y que se había formado con los tanques retirados a las otras secciones. Mientras los exploradores intentaron atraer a los contrarios al fuego de largo alcance de los tanques pesados, pero los profesores no se dejaron engañar.

Koertig había recibido la noticia del avistamiento del enemigo, pero no terminaba de fiarse. Que se hubiese localizado a las patrullas enemigas no quería decir que allí estuviesen sus tanques. Decidió adelantar una única sección —una de las dos centrales— mientras seguía esperando con las otras. Como era de esperar, las patrullas contrarias se retiraron. Las de Koertig, apoyadas por la sección de cuatro Tiger, las siguieron a distancia, hasta «caer» en una cortina de fuego antitanque. Un semioruga resultó «destruido», pero entonces los Tiger se adelantaron y además de proteger el rescate de los tripulantes, «suprimieron» los cañones contracarro disparando desde lejos. Luego emplearon sus cañones de largo alcance para acabar con las patrullas enemigas que se ponían a la vista. Figuradamente, pues solo empleaban munición de fogueo y luego los árbitros indicaban si se había acertado o no.

Rechazados los elementos de reconocimiento enemigos, Von Koertig seguía in albis. Su rival Von Peter andaba por algún sitio pero no sabía dónde. No se atrevía a enviar sus propias patrullas pues sabía lo que les ocurriría si se alejaban mucho. Podía quedarse a esperar, pero su misión no era acampar sino llegar a Bromberg. Seguro que Von Peter se estaba preparando para caer sobre él y moviéndose se lo ponía más fácil, pero no tenía otro remedio. Ordenó a las secciones de los flancos que se separasen aun más —la línea del batallón ya cubría más de dos kilómetros— y siguió avanzando a saltos. Hasta que por fin se recibió una alerta: un grupo de tanques estaba intentando desbordarle por la izquierda, pero no contaban con que la línea del 501 estuviese tan extendida y se toparon con el pelotón de Tiger del flanco. Tras «perder» cuatro blindados los profesores se retiraron. El avance del 501 prosiguió mientras el batallón contrario parecía haber desaparecido. Pero Koertig imaginaba que más allá habría alguna sorpresa. Es más, estaba seguro que los profesores mantenían alguna unidad presta a caer sobre algún despistado. Era el momento de preparar la trampa.

En primer lugar el teniente coronel miró hacia los dos lados, pensando en cual podría esconder un contrataque. Decidió que al oeste no sería pues había varios campos de cultivo amplios que le permitían ver a casi tres mil metros. Como una pequeña aldea y algunas arboledas podían tapar algún elemento enemigo, ordenó a la artillería que los batiese. Fue de nuevo algo figurado: tan solo envió un mensaje por radio, y minutos después un vehículo de los árbitros lanzó bombas de humo para simular los proyectiles.

Al este, el terreno aun parecía menos favorable para un contrataque. Pero al ojo experto de Koertig no se le escapó que un par de vaguadas que había a dos mil metros podían ser más profundas de lo que parecía, y que había algunos arbustos que podían albergar alguna sorpresa con cañón. Decidió que la fuerza principal de Von Peter se había metido ahí, y pensó en si podría atraparla con un ataque masivo. Pero las depresiones estaban demasiado lejos y los «enemigos» tendrían tiempo de escapar. Tenía que ponerles un cebo.

El teniente coronel ordenó que la sección del flanco derecho avanzase, como si por ahí no hubiese nada, pero al mismo tiempo dispuso que la sección de reserva se adelantase hacia el flanco, resguardándose tras una arboleda. Entonces comenzó la comedia: uno de los Tiger más adelantados se detuvo y pidió ayuda por la radio. Los otros Tiger siguieron adelante, y el averiado quedó separado tanto de los otros tres de su sección como del resto de la línea. Para rescatar al tanque inmovilizado, Koertig envió a sus dos Panzer IV de recuperación escoltados por una sección de Panzer III.

Al principio no pasó nada. Los Panzer III formaron un diamante para proteger a los dos Panzer IV de recuperación, hasta que llegaron y empezaron a trabajar. Fue entonces cuando surgieron dos compañías de tanques de los profesores, saliendo de ese barranco que había hecho sospechar a Koertig. Debían pensar que el Tiger averiado, los dos blindados de recuperación y los Panzer III serían objetivos fáciles… Pero el tanque averiado resucitó y empezó a disparar. La sección de reserva también se adelantó y disparó —con fogueo— contra los profesores desde dos mil metros, mientras los tres Tiger adelantados se volvían. Entonces las otras tres secciones de Tiger y las dos de Panzer III restantes, formando una larga línea, hicieron una conversión hacia el este. El fuego de larga distancia impedía que los tanques de Von Peter saliesen de la depresión, donde estaban parcialmente resguardados, pero al final, cuando los Tiger estaban ya cerca del borde, intentaron escapar a toda prisa. El alcance de los cañones Tiger no les permitió retirarse y al poco todos humeaban.

—General Von Senger, me parece que esta vez el teniente coronel Koertig se la ha jugado bien a Von Peter.

—Desde luego, Alteza, pero solo gracias al gran alcance del cañón de sus tanques.

Entonces intervino Guderian—. Desde luego que ha sido crucial, pero fíjense en la formación que ha adoptado Koertig y como maximiza la potencia de fuego. No es una táctica ortodoxa. Me gustaría hablar con ese teniente coronel.