Publicado: Jue Abr 20, 2017 12:51 am
por Domper
Javier de Mazarrasa. Los carros de combate en España. Colección Armas nº 1. San Martín. Madrid, 1977.

El Verdeja fue un carro de combate de proyecto autóctono destinado a reemplazar a los tanques Panzer I y T-26 del Ejército Español. Fue desarrollado por el capitán Don Félix Verdeja Bardales, que estaba al mando de la compañía de Carros de Combate de la Legión. El capitán Verdeja, comprendiendo la necesidad que el Ejército Nacional tendría de tanques, emprendió el diseño de un carro de combate que aunase las mejores características de los tanques Panzer I alemanes y T-26 rusos. Debido a su posición el capitán tenía acceso a los dos modelos, conocía su rendimiento en combate y sus principales defectos, y pensaba que podía diseñar un nuevo tanque que, mejorando los dos carros antes citados, pudiese ser construido por la industria nacional.

Desde un primer momento Verdeja mostró mayor visión que los proyectistas de otros países al escoger para su tanque el cañón más potente disponible: el 45L46 de origen soviético, que tenía capacidad para disparar proyectiles perforantes y explosivos. El montaje del cañón tenía gran elevación, dándole capacidad de tiro antiaéreo, algo de dudosa utilidad contra aviones pero que permitía combatir los pisos altos en los combates urbanos. Asimismo montaba dos ametralladoras ligeras coaxiales. La suspensión era una modificación de la que llevaba el T-26, que a su vez era copia de un diseño Vickers. Estaba propulsado por un motor Ford V8 de 85 HP, con el que conseguía una velocidad máxima de 70 km/h. La característica más interesante del tanque era la protección: por primera vez en la Historia se daba prioridad a la seguridad de la tripulación. También fue el primer tanque en llevar coraza sería oblicua con gran inclinación, que hacía que los 30 mm de protección máxima equivaliesen a 75 mm verticales (mayor protección que los Panzer IV alemanes). La distribución no era convencional al llevar el motor delante, proporcionando protección adicional, y la cámara de combate (con la torre) retrasada, separada por un mamparo del motor y del depósito de gasolina. La munición se almacenaba en el suelo del carro para hacerla menos vulnerable a los impactos; estas medidas hubiesen dado muchas probabilidades de sobrevivir a los tripulantes de carros Verdeja alcanzados. Además el bajo perfil convertía al Verdeja en un blanco difícil. El jefe del carro disponía de un periscopio panorámico que daba excelente visibilidad, que le permitía mantener el contacto con las tropas propias y detectar precozmente al enemigo: el capitán Verdeja sabía que la limitada visibilidad de los modelos existentes hacía que muchas veces los tanques se desorientasen en el campo de batalla o que fuesen sorprendidos por combatientes aislados: durante la guerra civil un tanque T-26 fue averiado por un legionario que dañó los radiadores con su cuchillo de combate.

El proyecto fue aprobado en 1938, pero la penuria obligó al capitán a construir su prototipo aprovechando restos desechados de otros vehículos: el motor Ford fue tomado de un camión civil, la transmisión de un Panzer I, y la suspensión con rodillos procedía de un T-26. Las pruebas del prototipo fueron favorables, recomendándose solo pequeñas modificaciones. De haberse construido en ese momento, el Verdeja hubiese sido uno de los mejores tanques del mundo: con un peso de 7 Tn, estaba mejor armado que los tanques alemanes, y tan bien protegido como los tanques de infantería ingleses.

Tras la aprobación el capitán Verdeja empezó a construir un segundo prototipo en la factoría de la Unión Naval de Bilbao. Los trabajos avanzaban lentamente debido a la escasez de recursos, hasta que la agresión inglesa de septiembre de 1941 hizo que España buscase nuevas fuentes de armamentos y se potenciase la industria autóctona. Se aprobó la construcción de 1.000 tanques Verdeja en una nueva factoría que originariamente hubiese debido construirse en Zaragoza, pero que finalmente se instaló en Valencia.

Sin embargo las grandes carencias de la industria española retrasaron la producción del nuevo tanque. El segundo prototipo no estuvo listo hasta enero de 1941, y en marzo de 1941 se inició la construcción de la primera serie de 100 unidades. Pero los objetivos que se pretendían eran excesivamente ambiciosos, y la producción simultánea de 100 carros de combate colapsó las pequeñas instalaciones de la Unión Naval del Levante. Los frecuentes apagones por falta de energía eléctrica, los retrasos en el suministro de las placas de coraza y la mala calidad de los materiales supusieron más obstáculos. En mayo se tomó la decisión de paralizar la construcción de 80 barcazas para poder finalizar cuanto antes las 20 más adelantadas. Los primeros tanques fueron entregados al ejército en julio. Se planificó la entrega de una serie más de veinte ejemplares en agosto, y otra más en septiembre.

Las pruebas de las primeras unidades de serie mostraron graves deficiencias, relacionadas con la mala calidad de los materiales y la tosca construcción: aunque el motor era fiable, la caja de cambios se averiaba con facilidad, y las ballestas de la suspensión se rompían por el pobre tratamiento térmico del acero empleado. El ejército consideró que la primera serie de Verdeja no era apta para el combate, y ordenó la finalización de otros veinte ejemplares, tomando componentes de la primera serie, y rectificando los peores defectos. La invasión inglesa de Portugal hizo la necesidad de tanques más apremiante, y a pesar del retraso que conllevó la corrección de los peores defectos, la segunda serie de veinte tanques se empezó a entregar en septiembre. Los nuevos tanques fueron enviados urgentemente a Segovia, para equipar una compañía de la Legión.

Coincidiendo con la entrega de los Verdeja, el ejército alemán cedió un gran número de tanques Panzer 38 (unos 250) procedentes de sus almacenes, así como varias decenas de cañones de asalto Marder. Los nuevos vehículos (llamados en España Pardillos y Tejones) no eran mejores que los tanques Verdeja, y especialmente la protección era deficiente. Pero estaban disponibles inmediatamente y eran más fiables. Se decidió anular la fabricación de los Verdeja tras la entrega de la tercera serie, también de 20 unidades. En su lugar se construirían diseños de origen exterior: inicialmente se consideró fabricar el Panzer 38, pero finalmente se escogió el carro de combate Lince diseñado por Ansaldo. Las barcazas que quedaban en la factoría y que estaban en diferentes estados de finalización fueron desmanteladas, salvo una docena que se usaron en la misma fábrica como tractores. Similar destino corrió la primera serie de 20 ejemplares, de los que se habían retirado los motores y otros componentes clave. Algunos Verdeja inacabados fueron convertidos en prototipos de cañones de asalto o de artillería autopropulsada, pero no fueron aceptados para la producción en serie.

La única unidad equipada con tanques Verdeja, la compañía de tanques de la Legión, fue reequipada con tanques T-26, cediendo sus Verdeja a la escuela de carros de combate de Segovia. En la escuela apenas fueron empleados y la mayor parte fueron dados de baja y desmantelados, o usados como blancos cuando quedaban fuera de servicio por las frecuentes averías mecánicas. Con la tercera serie se equipó una compañía de tanques en Marruecos que no llegó a combatir; sus carros fueron sustituidos por tanques Lince a finales de 1943, y se desguazó a los Verdeja. Hoy solo quedan siete ejemplares conservados como monumentos en diferentes acuartelamientos, la mayor parte incompletos. Los dos en mejor estado se encuentran en el Museo Panzer de El Goloso, pero son reconstrucciones partiendo de tractores abandonados en la fábrica de la Unión Naval en Valencia.