Publicado: Dom May 01, 2016 6:48 pm
por Domper
De Globalpedia, la Enciclopedia Total.

Aunque la figura del Primer Ministro Churchill todavía conservaba su prestigio ante el hombre de la calle, que lo seguía considerando el líder que dirigía la nación en el momento más difícil de su historia, cada vez tenía menos crédito no solo en ambas cámaras sino en el ejército.

Se acusaba al Primer Ministro de ser el responsable de los desastres a los que habían llevado sus iniciativas personales. Algunas decisiones de Churchill, como la de intervenir en Grecia, la negativa a la retirada en Palestina o la malhadada invasión de Portugal, habían sido la causa de la sucesión de derrotas que estaban sufriendo las fuerzas imperiales. De manera contradictoria también se acusaba a Churchill de haber ordenado un repliegue innecesario en Sudán. La destitución de los generales Brooke, Wavell, Alexander o Wilson, más las acusaciones de cobardía de Churchill contra el general Simonds y su intento de llevarlo ante un consejo de guerra, empañaron aun más la imagen del Primer Ministro ante el ejército. La inesperada crisis irlandesa, que había sido desencadenada por una decisión personal, agotó la escasa autoridad que Churchill aun pudiera conservar. En el Partido Conservador había cada vez más voces discrepantes que apoyaban las tesis de Lord Halifax, partidario de llegar a un entendimiento con la Unión Paneuropea.

Incluso entre la población civil, que había adorado a Churchill, empezaban a levantarse protestas a consecuencia de los bombardeos aéreos, el desabastecimiento y los cortes de electricidad. Además el cambio político en la Unión Paneuropea y sobre todo en Alemania hacía sospechar a amplias capas de la población que la guerra ya no tenía motivación ideológica, sino que era tan solo una pelea por la supremacía y los mercados del mundo. Paradójicamente, solo el Partido Laborista siguió apoyando al Primer Ministro, probablemente influenciado por su ala más extremista, que recibía instrucciones secretas de Moscú.

La oposición a Churchill empezó a concretarse aprovechando el regreso del Duque de Windsor a Londres para el funeral de su primo Louis Mountbatten. Varias personalidades solicitaron al duque que intermediase ante Jorge VI, pues deseaban que el monarca presionase al Gabinete para que modificase su política exterior y tratase de reanudar los contactos que se habían mantenido con el ministro de exteriores alemán Von Papen en Estocolmo.

Algunos historiadores han denominado este movimiento la “Nueva Rebelión de los Barones”, y la han considerado el desencadenante de la serie de acontecimientos que llevó a la disolución del Imperio Británico.