Publicado: Vie Oct 24, 2014 11:23 am
por Domper
Caballero

Una de la tarde

La comitiva de los dictadores entró en la Ciudad Santa. Multitudes que agitaban banderitas del Pacto de Aquisgrán se apelotonaban en las aceras, dando vítores al conquistador. Goering y Mussolini, puestos en pie, saludaban a las masas. Tras recorrer la Avenida de Jaffa el Mercedes se detuvo ante la tribuna. Allí le esperaba la guardia de honor, que no llevaba ropas de gala, sino los gastados uniformes de combate de los paracaidistas: era la forma con la que se homenajeaba a los héroes de Fayum y de Mitla.

El ministro Serrano Súñer llevaba ya hora y media en la tribuna y se estaba cansando de esperar. Por lo menos había acertado con la ropa: había pensado que el verano jerosolimitano no sería menos inclemente que el madrileño, por lo que aunque llevaba el uniforme del Movimiento, con guerrera blanca, camisa azul y boina roja, la ropa era de un algodón fresco que le permitía soportar el calor. Pero a su lado estaba el rey Boris de Bulgaria con un uniforme que parecía más apropiado para cazar osos en las montañas de Macedonia que para soportar el mediodía mediterráneo. Viendo que el rey ya ni sudaba y su piel adquiría un tono rojizo el ministro español temió que Bulgaria tuviese que coronar un nuevo rey en cualquier momento.

Goering y Mussolini descendieron del Mercedes y se acercaron a un estrado donde unos ayudantes se acercaron llevando unas cajas forradas de terciopelo. Unos militares con uniformes variopintos, algunos de ellos con vendajes, se acercaron al estrado. Serrano Súñer miró la hoja mimeografiada que les habían entregado.

“Coronel Bruno Bräuer. Tomó el Paso de Mitla con su batallón paracaidista y lo conservó durante cuatro días frente a los ataques de fuerzas enemigas muy superiores.

Capitán Ernst Barkmann. Derrotó el ataque de una división sudafricana en el Canal de Suez contraatacando valerosamente con su compañía de tanques. Luego se infiltró en las líneas enemigas, socorriendo al batallón paracaidista cercado en el Paso de Mitla, resistiendo con ellos durante cuatro días hasta que llegó el relevo.

Teniente coronel Wilhelm Georg Bach. Con sus cañones antiaéreos detuvo un peligroso contrataque efectuado por una formación inglesa de tanques que la superaba ampliamente en número.

Mayor Matthias Graf von der Schulenburg. Su columna de vehículos blindados sorprendió a un grupo de tanques enemigos varias veces superior, desorganizándolo y destruyéndolo casi por completo. Posteriormente cercó a una división enemiga. La columna del mayor destruyó o capturó contingentes enemigos que eran treinta veces mayores.

General de brigada Hans Freiherr von Funck. Bajo su mando la 7ª División Panzer rompió las líneas enemigas en el Paso de Mitla, cercó al ejército inglés en la línea de Beerseba, tomó Jerusalén e invadió Transjordania, derrotando decisivamente al ejército inglés.

Teniente Hans-Joachim Marseille. Piloto de excepcional habilidad, ha derribado veintisiete aviones enemigos en veinte días.

Teniente de navío Claus Korth. Bajo su inspirada dirección el submarino U-93 dañó y finalmente hundió el gran portaaviones enemigo Illustrious.”


El ministro vio como Goering imponía a los soldados alemanes unas condecoraciones, Cruces de caballero según la nota. Ahora desfilaron otros militares con uniformes diferentes.

“Teniente Luigi Faggioni. Atacó valerosamente el puerto de Alejandría, destruyendo el portaaviones inglés Hermes.

Capitán Carlo Emmanuelle Buscaglia. As de los aerotorpederos, torpedeó y hundió al acorazado Warspite.

Teniente Adelfo Romani. Atacando desde las aguas del canal de Suez, abrió brechas en las fortificaciones enemigas que permitieron la ruptura de sus defensas.

Teniente general Giuseppe Tellera. Bajo su dirección los gloriosos XXI y XXIII cuerpos de ejército italianos derrotó a fuerzas enemigas superiores en el Delta del Nilo, el Frente de Suez, en el Alto Egipto y en Sudán.

Almirante Carlo Cattaneo. Su flota de cruceros derrotó decisivamente a las flotas inglesa y griega, consiguiendo el dominio del Mediterráneo para la marina italiana.

Almirante Bruto Brivonesi. Su inspirada dirección ha sido decisiva en la preparación y ejecución de las victoriosas ofensivas en Suez, Palestina y en Sudán.”


Mussolini los iba a condecorar con la Medalla de Plata, porque la de oro solía ser otorgada póstumamente. Serrano Súñer pensó que los italianos intentaban rivalizar con los alemanes. Pero Mussolini podía presumir todo lo que quisiera: él ya había visto a los italianos en España, y sabía que podían ser muy valientes, pero que también podían hundirse si las cosas no iban bien.

Tras la ceremonia de imposición de condecoraciones Goering y Mussolini subieron al palco, mientras los delegados se ponían en pie y saludaban con el brazo en alto. Luego fueron los condecorados los que ocuparon un puesto de honor al lado de los dictadores: los delegados europeos entendieron que así los dictadores no solo honraban a sus héroes, sino que mostraban que su poder se basaba en la fuerza y el valor de sus ejércitos.

Posteriormente comenzó el desfile militar. Pero al contrario de lo que todos pensaban no fue una exhibición de fuerza, sino un homenaje a las unidades participantes en las batallas de Suez, Palestina e Irak. Precedió la comitiva un coche que llevaba en alto las banderas alemana, italiana y ¡francesa! Serrano Súñer pensó que el papel francés había sido mínimo y que se trataba de un guiño político, pero suponía una amenaza para las pretensiones españolas en África.

Luego desfilaron los vehículos: una compañía de tanques alemanes Panzer III, otra de cañones de asalto StuG-III, una compañía de tanques M14/41, los más modernos del ejército italiano, y finalmente una compañía de granaderos montada en semiorugas. Luego fue el turno de la infantería: infantes alemanes con uniforme gris verdoso, seguidos de paracaidistas con sus cascos redondeados. Italianos desfilando a la carrera con sombreros con penachos, y finalmente un escuadrón de caballería francesa, spahis con vistosas túnicas.

A medida que la ceremonia se prolongaba los asistentes empezaron a sufrir el calor: Jerusalén no era tan agobiante como el Cairo, pero a mediodía y en verano las temperaturas sobrepasaban los 35ºC. Serrano Súñer veía como se manchaban de sudor los pesados uniformes y trajes de ceremonia, concebidos para climas más fríos. El cogote de Mussolini estaba cada vez más colorado, y otros diplomáticos de edad avanzada empalidecieron. El ministro estuvo tentado de apostar a ver quien se desvanecía antes, cuando le llamó la atención que el obeso Goering parecía soportar muy bien el calor. Al mirarlo notó que su uniforme estaba muy arrugado, y le extrañó… hasta que comprendió que el dictador alemán se había hecho confeccionar un fresco uniforme de lino.