Publicado: Sab Oct 11, 2014 11:57 pm
por Domper
Negro

Mediodía

—Coronel, si no le importa le llevaré en mi coche.

El coronel Von Tresckow subió al coche de Von Wiktorin. El general hizo un gesto a su conductor y partieron hacia Jerusalén. Poco después de salir pasaron junto a la carcasa abrasada de un coche. Poco después se adentraban en el estrecho de Bab el Oued.

El general se encontraba ante un terrible dilema moral. Su vida había sido el servicio a su patria, pero lo que le acababa de escuchar en la reunión iba en contra de sus principios. Había aplaudido las medidas drásticas contra los terroristas, pero ¿Cómo podía ser terrorista un bebé recién nacido? Además le intrigaba algo que había oído decir a Goering.

—Coronel ¿escuchó lo que dijo el Statthalter del Führer?

El coronel Von Tresckow miró al conductor y dijo—. General, tanto calor en esta carretera llena de baches me está mareando ¿Le importará pedirle a su conductor que se detenga unos momentos? Un poco de aire me hará bien.

Los dos oficiales descendieron. Von Wiktorin preguntó al coronel— ¿Por qué me ha pedido que bajemos? Mi conductor es de toda confianza.

—Mi general, en estas últimas semanas he visto que en el Reich nadie es de confianza. La Gestapo la reclutado cientos de informadores. Preferiría hablar con usted sin testigos.

—Usted ha visto demasiadas películas de espías, pero si lo desea... Dígame: el Statthalter dijo algo del asesinato del Führer ¿no fue un complot de Heydrich?

—Según los rumores que corren, Goering usó el intento de golpe de estado de Himmler y Heydrich como pantalla, pero a Hitler le asesinó un francés. No se sabe mucho más.

—Eso quiere decir que pudo ser un conspiración y que no se ha descubierto a los participantes.

—Es posible, mi general.

Von Wiktorin miró al suelo y dijo—. Lamenté la muerte de Hitler, que nos llevó a la victoria sobre Francia, pero también esperaba que Goering fuese un líder más amable. Nunca pensé que le oiría ordenar el asesinato de niños.

—Mi general —dijo Von Tresckow—, le aseguro que escuchará esa orden más veces. No es todavía público, pero en Berlín estaban planeando deportar y eliminar a las poblaciones molestas: judíos, gitanos, eslavos.

El general miró al coronel y dijo—. No puede ser cierto.

—Usted ha estado esta tarde conmigo y ha oído a Goering. En Tel Aviv viven ciento cincuenta mil personas ¿Cree que todos son terroristas? ¿Cree que al que ha ordenado la destrucción de una ciudad le temblará la mano firmando sentencias de muerte?

El general calló unos momentos y luego dijo—. No podemos permitirlo.