Publicado: Vie Sep 26, 2014 7:27 pm
Picado
Mediodía
Los dos pilotos no esperaban encontrar nada, porque la intercepción en alta mar era casi imposible sin un radar que les guiase. Sin embargo al acercarse a la costa griega el teniente Riley agitó las alas de su avión. Yaxley miró y vio un gran número de aviones que volaban por debajo de él. Una mirada más atenta le mostró que solo unos cuantos eran transportes, y el resto parecían cazas de escolta. El piloto se encogió de hombros: cualquiera de los defensores de Malta sabía que le quedaban pocos días de vida, y tanto daba caer sobre Cefalonia que sobre La Valetta.
Los dos aviones aceleraron sus motores e iniciaron un suave picado. Cada uno eligió un trimotor y se lanzó a por él. Yaxley armó sus cañones. Vio como los monomotores reaccionaban y se dirigían contra ellos: los habían visto. Pero el Beaufighter, aunque era demasiado lento y pesado para enfrentarse cona los cazas alemanes, podía batirse con los más lentos cazas italianos. Notó como su avión se estremecía y que el ametrallador empezaba a disparar. Un vistazo por el retrovisor mostró que por lo menos dos italianos se habían pegado a su cola. Pero el caza inglés, aunque pesado y poco ágil, era tremendamente resistente, y podía aguantar las ráfagas de los ligeramente armados aviones italianos. El trimotor que se había fijado como objetivo se fue aproximando. Yaxley miró a su alrededor y vio que el avión de Riley perdía altura con el motor izquierdo humeando. Todo dependía de él. Las trazadoras volvieron a rodear al avión y Yaxley oyó un grito por el interfono. El ametrallador dejó de disparar y el piloto se supuso lo peor. Notó otro fuerte golpe seguido de un dolor agudo en el costado.
El trimotor italiano ya estaba muy cerca. El inglés armó los cañones y disparó. Las trazadoras alcanzaron a su blanco, y el inglés pudo ver como se desprendían pedazos del fuselaje. Yaxley llevó su avión a un ascenso pronunciado para atacar de nuevo, pero notó que los motores perdían potencia y que perdía el control de su avión. Abrió la cabina y saltó. Mientras descendía en paracaídas pudo ver como el ala del trimotor al que había atacado se desprendía.
Mediodía
Los dos pilotos no esperaban encontrar nada, porque la intercepción en alta mar era casi imposible sin un radar que les guiase. Sin embargo al acercarse a la costa griega el teniente Riley agitó las alas de su avión. Yaxley miró y vio un gran número de aviones que volaban por debajo de él. Una mirada más atenta le mostró que solo unos cuantos eran transportes, y el resto parecían cazas de escolta. El piloto se encogió de hombros: cualquiera de los defensores de Malta sabía que le quedaban pocos días de vida, y tanto daba caer sobre Cefalonia que sobre La Valetta.
Los dos aviones aceleraron sus motores e iniciaron un suave picado. Cada uno eligió un trimotor y se lanzó a por él. Yaxley armó sus cañones. Vio como los monomotores reaccionaban y se dirigían contra ellos: los habían visto. Pero el Beaufighter, aunque era demasiado lento y pesado para enfrentarse cona los cazas alemanes, podía batirse con los más lentos cazas italianos. Notó como su avión se estremecía y que el ametrallador empezaba a disparar. Un vistazo por el retrovisor mostró que por lo menos dos italianos se habían pegado a su cola. Pero el caza inglés, aunque pesado y poco ágil, era tremendamente resistente, y podía aguantar las ráfagas de los ligeramente armados aviones italianos. El trimotor que se había fijado como objetivo se fue aproximando. Yaxley miró a su alrededor y vio que el avión de Riley perdía altura con el motor izquierdo humeando. Todo dependía de él. Las trazadoras volvieron a rodear al avión y Yaxley oyó un grito por el interfono. El ametrallador dejó de disparar y el piloto se supuso lo peor. Notó otro fuerte golpe seguido de un dolor agudo en el costado.
El trimotor italiano ya estaba muy cerca. El inglés armó los cañones y disparó. Las trazadoras alcanzaron a su blanco, y el inglés pudo ver como se desprendían pedazos del fuselaje. Yaxley llevó su avión a un ascenso pronunciado para atacar de nuevo, pero notó que los motores perdían potencia y que perdía el control de su avión. Abrió la cabina y saltó. Mientras descendía en paracaídas pudo ver como el ala del trimotor al que había atacado se desprendía.