Publicado: Mié May 07, 2014 3:24 pm
por Domper
Caza

Dora, Hans + 0:30

Al mismo tiempo que la artillería abría fuego cientos de aviones se elevaban desde los campos de aviación de Egipto. La primera en despegar fue una escuadrilla de cazas pesados Bf 110 armados con contenedores de bombas SD-2, que volando a baja altura y a máxima velocidad se dirigieron hacia las bases aéreas inglesas en el Sinaí y en el sur de Palestina. Fueron seguidos por cazas Bf-109 que debían asegurar su protección. Luego despegaron los bombarderos, Ju-88 y He-111 alemanes, CANT Z.1007 y Savoia Marchetti SM-79 y SM.84. Los pesados aviones se elevaron para agruparse mientras despegaban a su vez las decenas de aviones de caza Bf 109, Bf 110, Macchi C.200 y Fiat CR.42. Finalmente fueron los famosos Junkers Ju 87 Stuka los que se elevaron y se dirigieron hacia el Este.

Las alarmas habían empezado a sonar en el aeródromo de El Arish. Los coches llevaban a los pilotos hacia sus Hurricane cuando una pareja de aviones bimotores sobrevolaron la base sin dar tiempo a que los antiaéreos disparasen. Los aviones lanzaron una especie de bidones que se abrieron, dejando caer pequeñas bombas que estallaron como tracas abriendo pequeños socavones en las pistas. Entonces llegó una segunda pareja de bimotores, pero esta vez la artillería antiaérea estaba alerta y los Bf 110 se encontraron volando entre una nube de proyectiles. Uno soltó sus contenedores y escapó, pero el segundo empezó a echar humo e hizo un aterrizaje forzoso al final del campo.

El líder de la formación, el Oberleutnant Hans-Joachim Jabs, vio con satisfacción que los tripulantes podían abandonar el aparato, y siguió sobrevolando el campo aunque a mayor altura: sabía que el daño que las bombetas SD-2 podían causar en las pistas era pequeño, y los aviones ingleses estaban protegidos por sacos terreros, por lo que solo un improbable impacto directo podría destruirlos. Vio media docena de bombarderos Douglas Boston en el Tarlac, pero resistió la tentación de atacarlos: su objetivo era mantener a los aviones en tierra hasta que llegasen los bombarderos. Entonces vio como al otro extremo del campo un par de aviones empezaban a moverse. Movió las alas para alertar a su piloto de escolta, dio gases y picó. Mientras descendía vio que uno de los dos cazas ingleses rompía su tren y se deslizaba por la pista, probablemente a causa de algún agujero. Jabs apuntó al otro y lanzó una larga ráfaga, que lo hizo estallar.

El alemán se elevó y miró a su alrededor, y vio que una nube de aviones se acercaba desde el Oeste. Esos eran los pesados, pensó, y decidió abrirles paso. Viró hacia el aeródromo sin acercarse demasiado, hasta ver como un cañón automático empezaba a disparar contra él. De nuevo dio gases y descendió, pero esta vez virando suavemente a la izquierda y pisando con fuerza el timón a la derecha, para conseguir que el avión se deslizase en parte hacia un lado y confundir la puntería de los artilleros. Cuando le separaban menos de mil metros alineó el avión y empezó a disparar contra el cañón. Surtidores de polvo se elevaron a su alrededor, y luego una nube de humo cuando estalló una caja de municiones.

El Bf 110 empezó a elevarse cuando el piloto sintió como si su avión atravesase una nube de granizo

El artillero Wexler le alertó por el interfono—. Teniente, nos han dado los antiaéreos.

Jabs miró y vio que el motor izquierdo echaba humo y comenzaban a verse llamas. El avión respondía a los mandos aunque pesadamente. Apagó el motor izquierdo y puso la hélice en bandera.

—¡ Wexler!— gritó al artillero — ¿Ves más daños?

—El timón derecho casi ha desaparecido, pero no veo nada más —respondió.

Afortunadamente menos de 100 kilómetros le separaban de la base, y mucho más cerca estaban sus propias líneas—. Wexler, vamos a intentar volver —dijo a su artillero, mientras dirigía su lisiado avión hacia el Oeste.