Publicado: Sab Abr 26, 2014 4:14 pm
por Domper
Hans menos veinte

16 de Mayo de 1941

El teniente Sander reunió a los suboficiales y a los soldados de su pelotón, que casi no cabían en el huertucho en el que habían construido un modelo a escala de la posición británica que sería su objetivo. Gracias a las fotos aéreas y las exploraciones efectuadas por los nadadores italianos se habían hecho una idea bastante precisa de la disposición de las armas, los fosos y trincheras, las alambradas y los campos de minas. Sander no conocía el nombre de su objetivo, pero había decidido llamarlo “el castillo” Aunque poco se parecía a un castillo medieval, ya que la posición británica apenas sobrepasaba el nivel del suelo. Así dificultaba la observación y podía escapar del fuego directo de los cañones del Pacto.

El Castillo era una posición formidable. Un asaltante primero se encontraría con un campo de minas cruzado por alambradas y batido por dos ametralladoras emplazadas en bunkers situados en los flancos. Si conseguía escapar de las minas ,se encontraría con un foso antitanque, con una alambrada en su fondo y cargas explosivas para que los asaltantes no pudiesen usar la zanja como refugio. Tras el foso se encontraría con una trinchera equipada con armas automáticas, y tras ella las posiciones de tres cañones de 25 libras, el omnipresente cañón de campaña inglés, de cadencia de tiro tan rápida que los soldados italianos pensaban que era automático, y que era usado también como cañón contracarro. Esos cañones podían batir los cruces del Canal, por lo que era crítico inutilizarlos. El asaltante, además, no vería ninguna tronera a la que disparar, pues estaban todas resguardadas por muros de cemento que las protegían del fuego directo. Si trataban de rodear la posición se encontrarían también con minas, alambradas y pozos de tirador que protegían la retaguardia.

Tomar al asalto el Castillo parecía imposible, pero lo imposible era la especialidad de los Pioniere, los ingenieros de asalto alemanes. El Panzergruppen Afrika había recibido como refuerzos tres regimientos de ingenieros de asalto que liderarían el ataque. Dos de ellos abrirían los pasos del Canal, mientras un tercero permanecería en reserva. Cada regimiento disponía de ocho compañías, y cada una de tres pelotones. Teniendo en cuenta que cada unidad mantenía en la reserva parte de sus unidades, solo veinte pelotones encabezarían el asalto. De su actuación dependería en buena parte el éxito de la ofensiva.

El ejército alemán iba a compensar el reducido número de ingenieros con una potencia de fuego abrumadora. El Castillo iba a recibir un bombardeo que recordaría a los de Verdún en la Gran Guerra. Pero no se esperaba que el diluvio de proyectiles acabase con la posición. En la Primera Guerra Mundial incluso tras el más feroz bombardeo los infantes habían salido tambaleándose de sus agujeros y habían causado enormes bajas a los atacantes. Impedirlo sería la labor de los Pioniere de Sander.