Publicado: Lun Abr 14, 2014 7:28 pm
por Domper
Ni pies ni cabeza

4 de Mayo de 1941

Goering estaba acostumbrado a las extravagancias de su subordinado, pero esta vez le había sorprendido. Mandó llamar al general Schellenberg y dio órdenes de que los dejasen a solas. Goering saludó al general con un gesto más adusto del habitual, pero le sorprendió la actitud risueña que tenía.

— Walter, explícame que ha pasado. Me ha llamado Ritter von Greim hecho una furia. Dice que ha recibido una orden absurda del OKW y, al comprobarla, vio que eran órdenes mías. Yo no he firmado nada, y solo a ti se te ocurriría suplantar mi firma ¿Qué estás haciendo?

— ¿Se trataba de lo de la insurrección en Ucrania?

— O sea que lo sabías — dice Goering, que empezaba a enfadarse.

— Pues claro que sí. Es cosa mía. ¿Te acuerdas que el otro día te dije que iba a iniciar una ofensiva secreta contra nuestros enemigos? ¿Y que no te extrañases por lo que pudiese pasar?

— Sí, justo antes de la excursión de caza. Pero ¿eso te daba derecho a dar órdenes en mi nombre? ¿Tendrás la cortesía de explicarme lo que estás haciendo en mi Alemania? ¿Y eso de Ucrania? ¿Es que va a haber una insurrección y no me has dicho nada?

— Todavía no sé si habrá insurrección, pero hago lo que puedo — dijo Schellenberg.

A Goering le estaba cansando el tono burlón — Walter, explícate, o saldrás de aquí para fumar tu último cigarrillo.

— Es muy sencillo. Voy a intentar destruir la URSS.

— ¿QUÉ?

— Eso, que estaba pensando en jugar un poco con la radio ¿te acuerdas de cómo picaron los ingleses con lo de Canarias y Alejandría? Pues se trata del mismo juego pero jugado de otra forma. Desde hace algún tiempo sospechaba que Stalin tenía algún agente infiltrado en algún puesto elevado.

— Por eso la Gestapo estuvo removiendo ayer el Ministerio de Armamentos. Müller me ha dicho que ha atrapado a un par de traidores.

— ¿Había también espías en Armamentos? Este Todt está cada día más despistado. Mira, Hermann — siguió Schellenberg —, al sospechar que teníamos algún espía puse al jefe de la Kripo, el Mayor Nebe, a investigar un poco. Ese Nebe ha resultado ser un tipo de lo más eficaz al que habrá que tener en cuenta. Nebe en lugar de empezar a mirar historiales, antecedentes policiales y todo eso, lo que hizo fue analizar el patrón de movimientos soviéticos como respuesta a nuestros propios movimientos, y descubrió que el espía estaba en el Estado Mayor de la Luftwaffe.

Goering enrojeció — ¿Es cierto o se trata de otro de tus jueguecitos?

— Tan cierto como que me llamo Walter — repuso Schellenberg —. No te preocupes que no voy a dejar que Müller meta la zarpa en la Luftwaffe. Lo envié al Ministerio de Armamentos para despistar. Porque si no alertamos al espía, aunque no sepamos quien es, tenemos un medio realmente interesante de influir en la mente de nuestro querido tío José. El Padrecito no es famoso ni por ser confiado ni por su amabilidad, y pensé ¿Y si le doy algo en lo qué pensar? Si yo fuese Stalin, a lo que más temería sería a una rebelión militar. Por eso descabezó el ejército hace unos años.

— Tu antiguo jefe Heydrich tuvo que ver en eso.

— Sí, y el bueno de Benes nos hizo el favor de pasarle los papeles que había “encontrado” directamente a Stalin. Pensaba que al delatar una conspiración militar proalemana le hacía un favor a su Checoslovaquia. El pobre no sabía que esa conspiración era fruto de la mente de Heydrich y algunos más. Pensé que podríamos intentar repetir la jugada, y que la conspiración ideal podría ser una de nacionalistas ucranianos, que hubiesen infiltrado al ejército ruso y que implicase a miembros del Politburó.

— Sigue — dijo Goering, que empezaba a mostrar una sonrisa aviesa.

— Lo malo es que no podíamos colarle a Stalin otro documento falsificado. El tío José es paranoico pero de tonto no tiene un pelo. Lo mejor sería dejarle que lo descubriese él solito. Por eso pergeñé unos planes según los cuales nuestro ejército en Polonia y la Luftwaffe se iban a preparar para apoyar al bando ucraniano en una guerra civil. El ejército tiene que empezar a hacer maniobras, y envié a la Luftwaffe planes detallados de cooperación con fuerzas insurrectas, reconocimiento, enlaces, etcétera. También ordené misiones de lanzamiento de agentes en Ucrania. La idea es que el topo se alarme y envíe un mensaje a Moscú. DE paso, como media Polonia informa a los aliados, los campesinos perderán el culo corriendo a decir a los rusos que los alemanes hacen maniobras con tanques con banderas rusas zaristas. También he enviado en tu nombre un mensaje a nuestras embajadas en países aliados y neutrales informándoles de lo mismo.

— Muy bien, puede ser muy divertido pero ¿tenías que hacerlo a escondidas?

— Esa era la gracia. Perdona, Hermann, pero en esto no me fío ni de mi propia sombra. Todos los planes los he hecho por las tardes y por las noches, ayudado por unos pocos amigos de la infancia. No me atrevía a informarte porque algún ayudante puede estar a sueldo de los ingleses o de los rusos, y tú estabas de caza. Si iba a Karinhall podría llamar la atención. He preferido que parezca que todo es una iniciativa personal. Así podías desautorizarme y destituirme si el asunto no salía bien. Pero me parece que ha salido bien. Me han informado que en la Región Militar de Kiev las radios rusas han dejado casi de golpe de emitir. Sus aviones no vuelan, y parece que están acuartelando las tropas. Ahora voy a intentar poner un poco más nervioso a nuestro amigo Stalin ¿Me autorizas a usar un par de aviones?