Publicado: Mar Abr 08, 2014 12:22 am
por Domper
En alas de ángeles

13 de Abril de 1941

Ernst Heinkel sabía el riesgo que corría, pero había decidido que sería la única forma de superar el bloqueo que Udet y Milch ponían a sus proyectos.

El prototipo del He 280 había hecho su primer vuelo propulsado el 30 de Marzo, y el 5 de Abril hizo una demostración ante Udet, que no se mostró interesado. Udet estaba loco: el primer prototipo de un avión de un nuevo concepto, conseguía superar los 700 km/h en sus primeros vuelos, y al señor Udet le parecía poco.

Heinkel había decidido jugárselo todo a una carta. Había llamado al jefe de la Luftwaffe, Ritter von Greim, para proponerle que probase el avión, sabiendo su afición por pilotar todo tipo de aviones. El riesgo era enorme: era habitual que los primeros prototipos de cualquier avión sufriesen accidentes, y si Greim se mataba en su avión, Heinkel se jugaba su fábrica, su fortuna e incluso su vida.

Había sido preciso retirar las cubiertas aerodinámicas de los motores porque el combustible rezumaba de las juntas y existía el riesgo de incendio, por lo que el avión parecía a medio acabar. El piloto de pruebas de Heinkel Fritz Schäfer había instruido a von Greim de las características del nuevo avión. Con cierta reluctancia Greim se instaló en la cabina. El avión encendió sus motores y emitió un terrible rugido, pero apenas se movió.

Tras llegar a la cabecera de la pista Greim aumentó la potencia de los motores, poco a poco, como le había dicho Schäfer. Lentamente el avión empezó a moverse y a acelerar, pero Greim tenía la sensación de conducir un camión y no de pilotar un caza. Tras un largo recorrido por la pista Greim decidió que ya había alcanzado suficiente velocidad y levantó el morro. El avión, obedientemente, despegó, y Greim plegó el tren de aterrizaje para tener menos resistencia. Y entonces el patito feo se convirtió en un cisne.

El caza se elevó con agilidad. No se tenía que compensar el par de la hélice, y la visibilidad era excelente. El avión aceleraba cada vez más, y Greim tuvo que recordar no sobrepasar los 600 km/h. Incluso a esa velocidad respondía dócilmente a los mandos, y cuando intentó un giro brusco, respondió como un purasangre que, en lugar de perder velocidad como hubiese hecho cualquier caza a hélice, aceleraba aun más. Greim disfrutó como si pilotase una pequeña Bucker. Finalmente descendió y aterrizó, descubriendo que hacerlo con un tren triciclo era más sencillo que con uno convencional.

Tras descender del avión un exultante von Greim se acercó a Heinkel y lo abrazó

— Ernst, nunca había probado nada igual. Pídeme lo que quieras, la Luftwaffe necesita tu avión. Es como volar en alas de un ángel.