Publicado: Dom Mar 30, 2014 1:55 am
por Domper
Nada

10 de Abril de 1941

E. F. L. Wood, conde de Halifax, leía con tristeza la nota que John Lonsdale-Bryans le remitía desde Estocolmo. En ella le decía que había sido imposible ponerse en contacto con los alemanes. En un primer momento había conseguido ponerse en contacto con von Hassel, diplomático alemán y antinazi, pero los ánimos en Alemania estaban demasiado exaltados tras las victorias y el movimiento de resistencia prácticamente había desaparecido. Luego había intentado que Londsale-Bryans, de conocidas simpatías proalemanas, preparase una reunión en terreno neutral. Pero Londsale-Bryans le decía que los alemanes no se habían presentado en la reunión, y que rechazaban nuevos contactos.

Lógico, pensó Lord Halifax. Inglaterra estaba siendo derrotada en todos los frentes. Hoy mismo había oído por la radio que los tanques alemanes habían entrado en Salónica, y que el ejército inglés se retiraba a Creta. Pero también había oído, esta vez con horror, que Inglaterra se estaba preparando para ayudar a su eterno aliado Portugal. Portugal, que no había hecho nada, y que Churchill iba a llevar a la catástrofe de la guerra.

Halifax tenía cada vez más claro que la negativa de Churchill en reconocer la realidad estaba llevando a Inglaterra a la peor derrota de su Historia, tal vez a la disolución del Imperio. Era preciso echar a Churchill de su puesto. Sabía que el apoyo parlamentario del Primer Ministro era cada vez más frágil. Tendría que hacer algo. Pediría una cita con Anthony Eden y con ese impresentable socialista Clement Attlee.