Publicado: Mié Mar 26, 2014 4:18 pm
por Domper
Capítulo 13. Golpe

Problema


16 de Marzo de 1941

— Sir Winston, tenemos un serio problema en el Egeo. — El General Alan Brooke exponía la situación bélica ante el Primer Ministro —. La derrota que hemos sufrido en Egipto ha puesto a nuestra fuerza expedicionaria en Grecia en una situación muy comprometida. No solo la Royal Navy ha sufrido pérdidas muy importantes, sino que ha tenido que retirarse al Mar Rojo, y solo nos quedan en el Mediterráneo un puñado de destructores y submarinos. Con todo confiábamos con que la timidez de la marina italiana nos permitiese mantener las comunicaciones con Grecia vía Chipre y Creta. Pero los alemanes han debido contagiar algo de valor a sus aliados italianos, como demostraron el otro día cuando hundieron al crucero griego Averof.

— No se necesita mucha valentía para hundir una reliquia — respondió Chuirchill.

Alen Brooke, acostumbrado a las salidas de tono del Primer Ministro, intentó aclarar la situación.

— Primer Ministro, desde luego que el Averof era un vejestorio oxidado, aunque su potente artillería podría dar algún susto. Los italianos han estado usando un barco muy parecido para bombardear nuestras posiciones. Pero la cuestión no es esa, sino que tras hundir al pobre barco griego los italianos dejaron cruceros en Rodas. Ayer uno de ellos atacó a un pequeño convoy, y hundió a los transportes Ulster Prince y Slamat y al destructor Wryneck. Los transportes, afortunadamente, estaban vacíos. Pero las comunicaciones con Creta han sido cortadas, salvo con submarinos o con barcos rápidos.

— Siempre podremos usar los destructores, que con su velocidad podrán escapar de los italianos. Cuando nos retiramos de Dunkerque llegaron a llevar casi un millar de soldados cada uno.

— Desde luego, pero el viaje hasta Dover era muy corto. Aun así, en Haifa solo nos quedan siete destructores, tres de ellos bastante viejos. Aunque empezasen hoy mismo a retirar a la fuerza expedicionaria, teniendo en cuenta la distancia, necesitaríamos por lo menos un mes, por lo que la evacuación tiene que empezar inmediatamente.

Churchill meditó, dio una calada a su habano, y respondió — No creo que la situación sea tan desesperada como para salir huyendo de Grecia. El territorio griego es ideal para la defensiva e incluso la ofensiva. Además que tenemos un compromiso con los griegos, y nuestros aliados no verían con buenos ojos una escapada.

— Premier, no recomendaría pasar a la ofensiva en Grecia.

— Solos no — contestó Churchill —. Pero ¿y con ayuda yugoslava?

— ¿Ayuda yugoslava? Yugoslavia es neutral — se extrañó Alan Brooke.

Churchill miró al general Stewart Menzies, jefe del Secret Intelligence Service, que tomó la palabra.

— Primer Ministro, General, es posible que tengamos una oportunidad en Yugoslavia. Varios altos oficiales yugoslavos están preparando un golpe de estado para poner el país de nuestra parte.

Alan Brooke se extrañó — ¿Un golpe de Estado a nuestro favor? ¿Ahora, en los Balcanes, ante las mismas narices de Alemania? Deben estar locos.

Menzies siguió —. Locos o no, es la información que nos ha llegado. Miren, no sé hasta que punto conocen al historia de Yugoslavia. En los Balcanes las fronteras nunca han estado claras, y las diferentes comunidades siempre han vivido mezcladas, aunque separadas pos la religión y la lengua, y dispuestas a matarse entre ellas. La comunidad más fieramente nacionalista ha sido la serbia, hasta que tras cientos de años de lucha consiguieron crear su propio estado independiente bajo una dinastía local, los Obrenovic. Pero a principios de siglo el rey Alejandro y su esposa fueron salvajemente asesinados, ascendiendo al trono Pedro I, de la dinastía rival Karageorgevic. Tras el asesinato del príncipe heredero austríaco y la anterior guerra varios estados balcánicos fueron unificados creándose el reino de Yugoslavia. Para entonces el rey Pedro estaba senil y el poder había pasado a Alejandro, su segundo hijo, porque el mayor había resultado un loco asesino. El caso es que Alejandro por fin ascendió al poder y acabó gobernando dictatorialmente, hasta que fue asesinado en 1934.

— La política balcánica parece bastante peligrosa — comentó Churchill —. Ahí en lugar de urnas utilizan asesinos.

— Sobre los reyes yugoslavos siempre ha pendido la espada de Damocles. La cuestión es que el príncipe Pedro, heredero de Alejandro, era menor de edad por lo que uno de sus tíos, el Príncipe Pablo, pasó a ser el regente. El regente Pablo decidió que eso de la democracia no era costumbre nacional, y siguió con los hábitos dictatoriales de su difunto primo Alejandro. El Príncipe Regente, sin embargo, cambió la política interna de la monarquía. Hasta entonces los reyes serbios habían dado primacía a los serbios y a la religión ortodoxa, en contra de los croatas católicos y los bosnios musulmanes, con el consiguiente descontento. El Príncipe Pablo, sin embargo, decidió dar mayor autonomía a los croatas. Eso no contentó a los separatistas croatas, pero los nacionalistas serbios pusieron el grito ene l cielo. La cuestión es que los serbios controlan el ejército y la administración civil.

Los presentes asintieron. La situación yugoslava siempre había sido explosiva, pero en los años treinta se había caldeado aun más. Menzies siguió:

— Todo esto resulta desgraciado para nosotros, porque el Príncipe Pablo estaba resultando un buen amigo de Inglaterra, seguramente añorando sus años colegiales en Eton. Los Servicios Secretos yugoslavos colaboraron con nosotros, en parte por amistad, pero también por temor al expansionismo italiano. Pero los croatas pensaron que con la ayuda italiana y alemana conseguirían la independencia. Pablo, intentando adelantarse, ha debido pensar que si se aliaba con los alemanes estos contendrían las ambiciones croatas e italianas. Aunque los serbios, mientras tanto, iban aumentando su desconfianza, y empezaban a conspirar.

— ¿Otra conspiración? — dijo Churchill —. La política yugoslava parece tener más recovecos que el Partido conservador. — Los presentes rieron el chiste, y Churchill siguió.

— Todo esto no tendría demasiada importancia, porque no tenemos especiales intereses en Yugoslavia, salvo el molestar a los alemanes. Pero el ataque italiano a Grecia ha cambiado la situación. Grecia es uno de los países más montañosos de Europa, y varias cadenas montañosas la separan del resto de los Balcanes. Apoyados en esas montañas los griegos pueden resistir, como ha descubierto Mussolini en Albania. — La ofensiva italiana en Albania había resultado un fracaso ridículo —. Los griegos han fortificado su frontera norte, confiando en resistir cualquier ofensiva italiana o alemana. Pero la barrera montañosa tiene una brecha: el valle del Vardar. El río Vardar ha creado un amplio valle que desde la época clásica ha sido la puerta de entrada a Grecia de los invasores procedentes del Norte.

— Como Alejandro Magno —. Churchill intentaba dar muestras de erudición clásica.

— Sí, como Filipo de Macedonia y su hijo Alejandro — sigue Menzies, bastante mejor conocedor de la Historia Clásica —. El valle del Vardar es estratégicamente aun más importante ahora, fue en el Vardar donde la ofensiva de Salónica derrotó a las Potencias Centrales y llevó al colapso al Imperio Austrohúngaro en 1918. Pero ahora el valle del Vardar forma parte de Yugoslavia. Los alemanes decidieron que el valle permite las dos direcciones, y exigieron al Príncipe Pablo paso libre por Yugoslavia hacia Grecia.

Alan Brooke interviene —. Además la línea Metaxas, la línea fortificada en el Norte de Grecia, no llega hasta ese valle.

Sigue Menzies —. Ese es el problema. El caso es que los alemanes empezaron a presionar al Príncipe Pablo usando la amenaza italiana y croata. Pablo se ha resistido en lo posible, pero los alemanes le están poniendo contra la pared. El Príncipe se ha puesto en contacto con nuestra embajada para comunicarle que iba a tener que unirse al Pacto de Aquisgrán.

— Si Yugoslavia se une al Pacto, nuestra situación en Grecia será desesperada — dice Alan Brooke —. Primer Ministro, tenemos que retirarnos inmediatamente. Como mínimo replegarnos de la Grecia continental y fortificarnos en Creta.

A Churchill le disgustó la respuesta — General, deje seguir al general Menzies.

— Gracias, Primer Ministro. Bien, ya había dicho que lso oficiales serbios están rpeparando una conspiración. Se han puesto en contacto con nuestros agentes y nosotros, siguiendo las indicaciones del Primer Ministro, les hemos informado de la inminente forma del Pacto por Yugoslavia, y les hemos prometido nuestro apoyo si se rebelaban.

Alan Brooke empezó a sopesar opciones. — Si Yugoslavia se una a nosotros podríamos aguantar en Grecia. Si el ejército yugoslavo hace como el serbio en 1916, y se retira hacia Grecia, podríamos consolidarnos en el Norte de Grecia y ganar tiempo.

Churchill responde —. General Alan Brooke, no se trata de replegarse sino de atacar. Si Yugoslavia se pone de nuestro lado, apenas 150 km la separan de Viena o de Budapest. Con la ayuda de nuestros nuevos aliados yugoslavos podremos hundir una daga en el vientre blando de Europa.