Publicado: Lun Mar 24, 2014 3:00 pm
por Domper
Templado

11 de Marzo de 1941

Ocho cuatrimotores se dirigían pesadamente hacia el Sur.

La salida de los acorazados alemanes al Atlántico causó un enorme revuelo en Inglaterra. Los grandes barcos, más veloces que cualquiera de los viejos acorazados de la Royal Navy, podrían dar caza a los convoyes e interrumpir el tráfico mercante durante semanas. La Home Fleet había partido en su persecución, pero era posible que los alemanes pudiesen escapar. En ese caso seguramente evitarían volver a atravesar la línea de vigilancia inglesa y se dirigirían hacia los puertos españoles. Desde allí podrían salir al mar cuando lo deseasen desde fuera del alcance de la Royal Navy.

Afortunadamente los puertos españoles disponían de medios para acoger barcos de las dimensiones de los acorazados alemanes. Pero tanto en en el Ferrol como en Cádiz había grandes diques secos, capaces de acoger cruceros pesados, y que podrían ser prolongados para dar cabida a acorazados. Por tanto, era crítico destruirlo. Cádiz estaba demasiado lejos, pero el Ferrol estaba dentro del alcance de los bombarderos ingleses.

Sin embargo los bombarderos del Bomber Command habían mostrado ser tremendamente imprecisos. Se suponía que si los ataques seguían acabarían por acertarle al dique, pero el Almirantazgo había insistido al Mariscal del Aire Charles Portal respecto a la urgencia de la operación. La única forma de conseguirlo sería mediante un ataque diurno, y los fracasados ataques a la flota alemana habían mostrado el riesgo que suponían esas operaciones. Pero había una solución: acababa de entrar en servicio el bombardero Short Stirling, el primer cuatrimotor se la RAF. Se esperaba que los Stirling podrían dejar atrás a los viejos biplanos de caza españoles y, de ser preciso, defenderse de ellos con sus tres torres armadas con ametralladoras.

Así pues los cuatrimotores, pintados de color oscuro pues sus dotaciones habían sido entrenados para operaciones nocturnas, se dirigían hacia Galicia.

La operación empezó con problemas. Tres de los aviones habían tenido que volver por fallos técnicos, y un cuarto se estrelló tras incendiarse un motor. Posteriormente una gruesa capa de nubes dificultó la navegación, y el fuerte viendo del Oeste los desvió.

— Teniente Taylor, mire ahí — se veía una cordillera cubierta de nieve.

— ¿Dónde estamos? Cerca del Ferrol no hay picos tan altos. Ese condenado viento nos ha llevado demasiado hacia el Este. Tendremos que seguir la costa hacia el Este y luego hacia el Sur.

El plan de vuelo original pretendía justamente lo contrario, volar hacia el Sur hasta la latitud de El Ferrol, para luego acercarse desde el mar y dificultar la detección. Taylor decidió mantenerse alejado de la costa para evitar ser observado.

Quince minutos después el navegante le indicó a Taylor — ese es el cabo de Estaca de Bares, el punto más al Norte de España. A partir de ahí la costa va hacia el Sureste y luego el Sur.

Lo que no sabía Taylor es en Estaca de Bares albergaba una nueva instalación de radar Freya. Los ataques realizados por los comandos ingleses habían mostrado la desprotección de la abrupta costa Norte española, lo que permitía que un avión o un grupo de comandos pudiesen llegar a la base naval del Ferrol sin ser observados. Si los barcos alemanes querían operar desde Galicia era preciso aumentar la protección de la base naval. Tras las repetidas demandas españolas Alemania instaló un equipo de radar Freya y envió una escuadrilla de cazas Bf-110 al aeródromo de La Coruña.

— Teniente, ahí está El Ferrol, nuestro objetivo — dijo el navegante —. Bien, contestó Stirling. Vamos a descender para atacar a baja cota, así le acertaremos al dique y no tendremos que volver.

Los pesados Stirling perdieron altura, estaban viendo desfilar a toda velocidad las bajas colinas gallegas, cuando uno de los ametralladores empezó a disparar.

— ¡Cazas bimotores a las seis!

Quedaban apenas treinta kilómetros, apenas cinco minutos de terror. Solo quedaba agarrar fuerte los mandos y seguir adelante.

El capitán Herbert Kaminski veía como los bombarderos seguían en vuelo a pesar de las pasadas de los Bf-110. Esos bombarderos debían estar blindados. Decidió cambiar de táctica, y atacar el ala. Empezó a disparar contra uno de los Stirling, y enseguida vio como el motor se incendiaba y se desprendía. El bombardero lanzó sus bombas e intentó volverse, pero el ala se desprendió y se estrelló contra una pradera.

— ¡Disparadles a los motores! — ordenó por radio. Uno a uno los Stirling empezaron a caer. Finalmente los tres supervivientes sobrevolaron el Ferrol y lanzaron sus bombas sin apuntar, cayendo todas en los muelles y la bahía, pero ninguna en el dique seco.