Publicado: Lun Mar 24, 2014 3:00 pm
por Domper
Mucho frío

9 de Marzo de 1941

La mejoría del tiempo no convenía al acorazado de bolsillo Admiral Scheer en su intento de salir al Atlántico por el Estrecho de Dinamarca, entre Islandia y Groenlandia.

El Admiral Scheer era la segunda unidad de la clase Deustchland. Tras la derrota en la Primera Guerra Mundial la otrora potente marina alemana había sido reducida a unos pocos barcos anticuados. Además el Tratado de Versalles impuso limitaciones draconianas a los nuevos buques alemanas, prohibiendo la construcción de barcos de más de 10.000 tons de desplazamiento, con la intención de reducir la flota alemana a unos pocos guardacostas acorazados que nunca más pudiesen amenazar la supremacía inglesa.

Pero el genio alemán permitió burlar los límites diseñando un barco radicalmente nuevo: el 19 de Mayo de 1931 fue botado el Deustchland, un gran crucero con artillería propia de acorazados, en el que el uso intensivo de la soldadura eléctrica y la sustitución del sistema clásico de maquinaria de calderas y turbinas por motores diesel permitía atenerse a las limitaciones impuestas. Además los motores diesel, aunque limitaban la velocidad máxima, permitían una gran autonomía que los hacía ideales como corsarios: eran capaces de batir a casi cualquier barco más veloz, y escapar de cualquier otro barco más potente.

El Admiral Scheer había sido el 31 de Mayo de 1937 el primer barco alemán en disparar contra un enemigo, bombardeando la ciudad de Almería como represalia por el ataque sufrido por su gemelo Deustchland. Pero el Scheer se perdió los primeros meses de la guerra al estar siendo modernizado. Tras su vuelta al servicio en Julio de 1940 su comandante, el Kapitän zur See Theodor Kranke, había solicitado efectuar un crucero contra el tráfico mercante inglés. Sin embargo la Kriegsmarine había recibido la orden de simular una operación anfibia a gran escala contra Inglaterra, por lo que el Admiral Scheer, ahora denominado crucero pesado, pasó aburridas horas en Kiel junto al crucero Admiral Hipper. Tan solo había efectuado cortos desplazamientos a Copenhague y Oslo destinados a ser observados por espías suecos, que puntualmente informaban a los ingleses de los movimientos de la flota alemana.

Finalmente el Admiral Scheer fue enviado a la misión para la que había sido concebido: atacar los barcos mercantes ingleses. Diez días antes había salido de Kiel y, tras repostar en Bergen, se dirigió al Estrecho de Noruega para salir al Atlántico Norte. El plan original alemán era que los acorazados Gneisenau y Scharnhorst atravesarían unos días antes la línea de vigilancia británica entre Islandia y las islas Feroe, para atraer a la Royal Navy y facilitar el paso del Scheer. Pero los retrasos hacían que el Scheer tuviese que afrontar el paso del estrecho sin apoyo.

— Contacto. Un buque, probablemente un crucero, demora 210°, distancia 20.000 metros. Espere. Otro segundo buque le sigue.

El Capitán Kranke, desde el puente, miró en la dirección indicada, en la que se apreciaban dos columnas de humo. En esa zona solo podían ser barcos de vigilancia, casi con seguridad ingleses. Por desgracia esos barcos serían seguramente cruceros, porque los cruceros auxiliares raramente operaban en grupos. Aunque el Scheer podría batirse contra cualquier crucero inglés, hacerlo contra varios era peligroso, como había experimentado en el Río de la Plata el tercer acorazado de bolsillo, el Graf Spee. Kranke decidió intentar eludir la vigilancia aprovechando que sus motores diesel apenas producían humo.

— Rumbo 300°, a 15 nudos — ordenó Kranke.

Pero el intento fracasó. Desde El puente del Scheer vieron como los barcos lanzaban más humo y cambiaban de curso.

— Capitán, los contactos se dirige hacia nosotros. Parecen dos cruceros ingleses modernos.

Maldición, pensó Kranke. Los ingleses tenían unos cuantos cruceros casi tan grandes como el Scheer, que aunque solo montaban cañones de 152 mm eran más veloces. El Scheer no podría eludirlos por velocidad. Kranke se dio cuenta que no podría rehuir el combate. Bien, las órdenes recibidas indicaban que, en caso de no poder superar la línea inglesa, el Scheer podría combatir contra los buques que la componían si eran inferiores. Y cualquier crucero inglés era inferior al acorazado de bolsillo alemán.

— Timonel, rumbo 270° a toad máquina. — el capitán se dirigió al primer oficial —. Dispare contra el primer crucero en cuanto consiga una solución de tiro.

A bordo del crucero Fiji el capitán William-Powlett estaba a punto de ordenar rumbo Sur. Algo había pasado porque el Almirantazgo había empezado a llamar a todos los barcos disponibles y dirigiéndolos hacia el Sur de Islandia. El capitán suponía que algún barco alemán habría salido al Atlántico. Pero pensó que los alemanes podrían aprovechar la ocasión para intentar colar algún crucero auxiliar o algún corsario camuflado, por lo que William-Powlet había decidido hacer los zig-zags más amplios posibles, y no dirigirse al Sur hasta el anochecer.

Cuando faltaban cuatro horas el radar descubrió un contacto procedente del Norte, inmediatamente los serviolas apreciaron unos palos de lo que solo podía ser un acorazado de bolsillo alemán. William-Powlet pensó que aunque esos acorazados estaban pesadamente armados, los veinticuatro cañones de 152 mm que montaban sus cruceros bastarían para abrumar al barco alemán, que llevaba potentísimos cañones de 280 mm, pero solo seis. Todo lo que tenían que hacer los barcos ingleses era acercarse al alemán, gracias a los 33 nudos que alcanzaban, cinco más que el buque germano.

El Fiji apenas había empezado a aumentar la presión de sus calderas para aumentar la velocidad cuando se vio rodeado de los piques causados por la caída de los proyectiles alemanes. El capitán Kranke también sabía de lo ocurrido en el Río de la Plata y no pensaba cometer el error de Langsdorf con el Graf Spee y no pensaba dejar acercarse a los cruceros ingleses.

El fuego del barco alemán resultó muy preciso, y el Fiji fue centrado a la cuarta salva. Aunque ningún proyectil alcanzó al crucero, antes o después lo haría, y el Fiji tuvo que caer a babor. El crucero Nigeria adelantó a su gemelo Fiji, pero el barco alemán cambió de blanco. De nuevo el Nigeria fue centrado con la cuarta salva, pero esta vez con menos suerte, y a la séptima salva un proyectil alemán atravesó la chimenea de proa, estallando sobre el combés. La metralla alcanzó el hidroavión Walrus que estaba siendo preparado para ser lanzado y causó un gran incendio que se extendió por el centro del barco. El Nigeria tuvo que lanzar los torpedos para evitar su explosión, y cayó a estribor para descentrarse y controlar los fuegos.

El Fiji tuvo que cubrir al dañado Nigeria con una cortina de humo. William-Powlett ordenó rumbo norte para llegar a distancia del tiro cuanto antes, y de nuevo el Fiji recibió las atenciones del Admiral Scheer. El crucero inglés fue ametrallado por explosiones cercanas, y finalmente un proyectil alemán penetró en la torre A, que quedó fuera de combate. Minutos después otro proyectil del Scheer estallaba en la sala de calderas de popa, reduciendo la velocidad a doce nudos.

El teniente Heinz Schmidt, primer oficial del Admiral Scheer, apremió al capitán Kranke — Capitán, los dos cruceros enemigos están ardiendo, es el momento de acercarnos y rematarlos.

— No, teniente. Esos cruceros siguen navegando y disparando, y el blindaje del Scheer es demasiado débil. Un tiro de fortuna puede bastar para causarnos graves averías que aquí, a 2.000 millas de nuestras bases, significaría la sentencia de muerte del barco. Mantendremos la distancia hasta la noche y luego nos retiraremos.

Tras unos minutos de cañoneo a larga distancia los dos cruceros ingleses se pusieron fuera del alcance eficaz del Scheer.

— Teniente Schmidt, suspenda el fuego. Vamos a ahorrar municiones.

Desde el Fiji vieron como el Scheer se alejaba rumbo Norte a 25 nudos, sin que los dos baqueteados cruceros pudiesen seguirle.