Publicado: Lun Mar 17, 2014 4:03 pm
por Domper
Chorro

4 de Marzo de 1941

El Generaloberst Ritter von Greim miró disgustado a su visitante —. Herr Heinkel, he atendido a su solicitud sólo por sus pasados servicios a la Patria, pero su petición me parece del todo irregular.

— General, entiendo su disgusto, pero el asunto es importante — dijo Ernst Heinkel, director del grupo de empresas aeronáuticas del mismo nombre.

— Herr Heinkel, en su carta usted sugiere que mis subordinados Udet y Milch están causando un grave perjuicio a Alemania bloqueando sus proyectis. Herr Heinkel, Tanto Ernst Udet como Erhard Milch son nazis fervientes que con su labor han engrandecido la Luftwaffe y están llevando a Alemania a la victoria.

Heinkel tragó saliva. La entrevista no iba a ser fácil —. General, usted sabe que esa victoria solo será posible si la Luftwaffe mantiene su supremacía — von Greim asintió — y la supremacía depende de la superioridad técnica. Porque ¿Qué podrán hacer nuestros valientes pilotos cuando se enfrenten a cazas volando a 900 kilómetros por hora?

Ritter von Greim sabía de la afición de Heinkel por las altas velocidades. Lo malo es que sus veloces prototipos no se traducían en diseños realizables. — ¿Cazas volando a 900? Creo que tardaremos mucho en ver eso.

— General, no hay que esperar mucho sino bastante poco — responde Heinkel —. Si todo va bien este mes hará el primer vuelo propulsado mi prototipo Heinkel 280.

— ¿Heinkel 280? Creo que no había oído hablar de ese avión ¿Podría refrescarme la memoria? — von Greim empezó a mostrar algún interés.

— Mire, general, usted ya sabe que uno de los intereses de la compañía de aviación Heinkel es el desarrollo de aviones de alta velocidad. No hará falta que le recuerde las ventajas e un avión veloz: como caza, puede elegir como y cuando atacar a sus enemigos, como bombardero puede eludir a los cazas enemigos como si no existiesen. Hasta ahora la forma de conseguir un avión más veloz era doble: mejorando la célula del avión para que oponga menos resistencia al aire, e instalando plantas motrices más potentes. Pero mi último modelo de caza, el prototipo Heinkel He-100, mostró las limitaciones de la fórmula.

— Sí, el He-100. Lo recuerdo. Un derroche de tiempo y dinero para un avión que nunca sería un caza. — el asunto del He.100 había sido escandaloso, porque Heinkel había intentado colar como avión de caza lo que no era sino un avión para romper récords pero sin posibilidad de uso práctico.

— General, cada marco gastado en el He-100 ha sido bien empleado. No voy a discutir, reconozco que el He.100 ha sido un fiasco, pero hemos aprendido muchísimo con ese avión. El He-100 incorporaba todo tipo de refinamientos aerodinámicos…

— Como esos radiadores por evaporación que le daban una autonomía de quince minutos.

— Sí, como esos radiadores. Pero a pesar de eso, a pesar de llevar el motor más potente de Alemania, ajustado par que rindiese el doble de potencia, el avión nunca alcanzó los 800 kilómetros ahora, que es lo que pretendíamos. Le pasó lo mismo al avión de Messerschmitt, el Me-209. El problema es que a partir de esa velocidad las puntas de las hélices sobrepasan la velocidad del sonido, y pierden eficacia. No importa que instalemos un motor más potente o que modifiquemos las hélices, los cálculos que hemos hecho muestran que el límite absoluto está en los 800 km/h.

— Eso quiere decir que hay un límite en el desarrollo de los aviones.

— Hay un límite, general, pero solo si usamos hélices. Pero ¿Y si usamos otro sistema? Por ejemplo, un cohete. Con cohetes suficientemente potentes no hay otros límites de velocidad que los que imponga la resistencia del aire — von Greim fue a responder pero Heinkel se adelantó —. Sí, sé que mi entrañable rival Messerschmitt está desarrollando un caza con motor cohete, pero lo malo de ese sistema es que la autonomía del avión será muy limitada, de unos pocos minutos. Yo propongo algo mucho mejor, un avión con un motor que produce un chorro de gas como el de un cohete, pero que pueda mantenerse en el aire tanto tiempo como lso cazas actuales.

— Espere ¿Usted ya hizo volar un avión de ese tipo, creo recordar. Un fracaso, que era más lento que los aviones actuales, y que gastaba el combustible en minutos.

— Sí, el Heinkel 178. Pero general, recuerde que ese avión solo fue un prototipo, el primero de ese tipo en volar. Imagine que el primer avión que volaron los hermanos Wright hubiese llegado a los 500 km/h. Es lo que consiguió mi prototipo ¿se imagina que capacidad de desarrollo tiene? Pues mire, el He.280, que hará su primer vuelo propulsado este mes, es un avión ce ese tipo pero mejorado. Espero que alcance los 800 o 900 km/h. 300 kilómetros por hora más rápido que cualquier otro caza del mundo. Con él Alemania sería la reina de los cielos.

— Hasta que otras potencias desarrollen aviones parecidos.

— Claro, general — repuso Heinkel —. Pero es que hay equipos de otras potencias que están estudiando esos aviones. Porque también puede ocurrir lo contrario. Que nosotros sigamos con los mismos aviones y nuestros enemigos tengan aviones de nuevos tipos.

— Mire, Heinkel, tengo un informe del general Udet en el que recomienda abandonar el desarrollo de los reactores, como usted los llama, y otro del general Mitch donde dice que usted es propenso a ideas fantasiosas y que tendría que concentrarse en producir el bombardero Heinkel 111 y en desarrollar el bombardero He-177.

— Mire, general, permítame serle franco. El General Udet será un magnífico piloto pero su personalidad es, digamos que inestable. Y con Milch el problema es que solo ve por los ojos de Messerschmitt y Junkers.

— Le ruego que respete a los generales Udet y Milch — dijo von Greim, aunque sabía que Heinkel tenía razón.

— Y ellos deben respetarme a mi. El otro día tuve un enfrentamiento con el general Milch a propósito de mi caza zerstorer He-219, que quiere bloquear, aunque es mucho mejor que ese fabricante de viudas de Messerschmitt, el Me-210. El Heinkel 111 será todo lo necesario que se quiera, pero está anticuado, y el Heinkel 177 será un fracaso si seguimos las recomendaciones del Ministerio del Aire.

— Señor Heinkel, Alemania necesita un bombardero como el He-177.

Heinkel vio la mueca de disgusto de von Greim. Si no variaba de táctica tendría un no por respuesta —. General, desde luego que el He-177 es necesario, pero tal como está nunca será un buen avión. Mire, le voy a hacer una propuesta en la que me juego mi compañía. Permítame subcontratar la producción del Heinkel 111, y déjeme libertad de acción con el He-177, con el He-219 y con el He-280. Necesitaré que el Ministerio financie el desarrollo de esos aviones a cuenta de mi compañía. Si los aviones son un fracaso, que la Luftwaffe se quede con ella. Pero si salen adelante, Alemania será la reina de los cielos.