Publicado: Lun Mar 17, 2014 4:03 pm
por Domper
¿Palo o zanahoria?

2 de Marzo de 1941

— Embajador, es un placer volver a verle — Von Papen había conocido al recién llegado embajador francés en Berlín, André François-Poncet, durante su anterior estancia en Berlín durante la década anterior.

— Excelencia — responde François-Poncet —, siempre he admirado la cultura alemana, y volver a Berlín es volver a casa.

— Me alegra la reapertura de la embajada francesa en París. La Parisier Platz se veía vacía sin la bandera tricolor. Embajador, será un placer colaborar con usted para fortalecer la amistad francoalemana.

El embajador pensó que esa amistad francoalemana se solía dirimir en el campo de batalla, que había visto cinco guerras entre Francia y Prusia en los últimos 150 años. Pero Francia no ganaría nada con descortesías. François-Poncet agradeció las atenciones recibidas, mientras esperaba que el ministro dijese lo que deseaba.

— Embajador, supongo que está al tanto de las declaraciones del criminal Churchill. Aunque los ejércitos del Pacto de Aquisgrán lo han derrotado una y otra vez, pretende continuar la guerra, intentando implicar para ello a Estados Unidos. Embajador, no hará falta que le recuerde que la continuación de la guerra está siendo una catástrofe para Francia. Inglaterra está enviando sus aviones en bombardeos criminales sobre Francia y, aunque la Luftwaffe intenta defender a su patria — Von Papen señaló al embajador francés que los combates se producían sobre Francia — y aunque les causemos tremendas bajas, no podemos impedir que algunas bombas maten a mujeres y niños franceses.

— Ministro, mi gobierno ha protestado repetidas veces ante el gobierno de Londres por esos bombardeos.

— Embajador, sé de esas protestas — al parecer los servicios secretos alemanes habían conseguido infiltrarse en la diplomacia francesa — y también sé de su inutilidad. Pero los bombardeos no es lo peor que sufre Francia. El bloqueo ilegal al que se ve sometida por la marina inglesa está arruinando la economía francesa. Sus fábricas están cerrando my el desempleo se multiplica. Si no fuese por el petróleo y los cereales de las reservas alemanas que el Statthalter Goering ha enviado como presente a la aliada Francia los niños franceses estarían pasando hambre.

Buena forma de tergiversar los hechos, pensó el embajador. La ruina de la economía francesa se debía a las indemnizaciones impuestas por Alemania, a su rapaz política económica, y a la retención de cientos de miles de prisioneros de guerra. Pero era cierto que Francia dependía de las migajas que quisiese ceder Alemania, por lo que el embajador asintió.

— Pero Francia, a pesar de los ataques del delincuente Churchill — siguió Von Papen — no está cumpliendo sus compromisos con el Pacto de Aquisgrán. Aunque firmó la declaración condenando la agresión británica a España, aunque se comprometió a entrar en guerra contra Inglaterra al lado de Alemania, ustedes apenas han hecho nada. Unas pocas incursiones en las colonias inglesas y alguna corta razzia de sus buques de guerra.

— Ministro — interrumpió el embajador, que tenía órdenes expresas de Pétain de no dejarse arrastrar a una mayor colaboración —, para Francia ha sido imposible hacer nada más. Ni la marina ni la fuerza aérea disponen del combustible suficiente para operar, nuestros aviones ni siquiera tienen gasolina para poder derribar a los bombarderos ingleses que atacan las ciudades francesas. Además ya sabe que la situación en nuestras colonias es delicada, no solo algunas de nuestras colonias del África Ecuatorial se han pasado al traidor De Gaulle, sino que en el resto la situación no es clara, y una mayor implicación en la guerra podría llevar a su defección. Hasta que el régimen del Mariscal Pétain no se consolide en dichas tierras no se podrá pasar a la ofensiva. Por otra parte, gran parte de nuestro ejército sigue prisionero en Alemania.

— Embajador, Alemania cumplió el compromiso de liberar 400.000 prisioneros franceses, pero Francia incumplió los suyos. Ni declaró la guerra formalmente a Gran Bretaña, ni formó unidades cobeligerantes, ni cedió los barcos señalados a la marina alemana. Embajador, siento decirlo, pero el honor francés está en juego.

El embajador se tragó el sapo. Von Papen tenía razón, Francia estaba incumpliendo lo firmado, pero la situación francesa era delicada. Los servicios de inteligencia parecía estar jugando con doble baraja, filtrando información a los ingleses. Los tripulantes del Strasbourg y del Dunkerque habían saboteado sus buques para evitar su entrega. Bien, intentaría paliar la situación con alguna concesión menor.

— Excelencia, el Mariscal Pétain me ha autorizado a ofrecer mayor cooperación antbritánica, mediante una ofensiva de nuestras fuerzas estacionadas en Siria contra la Palestina británica. Pero esas fuerzas están aisladas por completo de la metrópoli y carecen de los medios adecuados para lanzar dicha operación. Dispongo de una lista de los medios necesarios, que con gusto le entregaré, pero le anticipo que el general Dentz solicita dos grupos de caza, uno de bombardeo, y dos regimientos de carros de combate modernos, con los correspondientes repuestos, más el combustible necesario para moverlos y las municiones que necesiten. Además Francia necesita con urgencia un millón de barriles de petróleo para que la aviación impida los ataques ingleses y la industria pueda ponerse en marcha ¿Podría Alemania atender a la petición francesa?

— Embajador, el Statthalter Goering cedió en Diciembre a Francia medio millón de barriles procedentes de sus reservas estratégicas.

— Excelencia, el Mariscal Pétain y la nación francesa agradecieron el regalo del Statthalter, pero la cantidad sigue siendo mucho menos de las necesidades francesas.

Von Papen ya esperaba esa táctica disuasoria, pero no se iba a dejar enredar. Por una parte, la reserva estratégica alemana de petróleo se estaba vaciando. Aunque había aumentado la producción en los campos rumanos de Ploiesti seguía siendo insuficiente para las necesidades alemanas e italianas. Además el Mediterráneo Oriental seguía cerrado a la navegación, por lo que el petróleo del Cáucaso que la URSS vendía a Alemania tenía que ser transportado por el Danubio.

— Embajador, Alemania entiende las necesidades francesas, pero Francia debe comprender que Alemania está enfrentada en lucha a muerte con Inglaterra. Es el deber de los aliados de Alemania unirse a ella para conseguir la victoria final, tras la cual las demandas francesas quedarán más que satisfechas.

El mensaje implícito quedaba claro: Von Papen reprochaba a Francia su inactividad, y no cedería nada a los franceses hasta que estos se moviesen.

— Excelencia, Francia entiende, como no, la posición alemana, pero el pueblo francés no aprobará que mientras sus hijos tiritan de frío se use nuestro escaso petróleo para una ofensiva al otro lado del mundo.

Luego sí tenéis petróleo, aunque sea poco, pensó Von Papen, pero no os da la gana colaborar con nosotros. Bueno, habría que poner las cartas sobre la mesa.

— Embajador, no solo los niños franceses pasan frío en este duro invierno. Pero el pueblo alemán, bien conducido por el Statthalter, entiende que es necesario este sacrificio para liberar a Europa de las intrigas inglesas. Será la paz victoriosa la que colme las ambiciones del pueblo alemán. Si el pueblo francés no entiende las ventajas que conseguirá con esa paz tal vez sea por una conducción inadecuada.

¿A dónde quiere ir a parar Von Papen, pensó el embajador? — Excelencia, el Mariscal Pétain está creando una nueva Francia alejada de las influencias degeneradas, siguiendo el camino marcado por Alemania.

— En ningún momento Alemania ha durado de la amistad que une al Mariscal con sus antiguos enemigos — la ironía de Von Papen no pareció hacer mella en el embajador francés — pero sí de sus colaboradores. Embajador, Alemania tenía amigos en el gobierno francés, pero han sido apartados de sus puestos o incluso detenidos. El ministro Pierre Laval, que medió entre nuestros dos países, fue detenido y apartado del gobierno. El Almirante Darlan, actual Primer Ministro, está manteniendo contactos con los ingleses. Nuestros servicios de inteligencia no son completamente ineptos ¿lo sabía? Esta situación es inaceptable para Alemania. El Statthalter Goering me ha indicado que le diga que, de no ser sustituido el Almirante Darlan por Pierre Laval antes del find e la semana, las tropas de Alemania y del Pacto de Aquisgrán procederán a ocupar el Norte y el Centro de Francia, y Alemania unirá a su territorio Alsacia y Lorena, sin plebiscitos.

El embajador francés enrojeció. — Ministro, se trata de un ultimátum.

— No, mi querido embajador. Se trata de la realidad. Francia y Alemania llegaron a un compromiso que Francia está violando sistemáticamente. Ese compromiso incluía grandes ventajas para Francia, tales como la resolución definitiva del problema Belga. Pero Alemania ayudará a una Francia amiga pero nunca a una Francia hostil. Le recuerdo también que tanto Italia como España, fieles aliadas del Reich en la lucha por la victoria, tiene sus propias apetencias territoriales.

— Transmitiré su ultimátum a mi gobierno, señor ministro.

— No, embajador, insisto en que no es un ultimátum sino una elección. Francia puede unirse a la Europa victoriosa, obteniendo grandes ventajas, o unirse a los derrotados. Será su elección.

François-Poncet se tragó el sapo. Esperaba que Von Papen tuviese alguna demanda, pero no esto. Que un diplomático veterano fuese tan brusco indicaba que la nueva invasión alemana era inminente. Y en el estado de de debilidad en el que Francia se encontraba, no tendría otro remedio que ceder. Bien, trasladaría a Vichy la exigencia alemana, pero se imaginaba la respuesta. El embajador se levantó peo Von Papen le interrumpió.

— Un último detalle, embajador. La propuesta de la ofensiva en Siria sería muy bien recibida por el Statthalter. El cambio de rumbo que tanto conviene a Francia debe incluir esa ofensiva.