Publicado: Mié Mar 12, 2014 3:54 pm
por Domper
La caza

22 de Febrero de 1941

Tras frenéticos preparativos los barcos de la Mediterranean Fleet habían abandonado durante la noche una Alejandría iluminada por las llamas de los depósitos de petróleo incendiados. Poco después del amanecer había sido avistado un hidroavión en la lejanía. Cunningham sabía que esas visitas podían ser seguidas de ataques aéreos, por lo que ordenó virar hacia el Norte, alejándose de la costa y sus bajos fondos.

Siete millas al norte el U-93 esperaba bajo la superficie.

— Kapitänleutnant, contacto hidrofónico al sur.

El Teniente de Navío Korth se acercó a la torre de mando y preguntó al hidrofonista — ¿Qué le parece, Lintze?

— Capitán, son muchos barcos. Se oyen hélices rápidas pero también parece haber buques mayores. Creo que es la flota inglesa al completo dirigiéndose hacia nosotros.

Korth dio orden de subir a cota periscópica. Elevó el telescopio de exploración y tras un vistado dijo al segundo — Dietrich, mira a ver que te parece —. El Oberleutnant miró por el periscopio y vio tres columnas de buques que se dirigían hacia ellos. — Capitán, es la flota inglesa. — Korth sonrió y dijo — ¡Ahí tenemos a nuestro objetivo! ¡Abajo el periscopio! Rumbo 150º, vamos a intentar meternos entre las columnas de destructores.

El submarino se movió sigilosamente bajo las aguas. Poco después cayó al sur, para dificultar la detección mediante el ASDIC inglés. Un destructor se le acercó, haciendo tanto ruido como un tren expreso. Parecía imposible que no detectase al submarino, pero pasó de largo.

— Arriba el periscopio de ataque. Despacio, no quiero que asome mucho ¡Alto! — Korth pudo ver un acorazado seguido de un portaaviones — Un acorazado, parece un Queen Elizabeth, 800 m, velocidad 20 nudos ¡marcación! — el capitán hizo girar el periscopio — Uno de sus nuevos portaaviones, distancia 1.200 m, veinte nudos ¡marcación! Regule para tiro de velocidad, tubos uno y dos al acorazado, tubos tres y cuatro al portaaviones ¡Fuego el uno! ¡fuego el dos! ¡fuego el tres! ¡fuego el cuatro! ¡Todo avante, rumbo 330º! ¡Llévamos al fondo, Dietrich!

Unos segundos después se oía una explosión. Uno de los torpedos había encontrado un blanco.

En la superficie, el almirante Cunningham casi cae al suelo cuando el Valiant viró bruscamente a babor. — Almirante, un submarino, el Barham está esquivando torpedos… —j usto entonces una columna de agua se elevó en el costado del Illustrious. Un destructor se acercó a toda máquina y lanzó un rosario de cargas de profundidad sobre el punto desde el que había lanzado los torpedos.

— ¡Malditos submarinos! Rumbo 90º, nos dirigiremos directamente hacia Port Said. Que el Ajax, el Firedrake y el Fame escolten al Illustrious.

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— Tenente Buscaglia, estelas a las once.

El teniente tomó sus prismáticos e inspeccionó el mar. Finalmente vio lo que le señalaba el observador: un gran barco, que avanzaba lentamente remolcado por otro menor. Otros dos barcos de aspecto extraño lo escoltaban, parecían una balsa sobre la que se hubiese puesto una torre de artillería. — Por fin, parece un acorazado con su escolta. El teniente movió las alas de su avión para alertar al resto de la escuadrilla.

Los Savoia Marchetti SM.79 italianos descendieron hasta el nivel del mar y se dividieron en dos grupos, que atacarían uno por cada banda. Los ingleses parecían haber detectado a los italianos a gran distancia, y la escolta del gran barco empezó a disparar sus cañones. El teniente Buscaglia vio de repente un destructor que se interponía en su camino. Viró suavemente, intentando exponer lo menos posible su avión al fuego enemigo. El otro SM.79 no pudo esquivar al destructor, que lo alcanzó, incendiándose el motor izquierdo. El torpedero lanzó su torpedo pero cuando intentó remontar el ala se desprendió y cayó dando volteretas al mar.

Buscaglia apenas vio por el rabillo del ojo lo ocurrido pues estaba concentrado en su ataque. El barco, que era un acorazado, apenas se movía, por lo que apuntó un poco por delante de su proa. Cuando estaba a seiscientos metros lanzó el torpedo y tomó altura para escapar. Pudo sentir como la metralla agujereaba su avión. Vio pasar como un relámpago otros dos aviones, los que habían atacado por la otra banda.

Momentos después el ametrallador de cola dio la buena noticia — ¡Impacto, le hemos dado justo en el centro del buque¡ ¡Otro impacto! Ese barco está acabado.

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— Capitán, parece que por fin se han ido.

Tras el ataque el U-93 había soportado seis ataques con cargas de profundidad. Habían contado 57 cargas, alguna tan cercana que habían saltado fragmentos del recubrimiento interior de corcho. Pero finalmente los ingleses se habían cansado y se habían ido.

— Lintze, haga un barrido — ordenó al hidrofonista — ¿Oye algo?

— No, mi capitán… sí, espere. Hélices rápidas no muy cercanas, parece que van y vienen.

El capitán Korth sonrió — Me parece que nuestra presa no ha ido muy lejos. Sube despacio hasta cota periscópica — ordenó a su segundo.

Unos minutos después el U-93 pudo ver a su presa: a apenas 4.000 m había un gran portaaviones parado en el agua, rodeado por destructores. Otro barco, tal vez un crucero, estaba parado junto a él, probablemente intentaba tomarlo a remolque. Korth bajó el periscopio —. Profundidad 90 m. Avance lento rumbo 60º.

El U-93 se arrastró bajo el agua acercándose sigilosamente al Illustrious. Una hora después el U-93 lanzó una andanada de cuatro torpedos, dos de los cuales bastaron para hundir al cuarto portaaviones que la Royal Navy perdía en la guerra.

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El Teniente Graubner siguió patrullando con sus seis Ju-88E. Habían salido del Bardia para intentar dar caza a la flota inglesa que escapaba de Bengasi. Los italianos decían que habían hundido un acorazado y tres cruceros, pero por ahí no se veía nada. Finalmente vio dos grandes barcos que se dirigían hacia el Este, cerca de la costa, rodeados por muchos otros más pequeños.

Junto a la costa, dos monitores trataban de escapar. Tras el ataque de la mañana el Warspite había quedado parado y se hundía poco a poco. Sabiendo que iba a ser imposible salvar el barco, el capitán Portal ordenó al Terror y al Erebus que se abarloasen al sentenciado acorazado y tomasen a su dotación, tras lo cual el destructor Kipling finiquitó al Warspite con cuatro torpedos. A sabiendas del riesgo que suponía la aviación enemiga tan cerca de la costa, Portal ordenó que el su crucero York y los destructores se retirasen a toda máquina, y que los monitores, las corbetas y el resto del escuadrón costero los siguiesen hacia el Este como pudiesen.

El capitán de navío Ernest, a bordo del Terror, quedó al mando de la flotilla. Lo malo es que la colección de buques viejos y lanchas no podía dar más de seis nudos y, si destacaba a los barcos más rápidos, los más lentos serían presa fácil de los aviones alemanes. Solo podía rezar para que los alemanes no los viesen.

Justo entonces los seis Ju-88 de Graubner iniciaron su picado. El Terror fue alcanzado por dos bombas y empezó a hacer agua. Ernest vio con horror como el barco que le seguía, el monitor Erebus, desaparecía entre los piques de las bombas. Cuando el agua cayó vio como el Erebus escoraba rápidamente a estribor y daba la voltereta. Intentó virar para aproximarse, pero el timón del Terror no respondía, y cada vez embarcaba más agua. Temiendo sufrir la misma suerte del Erebus, y sabiendo que llevaba a bordo a cientos de hombres procedentes del Warspite, Ernest dio la orden de abandonar el barco.

La Royal Navy acababa de sufrir su peor derrota en doscientos años.