Publicado: Mar Mar 11, 2014 3:36 pm
por Domper
Revista

4 de Enero de 1941

El 36 Regimiento Panzer había alineado sus flamantes Pz-III mientras el Generalmajor Erwin Rommel pasaba revista a la formación desde un coche descubierto, acompañado por el general Heinrich von Prittwitz und Gaffron, comandante de la 14ª División Panzer, y del general de división italiano Ettore Baldassarre, al mando de la división acorazada Ariete.

El la torre de uno de los tanques el sargento Ernst Barkmann permanecía en pie, exponiendo medio cuerpo por encima de la escotilla. Mientras el resto de los tripulantes se mofaban.

— Mira, sarge, Rommel sí que es un general de verdad. Aquí en el ejército obedecemos a los militares y no a los chóferes. — el sargento Barkmann había pertenecido a las Waffen SS, pero tras su disolución en Julo de 1940 había sido transferido a la recién creada 14ª División Panzer.

— Dickel, el coronel Dietrich por lo menos sabía distinguir una rueda de una coliflor, no como algún ceporro suabo que yo me sé.

Dickel, natural de una pequeña aldea suaba, acusó la puya. Los suabos tenían fama de ser campesinos cortos de entendederas —. Sarge, los de mi pueblo somos tontos pero por lo menos no tragamos polvo. — el resto de la dotación se echó a reir.

— Dickel, era boca tuya será tu perdición. Como te oiga el coronel vas a estar de guardia hasta que asciendan al Cabo Finisterre.

— Para que el coronel me oiga tendrá que limpiarse primero el polvo de las orejas — los tanquistas empezaron a reír a carcajadas mientras el sargento, a la vista de todo el mundo, apenas podía reprimirse. La semana anterior le general Rommel y la plana mayor de la 14ª habían pasado revista al 32º Regimiento de tanques de la División Acorazada Ariete, también recién llegada a Libia. Los italianos habían instalado un podio al que se subieron los oficiales. Luego los tanques empezaron a desfilar… levantando una enorme nube de polvo. Tras el paso de las dos primeras filas de tanques no se veía a dos metros. Los italianos intentaban mantener la compostura, mientras el polvo iba cubriendo los entorchados de sus uniform4es de gala. Los alemanes, a su vez, también intentaron aguantar hasta que el coronel von Tresckhow empezó a toser como un poseso y tuvo que retirarse. El desfile acabó con los alemanes refugiándose en sus coches, muriéndose de risa al ver a los pobres italianos cubiertos de arena.

— A callar todo el mundo que vana pasar los jefes. — El sargento saludó a los generales brazo en alto. Aunque se sorprendió al ver que el capitán de la compañía saludaba llevándose la mano a la gorra. Barkmann recordó que ya no existían las SS, y corrigió su saludo.