Publicado: Mar Mar 11, 2014 3:31 pm
por Domper
Capítulo 9. Lucero del Alba

Vacaciones en el mar


27 de Diciembre de 1941

— Capitán Mengersen, por fin le encuentro. Tengo un mensaje urgente del BdU. Debe dejar lo que esté haciendo y acompañarme. Suba al coche, por favor.

Minutos después el Vizeadmiral Karl Doenitz ponía al día al oficial:

— Kapitänleutnant, siento interrumpir su merecido permiso, pero tengo una misión urgente para usted.

— Almirante, sabe que mi dotación está agotada. — El U-101 había hecho cuatro patrullas desde el verano y haba pasado más tiempo en mar que en tierra —. Además mi submarino necesita un recorrido a fondo.

— Lo sé, capitán, pero son órdenes de arriba. Fui a protestar, pero el mismísimo Grossadmiral me llamó y me dio una orden tajante que había que cumplir sí o sí. Ya he dado órdenes al astillero de acabar las obras en cuanto antes para que pueda hacerse al mar antes de final de año. Sí, le parecerá imposible, pero hay que hacerlo.

— ¿Qué corre tanta prisa? La guerra no depende de hundir un par de mercantes. Eso si puedo encontrar alguno, porque este invierno está siendo horrible. En mi última patrulla he pasado más tiempo intentando permanecer a flote que buscando barcos ingleses.

— Por eso no se preocupe, capitán — responde Doenitz —. Donde va no va a tener ninguna queja del tiempo. Va a hacer un crucero por el Mediterráneo.

Mengersen puso cara de sorpresa. — ¿El Mediterráneo? Perdone almirante pero ¿Qué se nos ha perdido allí?

— Es exactamente lo mismo que le dije a Marschall. Le recordé que en la pasada guerra estuvimos a punto de vencer, pero que las interrupciones de la campaña submarina por las interferencias políticas nos arrebataron la victoria. Agradezcámoselo a esos malnacidos de los yanquis. Yo también creo que la principal batalla de la guerra es la del Atlántico, e intenté argumentar todo esto ante Marschall. No sirvió de nada, el Grossadmiral me dijo que ya sabía de la importancia de nuestra campaña submarina, pero que vamos a lanzar una ofensiva que podría ser decisiva para el curso de la guerra. Según Berlín, la guerra se va a decidir en Egipto, y que es función de la marina impedir que la flota inglesa interfiera nuestras operaciones.

— ¿En Berlín dicen que la guerra se decidirá en Egipto? Eso no se lo creen ni ellos. El escenario principal de esta guerra es el mismo que el de la anterior: el Atlántico. Este verano hemos hundido tantos barcos ingleses que tienen que estar contra las cuerdas. Ahora apenas tienen escoltas para proteger los pocos cascarones que les quedan. Es el momento de apuntillarles.

— No me está diciendo nada nuevo, pero he recibido órdenes terminantes. Tengo que enviar una docena de mis mejores barcos al Mediterráneo y, claro está, conté con usted. Espero verle pronto de vuelta con un buen bronceado.

— Ojala ¿Cuál será mi misión?

— Mi ayudante le entregará la documentación, pero se lo resumo. En cuanto sea posible saldrá hacia el Mediterráneo a la máxima velocidad posible. Es muy importante mantener el secreto, por lo que mantendrá un silencio radio estricto, y no atacará a ningún buque enemigo durante su ruta, salvo que sea un acorazado o un portaaviones. Tras entrar en el Mediterráneo se dirigirá a las islas Columbretes…

— ¿Qué islas?

— Ni yo las conocía. Son unos islotes deshabitados cerca de Valencia, donde estará a cubierto de miradas curiosas. Allí repostará de un petrolero español. Posteriormente se dirigirá hacia el Canal de Sicilia, que cruzará de noche manteniéndose alejado de la base inglesa de Malta…

— No pensaba acercarme.

— Me lo imaginaba. La Luftwaffe ha prometido eliminar los aviones ingleses en esa isla, pero no me fío mucho de nuestros colegas de los cielos. No es que tema por su barco, sino que es muy importante mantener en secreto la operación. Una vez en el Mediterráneo Oriental se dirigirá hacia Alejandría, donde permanecerá a la espera.

— Una vez en Alejandría ¿Tendré caza libre?

— No, se mantendrán las órdenes. Hasta que no reciba la autorización no podrá atacar salvo a buques principales enemigos: acorazados o portaaviones. Luego podrá atacar a todo lo que flote. No ahorre torpedos.

— ¿Cuál será mi base en el Mediterráneo?

— Aun no está decidido pero probablemente será Bari. Ya recibirá instrucciones.

— Gracias ¿Puedo retirarme? Tengo mucho que hacer.

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En el estrecho casco de un submarino era imposible mantener secretos. El Kapitänleutnant Heinrich Liebe, uno de los submarinistas alemanes más exitosos, notó que pasaba algo incluso antes que el radiotelegrafista se entregase el mensaje que acababa de descifrar.

DEL VIZEADMIRAL DONITZ AL KAPITANLEUTNANT LIEBE EN U38 ABANDONE OPERACIÓN ENCOMENDADA DIRIJASE MEJOR VELOCIDAD HACIA GIBRALTAR LUEGO ISLAS COLUMBRETES DONDE REPOSTARA DE PETROLERO ESPAÑOL IMRESCINDIBLE DISCRECION MANTENGA SILENCIO RADIO SOLO AUTORIZACION ATACAR ACORAZADOS O PORTAAVIONES

Liebe pensó que el cambio de planes iba a gustarle a su dotación, que iba a cambiar un difícil crucero entre las montañas de agua del atlántico por una plácida travesía mediterránea. El capitán decidió informar a la dotación mediante la megafonía de a bordo, pero al dirigirse hacia la torre de mando vio que no era necesario: los marineros con los que se cruzó tatareaban la musiquilla “toreador” de la ópera Carmen.

Al mismo tiempo que el U-38 otros ocho submarinos cambiaron su rumbo hacia el sur.

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— Capitán, contacto hidrofónico a 60º.

El HMS Clyde era uno de los cuatro submarinos ingleses que patrullaban en el Golfo de Vizcaya. Aunque su misión era atacar a los U-Boat alemanes que salían de las bases francesas, hasta ahora solo había conseguido hundir un pesquero. Era una labor peligrosa, no solo por la cercanía de la costa enemiga, sino porque sus supuestas presas, los submarinos alemanes, podrían convertirse en cazadores. Por ello permanecía sumergido a cota periscópica durante el día, intentando pasar desapercibido.

El capitán Ingram tomó el periscopio. Tras hacer un barrido por si había algún enemigo en el área, miró hacia la marcación señalada por el hidrofonista. Al principio no vio nada, por lo que elevó el periscopio de ataque, que tenía más aumento. Finalmente lo vio, era un submarino alemán a unas cuatro millas. Demasiado lejos para perseguirlo.

— Es el tercer submarino que vemos en una semana rumbo Sur. Los convoyes de Freetown van a tener unos días movidos.