Publicado: Jue Mar 06, 2014 8:13 pm
por Domper
Preparativos

22 de Diciembre de 1941

El general Von Manstein presentaba su plan de operaciones en el OKW ante el canciller Goering, y el jefe del ejército, el Mariscal Beck. También estaban presentes el general Von Greim, nuevo Jefe de Estado Mayor de la Luftwaffe, el almirante Marschall y, como no, el director de los servicios de inteligencia, el general Schellenberg.

— Statthalter, le agradezco que me haya permitido pasar estas fiestas con mi familia.

— General von Manstein, todos queremos disfrutar de los nuestros. Incluso en plena guerra. Especialmente ahora que su hijo Gero se ha incorporado a la academia Liegnitz Ritter. Espero que ese joven tan prometedor ostente pronto las insignias de teniente.

Von Manstein comprendió la indirecta. Goering estaba sugiriendo que el ingreso de su enfermizo hijo en la academia militar se debía a su intervención —. Gracias por su interés, Statthalter.

— General, no perdamos tiempo. ¿Cómo discurren las operaciones en Libia?

— Por ahora, bien. La llegada de la 3ª División de Infantería Motorizada ha permitido estabilizar el frente italiano en Bardia. Especialmente los Flak 36 de la Luftwaffe han resultado demoledores contra los tanques ingleses. Los ingleses intentaron cercar la guarnición para atacarla por su retaguardia cuando se encontraron con los cañones de la Luftwaffe, que les hicieron pedazos. — Si Goering sabía usar indirectas, Von Manstein también, sabía que el canciller era muy susceptible respecto al uso de sus unidades terrestres —. Han resultado tan eficientes que el general Rommel clama por recibir más cañones del 88.

Goering sonrió. — Tal vez Von Greim pueda acceder a su solicitud. Siga, por favor.

— Bien, los ingleses sufrieron un buen rapapolvo en Bardia, avanzaban pensando que sus tanques eran inmunes a nuestros cañones. Creemos que en la acción perdieron la mitad de sus tanques. Su infantería también sufrió bajas, y especialmente su artillería, que fue bombardeada por los Stukas. Tras el varapalo los ingleses se retiraron hasta la frontera. El general Rommel contraatacó inmediatamente, y tuve que amenazar con relevarle para que detuviese su ataque.

— ¿Por qué? — preguntó el Mariscal Beck —. Si los había derrotado era el momento para explotar la victoria y arrebatarles las posiciones que conquistaron.

— Mariscal, es que eso es precisamente lo que no quiero. Recuerde que el objetivo de la Operación Morgenstern no es conquistar unos pocos puestos en el desierto, sino atrapar y destruir al ejército inglés. En estos momentos Rommel apenas tiene fuerzas suficientes, solo han llegado a Libia la 3ª División de Infantería Motorizada y fracciones de la 7ª Panzerdivision y 5ª Leichtedivision. Esas fuerzas tal vez bastasen para derrotar a los ingleses, pero no serían suficientes para llegar al Delta del Nilo. Sobre todo el general Rommel carece de los vehículos motorizados y los suministros necesarios para avanzar rápidamente y evitar la retirada inglesa. No, preferiría que el general Rommel se mantuviese en la frontera. Le he autorizado a actuar agresivamente, pero tiene prohibido profundizar más allá de 10 km, o alejarse más de 30 km de la costa.

— Me parecen muy estrictas esas limitaciones — dice Beck —. Esa actitud timorata permitirá a los ingleses fortificarse, y tendremos bajas innecesarias.

— Mariscal, sería ideal que los ingleses se fortificasen en la frontera. Cuantas más tropas desplieguen allí, mejor. Es por eso que he permitido a Rommel que siga incordiando a los ingleses, para que atraiga sus reservas a la franja costera. Pero no deseo que los ingleses se fijen en su flanco Sur, que se puede rodear por el desierto. Será ahí por donde les golpearemos. Pero a su debido tiempo.

— General — dice Goering—. Usted sabe que el descubrimiento del petróleo libio ha hecho que sea urgente liquidar la amenaza inglesa.

— Cierto, Statthalter. Pero se me encomendó destruir a los ingleses, no rechazarles. Aun no dispongo en Libia de suficientes recursos para ello. Para que la operación Morgenstern tenga garantías de éxito necesito disponer por lo menos de dos divisiones Panzer al completo y una división ligera, además de la 3ª de Infantería. Las unidades que llegan a Libia necesitan aclimatarse y preparar sus vehículos. También necesitamos mejorar los caminos, y crear depósitos de suministros cerca de la frontera. Al ritmo actual no será posible iniciar la ofensiva antes del 15 de Febrero, y sería mejor postergarla hasta el primero de Marzo.

— Imposible, general. La situación de nuestros aliados italianos en Grecia se está haciendo crítica y es necesario despejar el Mediterráneo cuanto antes ¿Sería posible atacar a finales de Enero?

— No lo recomiendo, Statthalter. Tendremos fuerza como para vencer pero no para aplastar. Adelantar la operación antes del 15 de Febrero pondría en peligro sus resultados.

— Pues será el quince. Esa fecha será inamovible, usted atacará con lo que tenga.

— Modificaré el despliegue para que sea posible. Pero entonces sería necesario iniciar mañana mismo el desplazamiento de las unidades navales y aéreas.

Toma la palabra el Almirante Marschall —. General, el Almirante Doenitz está muy disgustado por su solicitud de submarinos para el Mediterráneo. Su fuerza de submarinos es muy escasa, y si prescinde de esos dieciocho submarinos tendrá que suspender las operaciones en el Atlántico.
— Almirante, es imprescindible la presencia de esos submarinos. En el planteamiento de la operación es crítica la disponibilidad de medios logísticos. Por desgracia nuestros aliados no llegaron a construir el ferrocarril costero que habían planeado, por lo que dependemos por completo de camiones. El transporte en camión es un sistema muy ineficiente, sobre todo porque las actividades de la Royal Navy y de sus aerotorpederos han hecho muy peligrosa la navegación hasta Tobruk o Bardía, por lo que tenemos que desembarcar nuestros suministros en Bengasi, a 400 km del frente. Con las pésimas carreteras de la zona los camiones tardan una semana en ir y volver. Podrá imaginar la cantidad de camiones necesaria, el mantenimiento que requieren, y la gasolina gastada.

— Sí, pero…

— Cuando iniciemos nuestra ofensiva será aun peor — sigue Von Manstein —. Necesitaremos usar los puertos de Tobruk y Bardia para mantener el ritmo de nuestra ofensiva, y si disponemos de una flotilla costera que pueda aliviar el transporte por carretera, mejor. Pero para eso resulta imprescindible limitar las operaciones de los barcos ingleses. Después del ataque a Tarento la flota italiana está en desventaja respecto a la inglesa de Alejandría. Solo los bombarderos de la Luftwaffe y los submarinos de Doenitz pueden impedir que los acorazados ingleses bloqueen nuestros suministros.

Goering está decidido. — Almirante, envíe esos submarinos. Cuando conquistemos Egipto podrá disponer de nuevo de ellos, pero por ahora los necesitamos en el Mediterráneo.

— Gracias, Statthalter —responde Von Manstein —. También resulta indispensable que la Luftwaffe despliegue varios grupos en Catania, Sicilia y Libia, para impedir la navegación inglesa en el Mediterráneo Central y posteriormente para apoyar nuestro avance.

Es Von Greim quien responde. — General, la Luftwaffe ya ha iniciado el traslado de aviones, pero nos estamos encontrando con problemas inesperados. Los filtros de arena de nuestros Ju-88 no son suficientemente eficaces, y esos aviones están teniendo muchas averías operando desde los aeródromos polvorientos de Sicilia o Libia. No hará falta que le recuerde que los Ju-88 son nuestros mejores bombarderos antibuque. Los cazas Bf-109 y Bf-110 están teniendo menos problemas, y los Ju-87 resultan aun mejores. Aun así la disponibilidad de los grupos destinados al Mediterráneo está siendo baja. Hacemos lo que podemos, pero en un mes no podremos tener milagros. Especialmente si insiste en enviar una escuadrilla a ese oasis perdido.

— General — dice Beck —. Precisamente quería cuestionar esa parte de la operación. Según sus planes la 5ª Ligera tiene que avanzar desde ese oasis de nombre impronunciable y saltar de oasis en oasis hasta llegar a El Cairo. Según mis analistas aunque la misión no sea imposible probablemente solo una pequeña columna, apenas un regimiento, podrá llegar hasta el Nilo. Ahí puede ser destruida por las fuerzas muy superiores que los ingleses tienen en el área.

— Mariscal, entiendo los riesgos del avance desde el oasis de Giarabub. Pero esa parte del plan es importante. Según nuestros servicios de inteligencia los ingleses tienen al menos dos grandes formaciones en el Valle del Nilo: la 4ª División India, que están trasladando hacia Sudán, y partes de la 6ª División Australiana. Parece que están llegando también unidades de la 2ª División de Nueva Zelanda y de la 7ª Australiana. Es posible que los ingleses dispongan de esas cuatro grandes unidades en Egipto en Febrero. El problema es que nuestra ofensiva desde Libia debe atravesar un cuello de botella entre el mar y la depresión de Qattara, por donde será imposible flanquear sus defensas por el desierto. En el punto más estrecho, en El Alamein, están cavando una línea defensiva. Si despliegan esas divisiones allí tendremos que detenernos antes de romper el frente, y eso permitirá escapar a parte de su ejército. Por eso quería lanzar la incursión por el interior, para causar confusión.

— Aun así se trata de una fuerza demasiado pequeña, que correrá grandes riesgos.

— Es cierto, Mariscal — responde von Manstein —. Pero el riesgo es menor de lo que parece. El plan es enviar unidades muy móviles, que tienen poco que temer de la infantería aunque sea motorizada. Si tienen ocasión, tomarán la cadena de oasis entre Giarabub y el Nilo. Pero tendrán órdenes de no dejarse atrapar, y de ceder cualquier posición que sea atacada por fuerzas superiores. Porque el objetivo buscado no es cerrar el Valle del Nilo, pues careceremos de suficiente potencial, sino de dispersar la atención británica. Cada soldado enviado contra la 5ª Ligera será un soldado menos en El Alamein, que será donde se decidirá la batalla.

Es ahora Goering el que responde. —General, entiendo su planteamiento, pero a mi también me parece una maniobra muy arriesgada.

— Statthalter, le ruego que disculpe mi insistencia, pero sigo considerando que el avance por los oasis será clave en la operación. Es crucial que todas nuestras fuerzas actúen lo más agresivamente posible en todo el frente. Eso supondrá más bajas a corto plazo, pero fijaremos las fuerzas enemigas e impediremos sus movimientos. Al contrario, si no amenazamos el valle del Nilo desde un primer momento, los ingleses podrán dar por perdida la batalla en la frontera y reforzar El Alamein. Luego tendríamos que librar en ese cuello de botella una batalla de material. Las trincheras de Flandes, pero en el desierto. En esa batalla venceremos, pero a costa de grandes pérdidas, y no podremos impedir que los ingleses se retiren al Nilo. Stathalter, velocidad, agresividad y sorpresa serán la fórmula de la victoria.

No muy convencido, Goering termina por ceder. — Adelante, general, al fin y al cabo solo arriesgamos un regimiento. Siga con sus planes. Pero no olvide que Alemania necesita esa victoria.

— Gracias, Statthalter, seguiré con las operaciones como había planeado.

Goering dice ahora con una sonrisa amenazadora. — Eso espero, general. Recuerde que en las Pirámides le espera el bastón de Mariscal. Será mejor que lo consiga.