Publicado: Jue Mar 06, 2014 8:10 pm
por Domper
Capítulo 8. Bajo tierra

Mapas


22 de Noviembre de 1940

Diario del Conde Ciano.

“El desastre de Tarento me había dejado hundido. Habíamos puesto tantas esperanzas en nuestra flota… y ahora un portaaviones, ese barco que Italia no quiso tener, y unos cuantos viejos biplanos, habían dejado en el fondo de Tarento nuestras ilusiones.

Pero eso no parecía importarle al alemán ese, a Von Manstein. No se había establecido en Roma para hacer turismo: una lista interminable de órdenes salía de su despacho. Y sus órdenes se cumplían, las unidades germanas estaban llegando. Trenes y trenes cargados de tanques recorrían la península hacia Nápoles y Tarento, donde se preparaban para embarcar. Los aviones alemanes habían empezado a desplegarse en nuestras bases aéreas en Sicilia y Calabria. Si Italia hubiese tenido unos cuantos Von Manstein nuestros Bersaglieri ya estarían en El Cairo.

Afortunadamente el general estaba resultando una persona encantadora. Procedía de una familia de la nobleza prusiana, aunque se decía que por sus venas corría por lo menos un cuartillo de sangre judía. Esa mezcla había debido anular la arrogancia propia de su nación, porque Von Manstein era una persona de trato afable que sabía apreciar nuestra cultura.

Otra cosa era su subordinado, el general Rommel. Debía haberle mordido un perro rabioso porque su actividad era frenética. Nada más llegar se las arregló para hacerse con un avión y volar a Libia, donde inspeccionó nuestras tropas, los caminos y las bases aéreas. No debió gustarle mucho lo que vio porque abroncó a todos los que se le pusieron por delante, tenientes o mariscales. Manstein debe tenerlo en alta estima porque se ha negado a tomar medidas contra él.

El caso es que el dichoso Rommel ha vuelto a Roma y anda removiendo el Servicio Geográfico. Dice que los mapas que le hemos enviado no valen para nada, que necesita saber como es el terreno antes de poder enviar tanques. Le intentamos argumentar que en Libia ya había tanques italianos, pero se echó a reír, y exigió que le buscásemos algún geólogo que conociese el Norte de África.”