Publicado: Lun Mar 03, 2014 12:31 pm
por Domper
Una patrulla animada.

9 de Septiembre de 1940

— Abre bien los ojos, Gamen, que nos va la vida en ello.

— Lo que digas, teniente Fantova, pero ¿estamos en guerra o no?

— Yo creo que no, pero pregúntaselo a los del Bellver. Tú, atento.

El Savoia Marchetti SM–81 volaba sobre un mar desierto. Tras el hundimiento del transporte “Castillo de Bellver” por un crucero inglés, se había enviado a toda prisa a Canarias un grupo aéreo. Se habían escogido aviones de origen italiano para evitar confusiones, y por eso el Ala 46 operaba desde Los Rodeos con una docena de vetustos trimotores. En teoría los SM–81 eran bombarderos, pero ya durante la guerra civil necesitaban escolta. En 1940 si se encontraban con un caza enemigo no podrían sino rezar.

La disponibilidad de aviones siempre había sido un problema en el Ejército del Aire, crónicamente falto de repuestos. Los mecánicos hacían maravillas para mantener los aviones en vuelo, pero las operaciones de reconocimiento desgastaban el material. Por eso solo cuatro SM–81 habían despegado ese día. El aparato del teniente Fantova tenía que patrullar el Noroeste del archipiélago, la zona por donde más probablemente aparecerían los ingleses.

El teniente estaba más tranquilo de lo que aparentaba. Aunque rondase por ahí toda la flota inglesa, toparse con ella era poco probable. Y si la encontraba, el cielo parcialmente cubierto permitiría esconderse. A una mala, el SM–81 era un avión duro y correoso. Más que sus tripulaciones, porque el blindaje de los SM–81 brillaba por su ausencia… las meditaciones del teniente fueron interrumpidas por el observador.

— Teniente, veo estelas a las once. Parecen muchos barcos.

— Nos acercaremos para echar un vistazo —el teniente aceleró los motores para remontarse y poder acercarse a los barcos desconocidos protegido por las nubes—. Yo creo que ya estamos… descendemos. Gamen, no pierdas ojo.

— Los tenemos justo debajo. Dos acorazados, tres cruceros ¡un portaaviones! También veo varios mercantes. Rumbo 150°.

— Mecachis, un portaaviones. Nos vamos. Vigila que no haya cazas.

Dos horas después las noticias del avistamiento llegaron a la Capitanía General de Canarias. El General Serrador, veterano de la guerra civil y Capitán General de Canarias, estaba al borde del infarto.

— Lo sabía, esos fatuos de Madrid decían que no, pero yo les repetía que los Misters quieren robarnos las Islas. Y los preparativos, a medias ¿Sánchez, ha conseguido línea con el General de Fuentes o no?

— Lo estoy intentando, mi General.

— Las cosas no se intentan, se consiguen. Y si no le dan línea, la fabrica. Quiero a de Fuentes al teléfono ¡YA!

Unos minutos después Serrador conseguía hablar con el general Anatolio de Fuentes, gobernador militar de Gran Canaria.

— Anatolio, hemos detectado un gran convoy inglés, parece que vienen a por nosotros.

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— No, todavía no sabemos a donde se dirigen, pero eso ya lo hemos discutido ¿no? — Desde principios de siglo los militares españoles creían que, de producirse un ataque a Canarias, sería casi con seguridad contra Gran Canaria, que tenía el Puerto de la Luz, el mejor del archipiélago. El relieve de Gran Canaria era aun más caótico que el de Tenerife, pero la zona de la capital era relativamente llana —. Supongo que irán a por ti. Te ordeno que alertes tus tropas ¿Cómo van las fortificaciones?

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— Sí, ya sé que no tienes medios. Ni tú, ni yo, ni nadie. Pero me da igual. Recluta a quien quieras y ponlos a cavar. Y no te olvides de camuflarlo todo.

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— Yo también pienso lo mismo, que usarán sus famosos comandos para infiltrarse. Para eso ya sabes que la receta es la vigilancia.

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— Tienes razón, Gando es indefendible, y seguro que van a por el aeródromo. Aguanta si puedes, pero ordena que los aviones estén preparados para venirse a Los Rodeos ¿Has preparado las destrucciones como quedamos? Al menos que tengan que sudar para poderlo usar.

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— Pues si quieren desembarcar directamente en el Puerto de la Luz, te defiendes, y punto. Intenta que los paisanos se protejan en plantas bajas y que se alejen de las ventanas. Pero no dejes desembarcar a los ingleses allí. Pase lo que pase.

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— Si desembarcan, contraatacas y los echas al mar. Y si no, aguanta todo lo que puedas. Si pintan bastos, te retiras y les cedes la capital, pero mantente en el interior, que en esa especie de laberinto que llamáis isla te podrás defender. Te prohíbo expresamente que te rindas. A lo sumo, si la defensa es imposible, podrás negociar el retirarte de Las Palmas para evitar males mayores. Pero no te permito capitular bajo ninguna condición.

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— Ya he dado parte a la Península, pero no podemos esperar mucha ayuda. Están desplegando los Junkers alemanes en Cabo Juby, pero no creo que el aeródromo esté operativo. He dado también la alerta a Lanzarote, por si se les ocurre ir ahí.

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— Yo también te deseo suerte.