Publicado: Jue Feb 27, 2014 12:16 pm
por Domper
Como buenos amigos

1 de Agosto de 1940

Diario del Conde Ciano.

“Los aviones que traían al Mariscal Goering y al Ministro Von Papen aterrizaron en el aeródromo de Ciampino pasadas las doce. Nuestra delegación, encabezada por el Duce, les esperaba. La llegada de dos cuatrimotores escoltados por una docena de cazas bimotores causó sensación, porque sabíamos que nosotros no disponíamos de cazas de largo alcance.

El Duce temía la entrevista con el Statthalter. Sus relaciones con Hitler habían sido cordiales, pero apenas había tratado a Goering. Yo tampoco conocía al sustituto de Ribbentrop. Pero el encuentro fue muy amistoso. En lugar de recriminaciones por nuestra tardía entrada en guerra, Goering se adelantó a abrazar al Duce, que le dio sus condolencias por la muerte de Hitle, y le felicitó por la elección. Goering, a su vez, declaró que el primer acto de su mandato tenía que ser visitar al gran aliado y amigo de Alemania. Al Duce le agradó la deferencia de Goering, y la reunión comenzó con buen pie.

Tras las salutaciones acompañamos a la delegación alemana hasta el Palazzio Venezia donde, dado lo avanzado de la hora, tomamos un pequeño refrigerio. Luego celebramos la conferencia. Goering expuso los motivos por los que había convocado la Asamblea de Aquisgrán, dijo que no quería que las victorias militares fuesen vacías, sino que contribuyesen a crear un espacio común europeo en que las naciones pudiesen lograr sus legítimas aspiraciones.

Luego nos aseguró que el pilar de la Nueva Europa iba a seguir siendo la amistad germanoitaliana. Italia había señalado el camino a seguir, y la fuerza militar de Alemania lo allanaría. La amistad germanoitaliana no iba a depender de Aquisgrán.

Mussolini admitió las intenciones de Goering, pero señaló que los intereses alemanes no debían enfrentarse a los italianos. Las actividades alemanas en los Balcanes y su creciente interés por Egipto podían enfrentarse a las legítimas aspiraciones italianas. Goering intentó tranquilizarle. Insistió que las ambiciones alemanas estaban colmadas con las últimas victorias, y que Alemania no tenía ningún interés en Grecia. Respecto a África, insistió que Alemania tampoco tenía intereses allí, pero que era preciso conseguir una gran victoria sobre los ingleses. Que no dudaba de la capacidad italiana para lograrla, pero era interés de ambas partes que la campaña fuese lo más fulgurante y demoledora posible. Mussolini asintió, y yo pensé que los alemanes conocían tan bien como nosotros que no estábamos del todo preparados para derrotar a los ingleses.

Goering insistió en la importancia que tendría conseguir una gran victoria, y que era tan importante o más evitar reveses que diesen alas a los británicos. Yo sabía a que se refería a los recientes encuentros navales en el Mediterráneo, que nos habían costado varios buques sin que pudiésemos impedir que flota inglesa pasease ante nuestras costas. Por eso nos proponía desplegar en el Sur de Italia y en Libia unidades de la Luftwaffe que pudiesen contrarrestar las incursiones inglesas. También proponía enviar a Libia un cuerpo de ejército de tanques para poder tomar Egipto cuanto antes.

Mussolini se mostró de acuerdo, pero surgió la cuestión del mando. Ambas partes creíamos que era preciso un mando unificado, pero Libia es una colonia italiana, e Italia aporta las fuerzas navales y la mayor parte de las terrestres. Goering nos dio la razón, pero insistió que su guerra relámpago era un método radicalmente nuevo y que los generales italianos aun no lo dominaban, por lo que no deseaba supeditar unidades alemanas a un mando italiano. Finalmente alcanzamos un consenso. El mando superior sería italiano, así como el mando de las unidades navales y de las aéreas que apoyasen a la marina. El mando superior en Libia sería también italiano, pero su jefe de operaciones sería un general alemán, con independencia operativa.

Contrariamente a lo que esperábamos, no hubo discusiones respecto a los objetivos. Goering admitió que Egipto pasaría a ser un protectorado italiano, junto con Sudán, Abisinia y Somalia. De la espinosa cuestión de los Balcanes, Goering aceptó la futura invasión italiana de Grecia con asistencia alemana, pero solo cuando se resolviesen las operaciones en Egipto. También aceptó que Italia recibiese un cupo de petróleo rumano.

Finalmente nos encomendó interceder ante los españoles, renuentes a aliarse con nosotros. Yo creo que se debe sobre todo a la arrogancia alemana de anteriores reuniones, pero lo cierto es que en esta conferencia había sido muy amistosa a pesar de lo delicado de los asuntos tratados.

Tras la cena a legación alemana se dirigió a su embajada, con la intención de volver a Berlín a la mañana siguiente, y estableciendo un calendario para citas posteriores.

Yo creo que ambas partes quedaron muy satisfechas de la reunión, aunque tal vez estemos dando demasiado protagonismo a los alemanes.”