Publicado: Mié Feb 26, 2014 5:44 pm
por Domper
Comité

10 de Julio de 1940

El embajador en Turquía y antiguo Canciller, Franz Von Papen, estaba sorprendido. Tres días antes había recibido un mensaje urgente que le ordenaba volver a Berlín. Desde la capital habían enviado un flamante Focke Wulf Condor de la Lufthansa. En Tempelhof le esperaba un coche oficial que le trasladó a la cancillería del Reich. Nada más llegar, fue introducido al despacho del Statthaltar.

— Mi querido Von Papen, me alegro de volver a verle ¿Cómo van las cosas en Estambul?

— Más tranquilas que aquí, canciller — Von Papen prefería seguir usando los antiguos títulos de la República —. Lamento la muerte del Führer, pero le felicito por su designación.

— Un poco pronto, embajador, hasta el día 28 no será la votación. Por ahora mi cargo es provisional.

Von Papen pensó que era más probable que Stalin fuese nombrado cardenal a que Goering perdiese la votación, pero no dijo nada. Conocía al nuevo líder de las luchas políticas de los treinta, y sabía que tras su fachada de un gordinflón fatuo y amable se escondía una personalidad calculadora a la que sería mejor no ofender.

— Canciller, me ha sorprendido la urgencia con la que me ha llamado ¿necesita de mis servicios?

— No soy yo quien le necesita, sino Alemania. Creo que su talento está desaprovechado en Turquía, y puedo ofrecerle algo mejor. Como supongo sabrá, durante la intentona de Himmler el Ministerio de Asuntos Exteriores fue ocupado por los rebeldes. Lo que no sabe es que aunque mis paracaidistas lo liberaron poco después, el Ministro Von Ribbentrop sufrió importantes heridas. Unos matones de las SS le dieron una paliza que casi le mata. Mientras se recupera, necesitaré de sus servicios.

— ¿Me ofrece el ministerio? — Von Papen estaba sorprendido, porque aunque había apoyado el ascenso de los nazis, se había distanciado de ellos— Canciller, usted conoce mis opiniones.

— Canciller no, Statthalter, se lo ruego — le corrige Goering —. Desde luego, conozco sus discrepancias con la línea del Partido. Pero aunque voy a seguir la línea marcada por el Führer, creo que hay que modificar algunos aspectos del régimen.

— Como por ejemplo, lo de los judíos. — Von Papen era católico practicante, y aunque compartía parte de las ideas nazis, le repugnaba la persecución a los hebreos.

— Sabía que sería su principal objeción. Bien, usted sabe que algunos de mis subordinados son medio judíos. — Goering se había negado a excluir a algunos de sus colaboradores, diciendo que él era quien decía quien era judío —. Pienso modificar los decretos de Nuremberg dirigiéndolos contra los enemigos de Alemania y no contra rabinos inofensivos.

— Me alegra oírlo ¿y piensa liberalizar el régimen?

— Por favor, embajador, no sea infantil. Primero hay que ganar la guerra. Luego, todo es posible. La victoria es lo primero y lo único.

— Luego solo habrá libertades tras ganar la guerra.

— Veo que me entiende. Si usted está de acuerdo, le encomendaré su primera misión. En mi primer discurso a los alemanes como Statthalter hice una oferta a las naciones europeas, tanto aliadas como amigas e incluso vencidas. Bien, esa oferta no será vana. Deseo convocar a los enviados de las naciones europeas a una reunión. No en Berlín, donde podría ser visto como una imposición, sino en Aquisgrán, la ciudad de Carlomagno. Pensaba ofrecerles a unirse con Alemania no como subordinados sino como aliados. Dirigidos por Alemania, desde luego, pues nosotros tenemos la primacía económica y militar. Pero será mejor para Alemania tener a franceses o noruegos como aliados renuentes que como enemigos.

— Usted quiere construir un imperio europeo. Como el de Napoleón.

— Es usted perspicaz. Sí, Napoleón podría ser mi modelo.

— Pero Napoleón se condenó en Rusia.

— Rusia. Sí, será un problema. Por ahora preferiría dejarles tranquilos. Las colonias francesas e inglesas tienen espacio más que suficiente para los colonos alemanes sin necesidad de molestar al oso. Supongo que Stalin no recibirá con agrado la invitación a la asamblea, por eso solo quería pedirle que enviase un observador.

— O sea, toda Europa, menos Inglaterra y Rusia ¿aceptarán?

— Esa será su tarea. Tiene mano libre para elegir su personal. Ofrézcales lo que sea, engatúseles, pero que se presenten. Supongo que habrá quien rechace la invitación: mejor, sabremos así distinguir entre amigos y enemigos. Si usted consigue reunir la Asamblea, será quien la presida ¿No es eso mejor que una embajada en un país de mala muerte?

— Statthalter, acepto la misión ¿de qué plazo dispongo?

— No demasiado. Cuanto antes se reúna la asamblea, mejor. Las elecciones serán el 28 y la toma de posesión, el primero de Agosto. Había pensado en el domingo 4 de Agosto.

— Poco tiempo tengo. Statthalter, si no tiene más que decir, me gustaría empezar a trabajar cuanto antes.

— Un momento, por favor. Antes quiero presentarle a algunas personas —Pulsa un timbre y llama al ordenanza — Por favor, haga pasar a los caballeros de la antesala.

Un ordenanza introduce a cuatro militares.

— Embajador, le presento al Coronel Schellenberg, al Almirante Marschall, al general Kesselring y al general Von Manstein. He encomendado a este último que lidere un grupo de trabajo que estudie las futuras operaciones alemanas contra Inglaterra. Como dichas operaciones se beneficiarían de la ayuda de nuestros aliados, me gustaría que se reuniese con ellos y tuviese en cuenta sus sugerencias. Y ellos, las suyas. Por favor, desearía que mantuviesen en reserva sus deliberaciones. Pasado mañana escucharé sus propuestas.