Publicado: Sab Nov 17, 2012 3:31 am
por Panzermig
¡Saludos!

Les vengo a dejar una actualización de mi 'fan-fic' Operación Valkiria, espero que les guste :) .

Capítulo 2: Recuerdos
Mientras Stauffemberg caminaba en uno de los pasillos del edificio en donde se encontraba, en su mente había una pequeña pelea, en la que una parte de él, seguía siendo fiel a Hitler, y la otra, su parte traicionera, pero comenzó a recordar del motivo del por qué estaba metido en esta nueva situación. Decidió sentarse en el sillón de su oficina, tomó un vaso de vidrio y una botella de vino fino, vertió un poco de del líquido sobre el vaso y luego le dio un sorbo no muy largo ni muy corto, luego dejó el vaso sobre la mesa, suspiró profundamente y se acomodó.

Luego, su mente quiso recordar sus motivos de traición, comenzó a recordar cuando estaba en el Norte de África, cuando estaba en medio de una batalla, recordó a uno de los oficiales con quien hablaba todo el tiempo, recordó que también le había mencionado sobre el estado actual de Alemania, era deplorable hasta cierto punto, que el país sufrió una crisis económica por la guerra. Se gastaba más en armas que en alimentos para el pueblo.

Pero no solo recordó esos momentos, también cuando fue herido en ese ataque aéreo, no se veía venir ese ataque, fue sorpresivo, que los tomó desprevenidos y no sabían cómo reaccionar ante la situación en la que estaban.
Se dio cuenta de la gravedad de la situación, de ahí, deseó no solo morir, a pesar del dolor, deseó eliminar al sujeto que lo involucró a esa guerra, lo ató con mil cuerdas, y los nudos difíciles de desatar, pero ahora, en la actualidad, estaba justo en una misión peligrosa, y que no solo involucraban a los miembros del grupo, también involucraban de forma indirecta a sus familias. Si fallaba la misión, no solo los condenarían a prisión, o a una muerte rápida, como es el fusilamiento, o simplemente, el juez ordenaba que fuera ahorcado, frente a la multitud, y no era ahorcado de forma digna, era de la peor manera, como si fueran animales.

Se decía que al estar condenado a la ahorca, era como ir al matadero, te subían a un banquito, colocaban la cuerda, y esa misma la colocaban sobre un tubo delgado de metal, pero no solo eso, la cuerda iba amarrada a un gancho de esos que sirven para colgar la carne, así era la forma de ahorcar a los condenados, y frente del público, para los verdugos, era un escarmiento y una advertencia, para quien se atreviera a hacer lo mismo que el condenado había cometido, solo ellos pensaban que era el castigo perfecto, pero no, no lo era.

Stauffemberg solo se pasó una mano por el rostro, sobando su mejilla, estando preocupado por la situación, recordar el motivo del que se metiera a esta conspiración, le hacían crispar los nervios, estaba en peligro, si cometía un mínimo error, ni el, ni su familia se salvarían, incluso su sobrino, Shadow, a pesar de que no recibiría el castigo que le daría la justicia alemana, se la daría, uno, la justicia americana con una corte marcial y quizás, el resultado fuera una condena a muerte, o dos, recibir el castigo por parte de la justicia cybertroniana, eso sin pensar si quienes lo juzgarían fueran Autobots o Decepticons, de todas formas, ambos bandos terminarían dándole el mismo castigo, en diferente lugar.

Ahora se daba cuenta que estaba sometido a un tremendo estrés por la operación, se preguntaba ¿estoy haciendo lo correcto?, ¿esta es la única salida para salvar al país de una crisis más extrema?, ¿Qué pensarían los aliados acerca de esto, les daría gusto o simplemente lo verán como un acto de traición?. Ninguna respuesta aparecía por su mente, todo era un caos, ya sabía que eran días oscuros, pero estos, eran aún más oscuros, estos no tenía ni la más mínima luz al final del túnel, esto parecía un laberinto, que podría llevar a 2 diferentes salidas, una buena, y una mala.

Las horas pasaron, hasta que dieron las 5 de la tarde, era mejor regresar a casa, ya no deseaba estar en ese lugar por el momento, Stauffemberg se levantó de su asiento, tomó su portafolio y salió de su oficina, se despidió de algunos que rondaban por el pasillo y al salir del edificio, alguien lo estaba esperando.

-Herr Coronel, creo que su sobrino se preocupa por usted, así que decidió enviarme, para escoltarlo a casa, lo llevaré en el vehículo, y supongo que así será por unos días, es solo cuestión de seguridad, no se preocupe – dijo Blackshadow, quien por el momento portaba un uniforme alemán, a pesar de pertenecer a los aliados, tenía por el momento un toque elegante con el uniforme, a pesar de que no era suyo, era de Shadow. – ¿estamos listos, Herr Coronel?-

-Sí, estoy listo – dijo Stauffemberg al acercarse hacia el soldado, haciendo un pequeño gesto de “no” al escuchar a su ‘escolta’, no le iba muy bien con el acento alemán, se notaba que estaba imitándolo, en vez de acentuarlo, pero, era normal, el soldado ni siquiera sabía ninguna palabra en alemán. – Y, por cierto, no se tu nombre, solo te había visto con Shadow-

-Mi nombre es Blackshadow, Herr Coronel, y si me permite, le abro la puerta – Blackshadow se acercó hacia la puerta trasera del lado izquierdo y la abre con suma delicadeza, solo lo hacía por cortesía, no quería recibir ningún reclamo o regaño por parte de su líder, ese vehículo formaba parte de su colección, y ese vehículo, era el único que tenía por el momento.

Stauffemberg solo se acerca al vehículo, y luego entra – danke…Blackshadow – se quita el kepi y lo pone a un lado, en el sillón, y solo suspira profundamente – ya puedes cerrar, no me espera nadie más –
-a la orden Herr Coronel – Blackshadow cierra la puerta, y luego abre la puerta del lado del piloto y luego entra, y se acomoda y cierra la puerta – ¿estamos listos? – solo decide verlo por el espejo retrovisor.
-adelante, llévame a casa – el coronel no quería verlo por el momento, solo quería ver hacia la ventana, y observar el paisaje.

El vehículo arranca sin problemas, y comienza a movilizarse hacia la casa del coronel, era un milagro que desde el inicio del recorrido estuviera tranquilo, sin señal del enemigo, ni siquiera de los bombarderos, inclusive, por la radio del vehículo, solo se escuchaban suaves melodías de Mozart, Wagner y a veces una que otra de Beethoven, esto hacia que Stauffemberg se tranquilizara, por el momento, no quería alarmarse de nuevo y entrar a las preocupaciones que tenía encima, solo quería llegar a casa, besar a su esposa y abrazar a sus hijos, amaba a su familia, era lo que más amaba en este mundo.

Stauffemberg pasó callado en todo el recorrido, sin apartar la vista de la ventanilla, por su mente pasaban miles de cosas, y por recordar el momento doloroso que le tocó en África, sus heridas que ahora estaban cerradas, le volvían a doler, era incomodo, odiaba recordar los primeros días en que tenía que acostumbrarse a ver solo con un ojo, y a usar solo unos cuantos dedos, había perdido un ojo y unos dedos, producto de la explosión, pero luego, se fue acostumbrando, aunque se deprimía y se enfurecía cada vez que lo recordaba.
Por él había sido herido, por él, sus camaradas murieron, por él, el país está cayendo, por él, la guerra se está perdiendo, y por él, ahora creen que toda la gente, es mala. Eso enfureció a Stauffemberg, ahora estaba muy de acuerdo con su lado traicionero, esa vocecita que le carcomía en su interior, por fin había ganado la pelea, era la única oportunidad para salvar a su país, a su gente, y dar por acabada la guerra, suspiró y decidió ver hacia el cielo, lo veía tan despejado y hermoso.

El cielo estaba casi en un color azul oscuro, con toques naranjas y rojos por los pocos y débiles rayos de la luz del sol, se veían ya una que otra estrella, unos débiles puntitos que daban un pequeño regalo de maravilla para quienes disfrutaban ver el cielo en días despejados, cuando se podían apreciar mucho mejor las estrellas, eso al coronel le gustó, que hasta hizo que olvidara sus problemas y preocupaciones por el momento, deseó con todas sus fuerzas estar en alguno de esos puntitos que veía, inconscientemente recordó a su extraño familiar, a su sobrino ‘alienígena’, pensó en cómo sería vivir en un planeta distinto al de la Tierra, por más que intentaba imaginar, de la nada se sintió tan pequeño, tan minúsculo, sentía que no era nada, al recordar que había visto de lejos a algunos robots de ese planeta metálico, no quería verlos tan de cerca, interiormente le daba miedo, tenía miedo a ser aplastado por uno de los grandotes de metal.

Suspiró profundamente y se acomodó, solo para cambiar de posición en la que estaba, ya hasta le había comenzado a doler la espalda. Esta vez, dejó de ver el cielo y recostó la cabeza en el sillón, y cerró el único ojo que logró conservar, solo deseaba dormir por un rato y olvidarse de todo por un momento, al menos, faltaban muchos kilómetros para llegar a su hogar.

Blackshadow lo observó por el retrovisor y respiró profundamente, la misión que le estaban encomendando era peligrosa, por su mente vagaban varias preguntas como ¿Qué pasaría si se encontrara con una patrulla alemana?, ¿Y si más adelante habrá un puesto de control?, con solo pensar eso, se estremeció, él no sabía hablar alemán, mucho menos lo entendía, apenas entendía un ‘guten tag’ que era lo que Shadow decía a cada rato, él sabía que era una forma de saludo, pero él, su líder, sabía cómo afrontar la situación, se le notaba su estilo alemán, aunque era cybertroniano, pero, sabía cómo actuar.

Deseó haber escuchado más sobre las charlas de Shadow y estudiar un poco el alemán, si, era un Decepticon, pero en misiones como estas, era mejor parecer cómo un humano auténtico, un simple humano, detestaba hacerlo, pero no tenía otra solución.

Por el momento, solo había silencio, sólo se escuchaba el sonido de una que otra canción que pasaban en la radio, así se mantuvo hasta que llegaron a la residencia de la familia Von Stauffemberg, había llegado la hora de decirles a ellos lo que estaba por suceder.