Publicado: Mié Jul 23, 2008 2:53 pm
por Kurt_Steiner
En el estado de incertudumbre y desesperanza que sigue al final de la Gran Guerra, surge un vacío que pide a gritos ser interpretado, comprendido y asimilado. Sin embargo, ningún intento logra responder a las necesidades de la época.

En Europa surgen los movimientos totaliarios conocidos con la etiqueta global de fascistas. En Italia, el movimiento de Mussolinni nunca logra enraizar profundamente y, comparado con los otros dos fenómenos similares, es un proceso un tanto hueco. En España, el franquismo, que se pinta como falangista al alinearse con el Eje y del que se desprende con la perspective de la victoria aliada, no duda en aliarse con la Igleisa, y se arroga una forma de mandato divino, que le da un dinamismo mayor, asi como un tono más siniestro es su crueldad represiva, típico de los fanatismos religosos. En la distancia que separan el fascismo italiano y el franquismo, hay algo que resulta casi risible en Mussolini, mientras que Franco es una figura más siniestra.

Por encima de estos dos totalitarismos está el nazismo, que no era una filosofía tan sólo, sino que aspiraba a un todo absoluto, y que no se alineó de manera definitiva con la Iglesia. De hecho, intentó suplantar todos los aspectos religiosos con sus propios conceptos.

¿Se intentó convertir el nazismo en una religión por derecho propio? Quizás a esta pregunta conteste una anécdota del mismo Hitler. Invitado a una de las esotéricas celebraciones de Himmler que el Reichsführer había implantado para reemplazar la Navidad con una recreación de los mitos paganos, Hitler, ante tanta parafernalia, burlón, se giró hacia uno de sus ayhudantes y comentó:

-¡Ah! ¡No hay nada como "Stille Nacht!".

Y, sin embargo, a pesar del mismo Hitler, era innegable la existencia de un sustrato "místico", que fue potenciado por el Führer y por otros, para sus propios fines.

(continuará)