Publicado: Lun Nov 27, 2006 10:48 am
por Mikhailovna
En los años 1932 y 1933, el Ejército Norteamericano había investigado los efectos sociales de la marihuana en la zona del canal de Panamá. El estudio, dirigido por el comandante médico F.J. Siler, concluyó que la planta no suponía amenaza para la disciplina militar.

En 1935, Bill W., agente mobiliario neoyorquino, y Bob S., un antiguo cirujano de Ohio, ambos exalcohólicos, organizan una asociación denominada "Alcohólicos Anónimos" con la intención de, a través de las propias personas que habían padecido problemas con el alcohol, contribuir a salvar a muchos de su dependencia a la bebida. En la actualidad "Alcohólicos Anónimos" cuenta con cerca de dos millones de miembros distribuidos por más de 90 países del mundo. Uno de sus más ilustres colaboradores, el doctor Jellinek, sentó las bases del estudio científico del alcoholismo (caracterizado por su tolerancia, síndrome de abstinencia y pérdida de control), en virtud de las cuales la Organización Mundial de la Salud introdujo en 1952 el concepto de dependencia alcohólica, tipificando el alcoholismo sintomático y la adicción al alcohol. Ese mismo año, la Asociación Americana de Psiquiatría incluyó también este último concepto en su propia clasificación, considerándolo dentro de las alteraciones de la personalidad.

Poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial se obtuvo por síntesis una nueva sustancia, la petidina, conocida en el mundo anglosajón como dolantina. En términos generales es menos potente que la morfina, por lo que debe administrarse en dosis de cinco a diez veces superiores a las que a ésta correspondieran; además, presenta la ventaja de no atacar tan intensamente los centros nerviosos con una acción de corta duración. Entendiendo que esta droga no era capaz de generar dependencia, los médicos, necesitados de remedios para luchar contra las lacras de la guerra, autorizaron su administración. Sin embargo, no tardaron en descubrir que la petidina podía producir una habituación importante, con la característica añadida de que, al ser su efecto tan limitado en el tiempo, los adictos tenían que inyectársela día y noche, cada dos o tres horas y sin interrupción. Al tiempo, existía un riesgo notable de aparición de úlceras en los puntos de pinchazo, así como de endurecimiento de la piel y músculos afectados.

Con el estallido de la Guerra (1 de septiembre de 1939) se potenció todavía más el consumo de las drogas de síntesis. Ambos bandos recurrieron a sus virtudes estimulantes, sobre todo en las operaciones de desembarco, comandos especiales, etc. Sus efectos eran en un principio espectaculares pues disminuían la fatiga, reducían la sensación de hambre y sueño, producían euforia, sentimientos de superioridad, etc. Se dice que cuando las tropas alemanas invadieron Varsovia y volvieron al oeste a través de Francia y de Bélgica, llevaban en su organismo altas concentraciones de anfetaminas para combatir el cansancio y mantener la conciencia alerta. También los italianos mencionaron casos de sobredosis graves y psicosis anfetamínicas que incluso acabaron con la vida de algún soldado. Las tropas soviéticas las usaron en sus contraofensivas y, en Japón, se consumieron de forma más o menos generalizada, sospechándose que sus pilotos kamikazes volaban "literalmente embalsamados" en metanfetamina, aun cuando algún superviviente haya negado tal hecho.
La utilización de la droga no fue patrimonio exclusivo de las potencias del Eje. Parece ser que entre el 1 de marzo y el 31 de agosto de 1940, durante la Batalla de Inglaterra, los pilotos de caza de la "Royal Air Force" (RAF) ingirieron enormes cantidades de anfetaminas, a juzgar por algunos periódicos británicos que tras la victoria aliada no dudaron en publicar que "la methedrina había ganado la Batalla de Londres".

No obstante, con cierta frecuencia la atención de los pilotos se embotaba a causa del estado de excitación alcanzado bajo los efectos de la sustancia, y muchos de ellos cometieron errores fatales durante el desarrollo de sus misiones, llegando incluso algunos a aterrizar eufóricos en las pistas enemigas convencidos de que lo estaban haciendo en las propias. De hecho, una orden personal de Hitler obligó a suspender el uso y la distribución de pervitina entre sus tropas de élite debido a que "su consumo a grandes dosis causaba más estragos que los propios combates".
Según parece, en este conflicto se llegaron a suministrar a las tropas británicas más de 70 millones de tabletas, a fin de conseguir en ellas un mayor rendimiento. La dosis militar máxima era de 10 miligramos en doce horas o de 30 en una semana. Según datos oficiales del "Ministry of Supply", que no difieren en demasía de los anteriores, el Ejército Inglés había repartido unos 80 millones de comprimidos de anfetaminas en 1942, especialmente entre los aviadores y sus tropas del norte de África. A muchos de aquellos combatientes se les prescribió el oblivón, como "píldora contra el miedo a sentir miedo", y el methylpentynol, sustancia utilizada por los pilotos a fin de facilitar su descanso en las horas libres sin producir los efectos de los barbitúricos.

En plena Guerra europea, los alemanes Erhart y Schaumann obtuvieron en el año 1941 el producto "10.820", que bautizaron con el mismo nombre de la serie "Hoechst 10.820" y que después fue conocido por amidón o polamidón. Se trataba de una sustancia blanca cristalina, soluble en agua y alcohol, y de sabor extremadamente amargo. Aun cuando los alemanes lo guardaron con el máximo celo, corrió el rumor de que poseía una acción terapéutica análoga a la morfina y mucho más poderosa que la petidina. Parece ser que fue sintetizada para suplir la falta de morfina en los campos de batalla durante la Segunda Guerra Mundial.

En el año 1943, a través del Servicio de Información, trascendió al campo aliado que en Alemania se estaba trabajando en la preparación de un sustituto sintético de la morfina, si bien no pudo obtenerse la información completa hasta después de su ocupación. Fue entonces, en 1945, cuando el servicio médico de la Armada de los EE.UU. tuvo acceso a los archivos secretos de la I.G. Ferben-Industrie, encontrando la fórmula del célebre "Hoechst 10.820". Los norteamericanos se llevaron dicha fórmula a su país, le llamaron a la sustancia metadona y pasaron a utilizarla en el tratamiento de los heroinómanos por ser una de las pocas drogas comercialmente asequibles, poderse ingerir por la boca, tardar más a presentarse sus síntomas de abstinencia y ser éstos menos agudos y dolorosos que los de la heroína, pese a ser potencialmente más fuerte que ésta y causar también adicción.
Por parte norteamericana, los oficiales de sanidad destinados en el área del Golfo Pérsico reconocieron que el consumo de alcohol, además de estar detrás de muchos cuadros psiquiátricos, era uno de los factores que más contribuía al padecimiento de patologías derivadas del exceso de calor (incluyendo el temido golpe de calor), diseñando y propagando el slogan preventivo "If you want to live, don´t drink" (si quieres vivir, no bebas). Asimismo, la búsqueda de drogas que anulasen el entendimiento o la voluntad en los EE.UU. comenzó antes de que terminara la Guerra. La Oficina de Servicios Estratégicos, origen de la "Central Intelligence Agency" (CIA), ensayó como drogas de la verdad con escopolamina, mescalina y un extracto líquido del cáñamo, dentro de un programa para detectar comunistas dentro de las Fuerzas Armadas. Su director, el general "Wild Bill" Donovan, formó un consejo secreto para el estudio de agentes químicos; del mismo surgirían las primeras directrices recomendando experimentar con ellos a fondo "como agentes de guerra no convencional".

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Ahora podríamos seguir con la guerra de Corea y Vietnam, pero esa es otra historia...

Me gustaría añadir (siguiendo en mi linea de "observadora de daños colaterales en la categoría -pseee- en una guerra") la poca relevancia que, por lo general, siempre encuentro sobre este aspecto en textos de guerra, cine, literatura, etc. Me parece decisivo señalar hasta que punto un piloto, por ejemplo, es consciente de la misión que tiene que realizar cuando va de cocaina y anfetas hasta el culo para enmascarar el miedo y superar el agotamiento; o un soldado con síndrome de abstinencia; o cientos de ellos fumados de cannabis...y aquí no valen los eximentes culturales, como diría el forero Domper: sabían perfectamente del grado de dependencia y sus consecuencias que estas drogas generan. Yo desde luego me habría metido de todo para soportar un horror como el que representa una guerra, o sea, que se lo ponían fácil a los chicos.
Una vez más se confirman mis viejas creencias: manipulación, a cualquier precio.


Estos artículos son del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, asi que me resultan bastante fiables :wink:

http://www.copmadrid.org/CongresoRedFor ... xtos/6.htm

Besiños a todos de la recluta pelona