Publicado: Lun Nov 27, 2006 10:47 am
por Mikhailovna
En los años precedentes a la Primera Guerra Mundial, los "patriotas" franceses impulsaron una tenaz campaña (en muchos casos incluso violenta) contra la cocaína, persiguiéndola durante todo el conflicto y luego después hasta los años veinte. Fue dirigida contra las industrias químicas de Alemania, país enemigo y primer productor de cocaína en Europa, bajo la acusación al Estado Mayor Prusiano de introducir la droga en Francia, clandestinamente a través de Suiza, para desmoralizar a su población al comercializarla bajo pretextos científicos, médicos y/o sociales. El caso es que su consumo se incrementaría de manera significativa entre las tropas aliadas: británicos, estadounidenses...; e incluso entre las australianas, habiéndose descrito que los soldados que habían probado la cocaína durante la contienda continuaron tomándola en su país de origen con posterioridad, hasta que a mediados de los años veinte su uso fue restringido. Contrariamente, en 1916 el Ejército Francés distribuyó entre sus hombres un folleto que aconsejaba el consumo de alcohol para aumentar el vigor y el apetito, como fuente de calor y facilitador de la digestión.
En esa Gran Guerra se aprovecharon también las propiedades de los vapores del éter para provocar un estado de agresividad en los soldados que iban a emprender una ofensiva, existiendo pruebas de que ambos bandos beligerantes lo utilizaron. Los alemanes y austrohúngaros dieron a sus tropas una mezcla un tanto explosiva de éter y alcohol. También el éter formaba parte de la famosa bebida gniola, que se distribuía a las tropas momentos antes de entrar a pelear. A su final, los EE.UU. se encontraron con que entre los muchos combatientes que regresaron a sus casas había más de 200.000 adictos a la morfina y a la heroína, pudiéndose afirmar que fue esta primera Gran Guerra la que introdujo de una manera definitiva los opiáceos en nuestra cultura. Este conflicto supuso además la expansión en todo el mundo del uso de cigarrillos y el inicio en el consumo de muchas sustancias psicoactivas elaboradas por síntesis química.

La instauración de medidas restrictivas

En el año 1865, en Suecia, se aplicaron unas de las primeras medidas restrictivas con relación al alcohol, prohibiéndose las ganancias en su comercio. En 1881 el neurólogo alemán Karl Wernicke confirma la relación entre el abuso del etanol y las alteraciones en el sistema nervioso central, describiendo la encefalopatía etílica como fase aguda y el síndrome de Korsakoff como fase crónica. Un año después, se promulga en los EE.UU. la primera ley que hace obligatoria la "educación en la templanza" dentro de las escuelas públicas (en 1886 el Congreso obligaría a tal formación en el Distrito de Columbia, en escuelas locales, militares y navales). En 1869 y 1895 se fundaron también en los EE.UU. el Partido Prohibicionista y la "Anti-Saloon League" respectivamente, con el fin de prohibir en su país el consumo de todo tipo de drogas (si bien en un principio centraron su objetivo en el alcohol) bajo el sugerente lema "por una América limpia de ebriedad, juego y fornicación". En ese mismo 1895 se promulgó en el estado de Tennessee una ley que incluía la filosofía y la higiene entre las asignaturas a impartir en sus escuelas públicas, haciendo particular referencia al abordaje de las bebidas alcohólicas, narcóticos y cigarrillos, así como a sus efectos sobre el organismo humano. En Finlandia, en 1907, se introdujo una prohibición parcial para la venta de bebidas destiladas, si bien la misma no afectaba a la cerveza. Un año más tarde, el pueblo suizo rechazó por votación la producción y distribución de la popular bebida absenta (licor que contiene esencia de ajenjo), constituyendo uno de los pocos ejemplos exitosos en la Historia de prohibición parcial de consumo de alcohol. Los principales factores que favorecieron dicha decisión fueron la consideración de la absenta como un veneno (al atribuírsele propiedades convulsivas, alucinógenas y neurotóxicas), su implicación en una amplia gama de problemas sociales y la catalogación de la conducta de beber como una desviación de la normalidad. En 1914 la citada "Harrison Act" en los EE.UU. equiparaba por completo al drogadicto con el delincuente, introduciendo además medidas de control frente a los narcóticos y limitaciones en la cantidad de heroína de los productos que la contuvieran. Sin embargo, no sería hasta el poco de acabar la Guerra cuando el Congreso Norteamericano, con la finalidad expresa de "crear una nueva nación" y avalado por una solicitud de seis millones de firmas, promulgaba la conocida como "Volstead Act" o "Ley Seca" (1919-33). Esta disposición legal restringía y controlaba la fabricación, venta y consumo de bebidas alcohólicas. En los años que precedieron a su aprobación, se trató de justificar tal medida atendiendo a cuestiones racistas (un diputado por Alabama llegó a declarar que "los licores harán del negro una bestia, llevándole a cometer crímenes antinaturales"), políticos (la "Anti-Saloon League" calificó el hábito de beber de "germanófilo, fuente de crímenes y traidor a la patria") e incluso humanitarios. Como consecuencia de la Ley, el ejército creó "zonas secas y decentes" alrededor de las bases militares, multándose a quien se atreviera a vender bebidas a marinos y soldados.