Publicado: Mar Feb 26, 2008 6:24 am
por Roul Wallenberg
¿Y no le gustaba al Führer la música alegre, bailable? - Sí, por supuesto, y bastante moderna, como aquí se puede ver:




El REENCUENTRO




Hubo muchos y nobles músicos alemanes que resistieron el nazismo, de entre ellos Helmuth Zacharias, un niño prodigio de la música. Hizo su presentación en la radio a la edad de 11 años con el Concierto para Violín de Mozart en G-mayor. Ya a la edad de 14, Zacharias hacía giras de conciertos más allá de los límites de Berlín, En 1935 llegó al legendario teatro de variedades "Wintergarten" de Berlín, como el virtuoso del violín más joven del mundo.

En 1936, él con ahora 16, se registró en el Conservatorio en Berlín y en 1937, ganó el Premio de Bernard Molique y en 1938 el Premio de Academia de Fritz Kreisler.

Las nubes de la guerra ya se movían a través de Alemania, no obstante en 1939 viajó por Europa con la Orquesta de cámara de Berlín, bajo la dirección de Han Benda.

Durante la guerra, Zacharias desafió una prohibición nazi de la música "decadente" del Swing para formar su propia gran banda. Bajo las narices de funcionarios nazis, la banda realizó una sesión de grabación en los estudios de Odeon en Schlesische Strasse en el corazón de Berlín en noviembre 1941, produciendo tres grabaciones y corriendo enormes riesgos con su audaz iniciativa.

Su servicio en la Wehrmacht interrumpió su carrera musical y volvió a un Berlín arruinado por la guerra en 1945 para ayudar en la formación de la primera orquesta de postguerra para la radio, nuevamente fundada en Berlín.
Compuso más de 400 obras y vendió sobre los 13 millones de discos. Murió con Alzheimer a los 82 años. (fuente : Youtube)


El Jazz despegó en Alemania, como en otros lugares de Europa inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Después de largos años de la emulación de modelos de América en particular, los músicos alemanes se dieron cuenta de la propia estética del jazz lo que les instó a inyectar sus propias influencias culturales en su improvisación. Durante los años que siguieron, el idioma del jazz fue evolucionando desde las raíces radicadas en la música afroamericana pero también en las tradiciones culturales europeas que brillan a través del jazz tradicional de Nueva Orleans o Dixieland que estuvo de moda en Gran Bretaña y que ejerció su influencia en las zonas bajo ocupación inglesa. En las zonas de ocupación de los EE.UU., por otra parte, un jazz moderno prevaleció debido a la proximidad y las actuaciones de jazzistas militares americanos estacionados en Alemania.


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Eddie Rosner, gran trompetista alemán, prisionero en el Gulag desde 1955 a 1968 después de que los soviéticos disolvieron su banda.



El estallido de la Guerra Fría hizo al jazz americano mucho menos accesible para los músicos en Alemania del Este que en el Oeste. A pesar de (o gracias a) el telón de acero, los músicos de Alemania Oriental elaboraron un sonido y textura propias en el curso de décadas posteriores, la improvisación libre de trabajo en un marco estructurado: su concepto fue uno de forma libre o de formada libertad que dio origen al "Free jazz" alemán del presente. (Fuente: Goethe Institut; "German Jazz Meeting")


La situación de los alemanes en la posguerra se me hace comparable a la de un grupo de personas que acaban de ser rescatadas desde un ascensor en el que estuvieron largas horas atrapadas; confusas, asustadas, absortas y aliviadas. Los alemanes creyeron que habían abordado un ascensor que los llevaría a una azotea de perspectivas ilimitadas, en cambio el vehículo se desplomó con ellos a un lóbrego subterráneo en el que quedaron prisioneros.

Alemania es un país musical por excelencia y no podía ni quería seguir estando amordazado en la expresión jazzistica. Es posible que la recuperación de ése género, con su alegría haya contribuido a la rehabilitación del espíritu alemán tan dañado por los nazis en lo más caro a un pueblo, su religión, sus costumbres, sus pensadores, sus artes y de su música, el jazz.

Con Joaquín García Morato, a quien agradezco su permanente y entusiasta apoyo y a los amigos del foro su estimulante compañía, nos preguntábamos el porqué del encono nazi contra el jazz. Hay explicaciones inmediatas ya dichas, su origen negro y aceptación judía; es entonces una muestra del odio racial. A propósito elegí de entre los videos de Benny Goodman el en que hay un dueto magistral entre el clarinetista judío y un formidable ejecutante negro del vibráfono. Pero hay otra explicación más distante que analizar.



Un negro prisionero de los nazis

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Ella Fitzgerald en Hannover 1975




El origen negro del jazz proviene de esclavos, seres humanos cautivos sin esperanza que entonan su lamento hacia su pasado y sus ilusiones; "yo tengo un sueño" dijo Martin Luther King, recogiendo todos los sueños de sus hermanos. El jazz es un sueño de libertad, es un himno libertario y eso, en mi opinión, es lo que lo hace una peligrosa amenaza para el sátrapa totalitario. El jazz en su esencia es libertad, deja libres a sus cultores, improvisan, recrean, mutan y transforman ad libitum. El totalitario nacista o comunista se siente más cómodo en la música clásica, disciplinada y hermética, los soviéticos además en el ballet, arte de duras y rigurosas exigencias.

Nos preguntaban hace poco si se podía repetir el Holocausto. Respondí pensando en el pueblo judío, me corrijo ahora, hay un Holocausto en marcha, en Africa, las sequías y su consecuentes hambrunas, el desgobierno de sus naciones, la avidez de sus corruptos gobernantes, las epidemias, el Sida que ha devorado ya a millones. Las dramáticas fotos de niños estragados son tan iguales a las de los niños de los campos nazis, sólo cambia su color.

La Geografía salvó a los negros de la marea negra nazi, pero la Historia no los salvó del olvido. Aún nosotros, que ceñudos reprobamos a los que ignoraron o quisieron ignorar, a los que poco o nada dijeron o denunciaron del Holocausto judío, permanecemos impertérritos ante esta tragedia continental.

Los judíos y los negros están unidos por una historia de calamidades, los unos cautivos en Egipto y Babilonia, los otros en las Américas y el Caribe. Así como los nazis cuestionaron de ambos su condición de seres humanos, siglos antes los Imperios se les anticiparon y, como no eran sus semejantes, se asignaron el derecho de arrasar sus patrias y el de desarraigarlos cruelmente de ellas, cruzando océanos en travesías de espanto para, a su arribo, ser vendidos como bestias en el mercado y ser explotados como tales en arduos trabajos. Ni siquiera un "Arbeit macht Frei" hubo para ellos. Nadie sabe la magnitud de ese crimen enorme, ni nadie quiere saberla. Las atrocidades de los belgas en el Congo, por sólo citar un ejemplo, habrían hecho palidecer a los contertulios de Wansee.


Los negros respondieron a la afrenta con su música y sus cantos. Esa fue su generosa respuesta. Hoy son impensables los EE.UU. sin el jazz, así como el Brasil sin la samba. No hace tanto que, cruzando el Río Grande descendió por laberínticos y misteriosos arroyos una suave corriente de matices, tonos y acordes, atravesó el Matto Grosso y desembocó en el Amazonas confundiéndose así con la vertiente afro-brasileña y de ello surgió una de las expresiones más delicadas y de soberbia belleza de la música contemporánea, el Bossa Nova.

No les fue bien a los nazis con los negros, éstos les administraron píldoras muy amargas para el III Reich, de ello se encargaron Jesse Owens y Joe Louis. Es interesante imaginarse en una regresión de unos 20 años y, en el Estadio Olímpico de Berlín, frente a Hitler y sus secuaces una final mundialista entre la aria selección alemana de ese entonces y el "scratch" con Pelé a la cabeza; negros y sudamericanos más encima, la peor bajeza para un buen racista. Habría sido memorable.

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El triunfo del Jazz sobre el nazismo.

Esta recopilación que me ha gustado ¡tanto! hacer como entusiasta de la historia y a la vez disfrutante del jazz y aquí poder compartirla, es sólo un cauteloso esbozo del tema. Existe una cantidad de información inmensa. Quedó mucho, mucho por hacer y por bajar. Fué un dilema elegir la música, opté casi por el azar, sé que cada cual habría preferido otras opciones, pero no tenía alternativa. Lamento no haber encontrado algún registro de los "Guetto Swingers" o del "Jazz Quintet Weiss", los alemanes no habrían permitido un registro de ellos en Terezin; a cambio encontré el ejemplo de cuando lo imposible se hace real: Ella Fitzgerald, negra, cantando jazz en Alemania. Se me hace que en su ternura lleva aún ella la evocación del dulce canto de la madre esclava acunando a su criatura para hacerla dormir.

Cuando el lenguaje ya es incapaz de de expresar algo, debe hacerse cargo la música; prefiero entonces dejar el impávido teclado electrónico para que en otros dignos teclados dos soberanos, Oscar Peterson y Count Basie haciendo "Slow Blues", sigan lo que la Madona del jazz empezó con "Cry me a River". Es tan complaciente ver sus nobles rostros morenos, adornados con los blancos de sus ojos traviesos y de sus sonrisas que transparentan la belleza de sus espíritus, jugando y persiguiéndose, acariciando las teclas en la inspirada interpretación de su arte incomparable, ambos ya avanzados en los años: en su ocaso los grandes astros emiten sus luces más hermosas.


Salu-2