Publicado: Mié Feb 20, 2008 6:35 pm
por Roul Wallenberg
EL JAZZ EN LA ALEMANIA NAZI
por Miguel Bronfman


Imagen

De un poster de una exhibición Nazi sobre música "decadente" (Entarterte).



"Sweet Georgia Brown" Sidney Bechet y su banda, 1958




INTRODUCCIÓN. EL JAZZ EN EUROPA ANTES DEL NAZISMO.

El jazz nació en los Estados Unidos de Norteamérica, a finales del siglo XIX, a través de un proceso que empezó en el sur, más puntualmente en New Orleans y sus alrededores, pero que después tuvo su cristalización en ciudades como Chicago y Nueva York.

A comienzos de los años 20, ya pueden distinguirse las primeras expresiones de lo que hoy conocemos como jazz, más definidas y diferenciadas de sus antecesores inmediatos como el ragtime, las canciones religiosas -gospel-, las work songs cantadas por los esclavos, el blues en su forma más primitiva, o las restantes influencias, latinas y españolas, como la habanera cubana, por ejemplo. Sin embargo, como esta música se había originado, a pesar de esas múltiples influencias, entre los negros del sur, ex esclavos o hijos directos de esclavos, en la sociedad blanca de Estados Unidos tardó muchos años en ser aceptada como una forma musical válida, y ser considerada una forma artística más allá de un mero entretenimiento de los negros recién emancipados.

Por el contrario, en Europa el jazz fue aceptado mucho más rápidamente, en especial por las elites intelectuales y artísticas de Inglaterra y Francia, y luego también de otros países como Alemania. Para los europeos el jazz era realmente una expresión artística de valor, que representaba además el "modernismo" de la época, particularmente en los años de entreguerra. Así se explica, por ejemplo, que figuras como Louis Armostrong o Duke Ellington experimentaran grandes éxitos antes en Inglaterra y Francia que en su país de origen, o que los primeros críticos y estudiosos de la música que se ocuparan del jazz fueran europeos, o que compositores como Maurice Ravel e Igor Stravinsky estuvieran fascinados con el jazz, cuando en Estados Unidos la clase intelectual dominante lo despreciaba abiertamente.

Al mismo tiempo que el jazz recibía esta aceptación de la clase intelectual y cultural europea, también empezaba a ser recibido a un nivel más popular: a mediados de los años 20 se había logrado ya cierta estabilidad económica, flotaba en el ambiente un espíritu de liberalidad, y la gente tenía más tiempo y recursos para destinar a la diversión y a pasarla bien. En estos años además, el jazz comenzó a convertirse en una música bailable, especialmente para la juventud; aparecieron las grandes orquestas y de ahí su rápido y enorme éxito a nivel popular. En aquélla época el baile como punto de congregación social, como mero divertimento, era ya una actividad institucionalizada, y el jazz y sus músicas afines ocupaban el lugar central en esta nueva actividad.

Así fue como, y ya ocupándonos puntualmente de Berlín, a medidados de los años 20 la actividad musical era sumamente intensa. La célebre bailarina norteamericana Josphine Baker, que venía de tener un éxito rotundo e impresionante en Francia, relata con asombro en su autobiografía la intensa vida nocturna que había en Berlín.

El gran Sidney Bechet ( a quien escucha Ud. ahora), pionero de la nueva música de New Orleans junto a Louis Armstrong entre la primera y la segunda década del siglo, y primer saxofonista de importancia en la historia del jazz, estuvo entre 1929 y 1931 precisamente en la capital alemana, tocando por las noches en el Wild-West-Bar de Berlín. Bechet recordaría, años después, que por lo menos seis bandas de jazz se turnaban compartiendo el cartel del lugar, lo cual brinda una idea aproximada de la intensa actividad jazzística de la ciudad.

Cuando hablamos de jazz en los años treinta, tanto en Estados Unidos como en Europa, nos referimos a los dos estilos predominantes hasta ese entonces: la música "hot" (Louis Armstrong, por ejemplo, y los continuadores de las escuelas de New Orleans y del "Dixieland") y el Swing, representado mayoritariamente por las "Big bands" más famosas de la época (Duke Ellington, Count Basie, Benny Goodman) claramente más comercial, con melodías pegadizas y fáciles de cantar y, lógicamente, más bailable.

Por estas características fue que el "Swing", en los años treinta, llegó a convertirse en sinónimo de jazz, y era casi con exclusividad la música que se tocaba en los salones de baile. Era la música que bailaba la juventud, tanto en Estados Unidos como en Europa, con un "desenfreno" tal que el totalitarismo nazi no estaría dispuesto a permitir.

En lo que tiene que ver con el jazz o músicas bailables, los lugares eran básicamente tres: los famosos cabarets; los tés de las cinco de la tarde -costumbre importada de Inglaterra- que se llevaban a cabo en grandes salones, la mayoría en hoteles; y los cafés nocturnos. En estos espacios, poco a poco, comenzaban a ganar protagonismo las bandas u orquestas de jazz. En muchos casos eran grupos extranjeros -principalmente de Inglaterra; también de Estados Unidos y Francia- pero también alemanes. Estos músicos alemanes profesaban gran admiración por los músicos de Estados Unidos, en particular por los negros, y aunque hoy cueste creerlo, muchas bandas alemanas se peleaban por los servicios de músicos negros que decidían quedarse un tiempo. No toda la música que se tocaba en estos contextos era exactamente jazz, pero sin duda estaba cercanamente ligada a él, y por cierto que para ser bailable necesitaba del ritmo y la síncopa característica del jazz.

En este crecimiento vertiginoso, el jazz rápidamente quedó asociado a lo moderno, estrechamente vinculado con otras revoluciones en el mundo artístico, que encarnaban ideas de democracia y liberalidad. El caso más claro fue la escuela de arquitectura del Bauhaus, que tenía entre sus alumnos su propia banda de jazz.


(continúa)


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