Publicado: Mié Ago 08, 2007 10:38 am
por Mikhailovna
Buena cuestión, Durand: ¿hasta que punto el acto de guerrear es innato en el ser humano?

Como suele ser habitual en estas cosas de la psique hay teorías diversas: unas opinan que sí, que somos belicistas por naturaleza, y otras apelan al aprendizaje para explicar esta maldita manía que tenemos de aniquilar al vecino...
Personalmente creo que es una mezcla de ambas cosas; no hay duda de que prácticamente todas las especies hacen uso de la violencia para defender su territorio de un invasor, luego la violencia como método para resolver conflictos sí es algo innato en la naturaleza y forma parte de la selección natural.
La línea que separa a los humanos de otros animales es la codicia, la necesidad de poder (económico, político, social,etc.); mientras que en otras especies basta con una exhibición de fuerza para que el invasor o invadido capte el mensaje, en nosotros a veces no basta con eso y consideramos necesario, además, acabar con él, que si lo analizas friamente no deja de ser un gesto de supervivencia: ¿hasta que punto es seguro mantener al enemigo vivo cuando sabes que está más que deseoso de venganza?, y por otro lado mantenerlo subyugado con X fines requiere una vigilancia constante, ocasiona gastos y genera mucha tensión. Para gusto los colores, que hasta para hacer la guerra somos puñeteramente creativos...

Existe un cruce de cartas entre Einstein y Freud que se inician con un correo que el primero mandó al segundo planteándole la siguiente cuestión: ¿Por qué la guerra?. En ella pregunta a Freud sobre la cuestión, así como si existe la posibilidad de que algún día seamos pacifistas.
Freud le contesta con una parrafada descomunal. Al principio de su carta el hombre iba bien: responde con coherencia, con argumentos más o menos convincentes...pero hacía la mitad de la carta Freud debió meterse un par de rayitas de las suyas, tamaño familiar, y empezó a desvariar con su habitual pulsión de muerte, de eros, libido para arriba, libido para abajo...hasta llegar a la conclusión de que guerreamos, más o menos, porque nos pica la entrepierna.

En su día pensé en colgar ambos documentos, porque la carta de Einstein es muy rica en planteamientos sesudos, pero la respuesta de Freudín...joer :? ... me niego.

Gracias Durand, me gusta tu artículo :wink:

Un besote pelonero.